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Cuando leo “hace años que en Junín está en discusión cuál debería ser el mejor destino para reconvertir el predio ferroviario que divide a la ciudad”, en la edición de Democracia de ayer, re-descubro que siguen dando vueltas con lo mismo que es, a mi entender, cómo hacer un gran negocio inmobiliario que le deje grandes ganancias a unos pocos.
Todos los gobiernos locales han intentado lo mismo. Sin éxito, hasta ahora… Sólo los interesados en el negocio discuten. Al predio ferroviario no hay que reconvertirlo, hay que ponerlo en funcionamiento. Una gran industria ferroviaria como la que dio origen a lo que es hoy Junín.
Algo similar ya he escrito, enviado, entregado en mano, y discutido cara a cara con Diego Frittayón cuando expresó lo mismo.
Y repito siempre el mismo concepto ante el barbarismo que siempre reiteran: El predio ferroviario no divide la ciudad. Es la ciudad que, cuando llegó a principios del siglo pasado la decisión de construir un gran taller de reparación y mantenimiento por parte de la empresa ferroviaria, decidió, necesitó, crecer y lo hizo a ambos lados de las vías. Cuando llegó el taller, lo que hoy es el Barrio Belgrano, era solo campo.
No me digan que la vía o el predio ‘dividieron’ porque Junín era un pequeño pueblo que estaba al lado del Río. Y el río está hacia el otro lado. No es comparable esto con el viejo puerto de Buenos Aires, porque era ya impracticable por los camiones que debían llegar a él, y podía si darle un uso que permita dejarlo hermoso e integrado. Y fue… ¡un gran negocio inmobiliario para los pocos que lo hicieron! Y lo sigue siendo aun hoy día…
Pero el predio ferroviario, como lo llaman, que fue el más grande taller de reparación y mantenimiento de coche motores de Sudamérica, no solo puede, sino que debe ser puesto en valor como lo que es: un gran taller ferroviario estatal y privado (PPP) que sirva a los intereses de la línea San Martín y a otras, llegado el caso.
No se debe permitir bajo ningún concepto la habitabilidad que se menciona. Ello significa que alguien deba ceder o vender terrenos del Estado Nacional para que un particular construya su casa, que es la forma de habitar. Y no me parece para nada lógico ni comprensible. Porque eso es una negociación. Y en una negociación hay un negocio. Creo que con tanta tierra fiscal que se encuentra sin uso en otros sectores, tratar de convencer a los ciudadanos que ésta es la mejor, y que algunos adinerados y privilegiados hagan un gran negocio, no habla de transparencia. Máxime cuando todos los gobiernos han tratado de hacer lo mismo y éste llegó con el lema de cambiar eso, de ser el cambio, de ser Cambiemos.
Referente al museo que, dicen, están armando, lo mejor sería utilizar la antigua playa de vías que llega desde Primera Junta a República, entre Chaco y las vías en uso. Construir allí un gran CPD (Centro de Preservación) y que se instalen bajo un gran techo (es fundamental) no solo la hermosa locomotora que está en Rivadavia, sino muchos coches históricos, algunos de los cuales formaron parte de El Libertador, algún Coche Motor Fiat-Materfer y demás. Hay mucho por salvar que está en ese predio. Incluso salvar el predio de quienes quieren lucrar con él. Es del Estado, y el Estado somos todos nosotros.
Hay que dejar de pensar en sacar nada de las operaciones de donde están. La playa de maniobras está donde debe estar. Las vías están donde las pusieron hace ya más de 120 años. Pretender sacar a Belgrano Cargas es, lisa y llanamente, blanquear que se quiere hacer un gran negocio inmobiliario y nada más. Y todo ello desconociendo cómo opera un ferrocarril.
Lo mismo que ya le dije a Frittayón se lo repito a Usted: no se puede. Tienen que olvidarse, o aprender, para no insistir con un imposible, que no se pueden abrir nuevos pasos a nivel. Ya el de Rivadavia está donde nunca debió estar, porque está en una zona de cambios y para que las locomotoras o trenes cambien de vía deben hacerlo cortando ésta arteria. No sé quién permitió esto, pero está mal. Nunca debió ser abierto.
Los pasos originales de ambos ferrocarriles (éste, cuando era BAP y el FFCCA antes de ser levantado y cuya traza era la actual Avda. San Martín) están en Primera Junta y en Alberdi. Lo que no pueden entender es que el ferrocarril en su conjunto no dificulta el tránsito. Lo dificultan los mismos que se quejan de ello al vivir del lado equivocado. No es cómodo vivir de un lado de la ciudad y trabajar o estudiar del otro.
La única solución posible, además de ‘retocar’ o ‘intervenir’ en los bordes del predio, es hacer que se cumpla nuevamente con las funciones para las que fue creado: destino ferroviario. Y dejar de una vez y para siempre de renegar del ferrocarril.
Junín no sería más que otro pueblo perdido en la pampa húmeda si la empresa británica concesionaria de la construcción y explotación de la línea no hubiese tenido la idea de instalar aquí un enorme taller ferroviario en los primeros años del pasado siglo. Eso, arquitecta, es renegar de sus propios orígenes juninenses. Democracia.com Nota de opinión del señor Carlos Andrés Ducasse
Cuando leo “hace años que en Junín está en discusión cuál debería ser el mejor destino para reconvertir el predio ferroviario que divide a la ciudad”, en la edición de Democracia de ayer, re-descubro que siguen dando vueltas con lo mismo que es, a mi entender, cómo hacer un gran negocio inmobiliario que le deje grandes ganancias a unos pocos.
