Historias Ferroviarias
La fascinante historia del túnel secreto bajo la Casa Rosada que conecta con el Congreso y llega hasta Once
Este túnel, construido en 1916, sirvió durante décadas para el tránsito de diferentes tipos de trenes.
Alrededor de su historia se han tejido numerosos mitos, como su supuesto uso por contrabandistas para almacenar mercaderías.
¿Sabías que bajo la Casa Rosada existe un túnel oculto que conecta el corazón de Buenos Aires con el puerto y el Ferrocarril Oeste?
El ingreso al antiguo túnel oculto atraviesa el corazón de Buenos Aires
Un pasaje subterráneo que, desde principios del siglo XX, ha sido testigo de historias fascinantes y de un uso único en la logística de la ciudad.
Desde su construcción en 1916, este túnel ha sido clave para el transporte de mercancías y ha albergado anécdotas curiosas, como contrabandistas y ratas que invadían su interior.
Un recorrido por este túnel es sumergirse en un pedazo desconocido de la historia porteña, desde las profundidades del Congreso hasta la estación de Once.
Un secreto bien guardado bajo la ciudad
Pocos conocen su existencia, y aún menos pueden afirmar haberlo recorrido.
Este misterioso túnel ha dado lugar a leyendas sobre contrabandistas que lo habrían utilizado para esconder mercancías, alimentando así un aura de intriga que persiste hasta el día de hoy.
Una obra oculta bajo el corazón de Buenos Aires
Este túnel atraviesa el centro porteño, situado por debajo de la línea A de subterráneos.
A lo largo de su recorrido, conecta áreas estratégicas de la ciudad, como la Avenida Madero, cercana a la Casa Rosada, y se extiende hasta el barrio de Once.
Sorprende no solo por su desconocimiento, sino también por su robustez estructural, resultado de un diseño de ingeniería excepcional de 1912 que ha resistido el paso del tiempo y sigue en pie, oculto a la vista.
El túnel, que conecta el Puerto de Buenos Aires con el Ferrocarril Oeste, se despliega bajo el centro de la ciudad, atravesando tramos clave del subsuelo y pasando cerca de importantes puntos de la capital, mientras mantiene su función operativa a lo largo de más de un siglo.
El ambicioso proyecto de un ingeniero británico
Originalmente concebido para conectar el Puerto de Buenos Aires con el núcleo urbano, esta obra fue diseñada por el ingeniero David Simpson en 1906.
Tras recibir autorización gubernamental en 1910, los trabajos comenzaron en 1912 y finalizaron en 1916, bajo la presidencia de Victorino de la Plaza, marcando un hito en la infraestructura de la época.
Un acceso restringido y un legado que perdura
Actualmente, el túnel se utiliza exclusivamente para operaciones logísticas del sistema ferroviario.
De dimensiones reducidas, solo permite el paso de una formación a la vez, lo que subraya su diseño funcional y austero.
Detalles fascinantes del recorrido
Con su característica forma de herradura, el túnel comienza en un gran arco en la intersección de Avenida Madero y Sarmiento, detrás de la Casa Rosada.
Se extiende por más de cinco kilómetros y aún conserva restos de antiguos respiraderos, envueltos en una atmósfera de penumbra y humedad que invita a imaginar su pasado lleno de historias.
El nacimiento del túnelA comienzos del siglo XX, Buenos Aires vivía una etapa de crecimiento y modernización.
En 1913, la línea A de subterráneos se inauguró, convirtiendo a la ciudad en pionera del transporte subterráneo en Sudamérica.
En paralelo, surgió la necesidad de una conexión entre el puerto y el Ferrocarril Oeste, dando origen a un túnel más profundo y menos visible que el metro de pasajeros, diseñado para el transporte de carga.
Una obra de ingeniería excepcional
Construido entre 1912 y 1916, el túnel fue concebido por la compañía Anglo Argentina con un método similar al de las minas, excavando a gran profundidad.
La estructura alcanzaba en algunos tramos los 20 metros bajo tierra, atravesando el centro porteño sin interferir con el tránsito en superficie.
Su solidez ha permitido que se mantenga en excelentes condiciones hasta la actualidad.
Una de las bocas por las que “respiraba” el túnel a fines de los 40 (Revista Siete Días)
Los primeros usos y desafíos
El túnel comenzó a operar con trenes de carga que conectaban el puerto con Once.
Sin embargo, las locomotoras a vapor generaban grandes cantidades de humo, dificultando la circulación y afectando a los trabajadores, quienes a menudo necesitaban asistencia por inhalación de humo.