Todos los gobiernos locales han intentado lo mismo. Sin éxito, hasta ahora… Sólo los interesados en el negocio discuten. Al predio ferroviario no hay que reconvertirlo, hay que ponerlo en funcionamiento. Una gran industria ferroviaria como la que dio origen a lo que es hoy Junín.
Algo similar ya he escrito, enviado, entregado en mano, y discutido cara a cara con Diego Frittayón cuando expresó lo mismo.
Y repito siempre el mismo concepto ante el barbarismo que siempre reiteran: El predio ferroviario no divide la ciudad. Es la ciudad que, cuando llegó a principios del siglo pasado la decisión de construir un gran taller de reparación y mantenimiento por parte de la empresa ferroviaria, decidió, necesitó, crecer y lo hizo a ambos lados de las vías. Cuando llegó el taller, lo que hoy es el Barrio Belgrano, era solo campo.
No me digan que la vía o el predio ‘dividieron’ porque Junín era un pequeño pueblo que estaba al lado del Río. Y el río está hacia el otro lado. No es comparable esto con el viejo puerto de Buenos Aires, porque era ya impracticable por los camiones que debían llegar a él, y podía si darle un uso que permita dejarlo hermoso e integrado. Y fue… ¡un gran negocio inmobiliario para los pocos que lo hicieron! Y lo sigue siendo aun hoy día…
Pero el predio ferroviario, como lo llaman, que fue el más grande taller de reparación y mantenimiento de coche motores de Sudamérica, no solo puede, sino que debe ser puesto en valor como lo que es: un gran taller ferroviario estatal y privado (PPP) que sirva a los intereses de la línea San Martín y a otras, llegado el caso.
No se debe permitir bajo ningún concepto la habitabilidad que se menciona. Ello significa que alguien deba ceder o vender terrenos del Estado Nacional para que un particular construya su casa, que es la forma de habitar. Y no me parece para nada lógico ni comprensible. Porque eso es una negociación. Y en una negociación hay un negocio. Creo que con tanta tierra fiscal que se encuentra sin uso en otros sectores, tratar de convencer a los ciudadanos que ésta es la mejor, y que algunos adinerados y privilegiados hagan un gran negocio, no habla de transparencia. Máxime cuando todos los gobiernos han tratado de hacer lo mismo y éste llegó con el lema de cambiar eso, de ser el cambio, de ser Cambiemos.
Referente al museo que, dicen, están armando, lo mejor sería utilizar la antigua playa de vías que llega desde Primera Junta a República, entre Chaco y las vías en uso. Construir allí un gran CPD (Centro de Preservación) y que se instalen bajo un gran techo (es fundamental) no solo la hermosa locomotora que está en Rivadavia, sino muchos coches históricos, algunos de los cuales formaron parte de El Libertador, algún Coche Motor Fiat-Materfer y demás. Hay mucho por salvar que está en ese predio. Incluso salvar el predio de quienes quieren lucrar con él. Es del Estado, y el Estado somos todos nosotros.
Hay que dejar de pensar en sacar nada de las operaciones de donde están. La playa de maniobras está donde debe estar. Las vías están donde las pusieron hace ya más de 120 años. Pretender sacar a Belgrano Cargas es, lisa y llanamente, blanquear que se quiere hacer un gran negocio inmobiliario y nada más. Y todo ello desconociendo cómo opera un ferrocarril.
Lo mismo que ya le dije a Frittayón se lo repito a Usted: no se puede. Tienen que olvidarse, o aprender, para no insistir con un imposible, que no se pueden abrir nuevos pasos a nivel. Ya el de Rivadavia está donde nunca debió estar, porque está en una zona de cambios y para que las locomotoras o trenes cambien de vía deben hacerlo cortando ésta arteria. No sé quién permitió esto, pero está mal. Nunca debió ser abierto.
Los pasos originales de ambos ferrocarriles (éste, cuando era BAP y el FFCCA antes de ser levantado y cuya traza era la actual Avda. San Martín) están en Primera Junta y en Alberdi. Lo que no pueden entender es que el ferrocarril en su conjunto no dificulta el tránsito. Lo dificultan los mismos que se quejan de ello al vivir del lado equivocado. No es cómodo vivir de un lado de la ciudad y trabajar o estudiar del otro.
La única solución posible, además de ‘retocar’ o ‘intervenir’ en los bordes del predio, es hacer que se cumpla nuevamente con las funciones para las que fue creado: destino ferroviario. Y dejar de una vez y para siempre de renegar del ferrocarril.
Junín no sería más que otro pueblo perdido en la pampa húmeda si la empresa británica concesionaria de la construcción y explotación de la línea no hubiese tenido la idea de instalar aquí un enorme taller ferroviario en los primeros años del pasado siglo. Eso, arquitecta, es renegar de sus propios orígenes juninenses. Democracia.com Nota de opinión del señor Carlos Andrés Ducasse