Historias y leyendas bajo tierra
El túnel no solo fue testigo de episodios logísticos, sino también de curiosas anécdotas, como un cargamento de granos que atrajo a un ejército de ratas.
Además, se cuenta que contrabandistas lo utilizaron para ocultar mercancías ilegales, transportándolas desde el puerto hasta Once con discreción.
La oscuridad y la falta de señal en los teléfonos generan una sensación inquietante, dando paso a historias y leyendas. Una de ellas, que sostiene que el túnel fue utilizado por Perón en 1955 para llegar a la cañonera paraguaya que lo llevó al exilio, ha sido desmentida. Según esta tradición, un pasadizo en el tercer subsuelo de la Casa Rosada se conectaba con el túnel, pero no es más que un mito
Estos relatos alimentaron la mística de esta obra subterránea.
En algunos tramos de la traza, el túnel alcanza los 20 metros de profundidad (Gentileza Ministerio de Transporte)
Un breve intento con trenes de pasajeros
Hacia finales de los años 40, el túnel se utilizó para un servicio experimental de pasajeros que conectaba Puerto Madero con Caballito.
Este tren, que utilizaba coches de madera, alcanzaba una velocidad máxima de 30 km/h y recorría 7,5 kilómetros en 17 minutos. Sin embargo, las dificultades técnicas y los altos costos limitaron su operación a solo un año.
Últimos años de uso frecuente
En la década de los 90, la empresa TBA puso en marcha un servicio diferencial que utilizaba el túnel para unir Castelar con Puerto Madero.
Los trenes ingresaban al túnel en Once y emergían detrás de la Casa Rosada.
Aunque el servicio ofrecía comodidad y rapidez, fue interrumpido poco tiempo después, marcando el fin de su uso regular.
Uso logístico del túnel en 2018
En 2018, el túnel oculto tuvo un rol clave en las operaciones ferroviarias de logística.
Fue utilizado para el traslado de 19 locomotoras importadas desde China, que arribaron al Puerto de Buenos Aires y se integraron a la línea San Martín.
Estas locomotoras atravesaron el túnel desde Plaza de Mayo hasta Almagro, donde continuaron su trayecto hacia los talleres de Santos Lugares para ajustes finales antes de su envío a Mendoza.
Una travesía única
Realizar el recorrido dentro del túnel, a una velocidad aproximada de 20 kilómetros por hora, resulta una experiencia sorprendentemente tranquila.
En su interior, no hay señal de teléfono, algo que jamás habría sido imaginado a inicios del siglo XX.
Detalles del trayecto
A lo largo del recorrido, los tramos oscuros permiten distinguir solo leves pendientes y curvas.
Lo más impresionante es recordar que el techo del túnel coincide con el piso de la línea A del subte, transitada diariamente por miles de personas.
Por el túnel puede pasar una sola formación de tren por vez, ya que lo atraviesa por vía única (Gentileza Ministerio de Transporte)
La salida hacia la luz
Después de avanzar lentamente, la formación se detiene en algunos momentos, con las paredes del túnel casi rozando al tren.
Finalmente, el tren se pone en marcha de nuevo, avanzando hasta que, tras un largo trayecto de penumbra, emerge hacia la luz del exterior.
Un viaje al corazón de la oscuridad: El túnel oculto que conecta Buenos Aires con su historia
El túnel, que se extiende por cinco kilómetros bajo Buenos Aires, alcanza su punto más profundo bajo las calles Paso y Saavedra, aunque el tramo más alejado de la superficie se encuentra a la altura del Congreso.
Salida en Puerto Madero
A lo largo de gran parte de su recorrido, el túnel atraviesa la napa freática, lo que le da una atmósfera de total oscuridad.
Al principio, cerca de la Plaza Colón y la Casa Rosada, las primeras curvas del túnel se sienten a través del movimiento, mientras que las paredes oscuras son lo único visible.
Más adelante, las lámparas parpadeantes iluminan esporádicamente la estructura original del túnel, una bóveda revestida en ladrillo en algunos tramos.
La falta de luz y la ausencia de señal telefónica aumentan la sensación de inquietud, lo que, sumado a las leyendas urbanas, contribuye a la mística que rodea este tramo oculto de la ciudad.
Este entorno subterráneo es tan misterioso como fascinante, y a lo largo de su historia ha sido escenario de relatos y mitos que alimentan la intriga sobre este antiguo túnel.
Fuente:
https://www.infobae.com/
https://eduardofeinmann.com/