Nota de Opinión
Por: Norberto Rosendo
El extinto Ing. Livio Porta decía, refiriéndose a la lógica de la contabilidad del neoliberalismo en la época del ministro con nombre de animal, que la misma era en realidad una contabilidad cuchufleta, porque según su lógica no entendía ni tomaba en cuenta algo evidente como lo es el progreso y el bienestar de las personas.
Él no podía entender cómo se justificaba en la época tirar a la basura millones de dólares (pesos, rupias o bitcoint es lo mismo) en función de balances que sólo tomaban el haber y el debe, y despreciaban absolutamente todo lo demás.
No importaba entonces, como no importa ahora, si para arreglar ese desbalance se dejaban regiones enteras sin transporte con las consecuencias económicas sociales que ello implicaba.
Hoy nuestro gobierno, lamentablemente constitucional, nos quiere convencer nuevamente de ese mismo dislate pero en relación ya no a nuestros ferrocarriles, que en su momento destruimos en función de estas absurdas teorías neoliberales, y que hoy por el imperio de la realidad estamos volviendo a construir, si no en relación a nuestros jubilados y mayores.
Primero nos quieren hacer creer que desfinanciando el sistema, es decir sacando plata del Anses o de las cajas provinciales, nuestros jubilados van a cobrar más o igual por lo menos.
Y después no entiende hacia dónde va el mundo moderno.
Digo que este es un gobierno lamentablemente constitucional, porque ha llegado al poder en función de convencer a sus votantes de que lo hiciese en contra de sus propios intereses, como muchos hoy están comprobando en carne propia cuando se quedan sin trabajo o cuando tienen que pagar la luz o el gas.
Dejemos este problema en la conciencia o inconciencia de quienes después de haber recibido un timbrado mágico, los apoyaron con su voto aunque claramente en su discurso les dijeron: "nosotros somos buenos, los otros son malos, nosotros los vamos a robar pero prolijamente, como hicimos siempre, por otra parte, pero en forma más normal, no como estos desprolijos y sucios gobernantes que ustedes tienen que los roban y pretenden además que todos coman, y dificultan que nosotros la clase elegida, es decir la oligarquía, es decir los mejores, según nosotros mismos, no podamos vivir mucho mejor a costa de vuestra miseria”
Pero lo hecho, hecho está, y a estos muchachos les hemos democraticamente entregado el poder, y como no tiene sentido llorar sobre la leche derramada, veamos las consecuencias que tendrán los actos de estos verdaderos desquiciados que hoy nos gobiernan, a mi humilde saber y entender.
Los dos problemas principales de nuestro país a mi entender son, en primer lugar: que un tercio de la población económicamente activa no trabaja ni estudia, o dicho de otra manera, está debajo de la línea de pobreza.
Consideramos trabajar a los efectos de este análisis el producir objetos útiles que puedan ser usados por el resto de la sociedad, un plan trabajar que se dedique a barrer una calle de tierra difícilmente pueda ser colocado en esta categoría.
El segundo problema, es que nuestra población simplemente se duplicó en los últimos 40 años más o menos.
La comparación de los países centrales con los del subdesarrollo muestra claramente la relación entre la seguridad social y la tasa de natalidad, a menor seguridad social, mayor tasa de natalidad.
Los extremos son los países subsaharianos, donde prácticamente no hay seguridad social y se dice que para asegurar la vejez hay que tener por lo menos 10 hijos, contra Dinamarca u Holanda con excelentes sistemas de seguridad social y tasas de natalidad negativas.
Al aumentar la edad jubilatoria, simplemente nosotros le cerraremos el paso a nuestros jóvenes, habrá menos puestos de trabajo y al mismo tiempo le daremos la razón a los jóvenes de nuestros barrios más humildes que dicen que entre más hijos se tengan, mejor.
Al igual que cuando decidimos destruir nuestro sistema ferroviario, no tuvimos en cuenta las consecuencias de nuestras acciones; hoy nuevamente los neoliberales o neandertales de la política nos quieren empujar a realizar acciones de las que luego nos arrepentiremos amargamente.
El camino de una sociedad moderna es exactamente al revés del que están implementando este grupo de desquiciados.
Decir que en nuestro país no hay recursos es simplemente mentir, no es un problema de recursos, es un problema de organización y de equidad, no tiene sentido que sólo un tercio de la población económicamente activa trabaje 12 horas por día mientras que el resto simplemente no tenga trabajo y se convierta en parasitaria de la primera.
No tiene ningún sentido tampoco favorecer políticas que lleven a profundizar esta relación bajo ninguna excusa.
Estamos ante un problema de sentido común y de inteligencia, los dos elementos que necesita un gobierno para funcionar.
Pero lamentablemente no podemos pedirle inteligencia a un gobierno que le pifia al ancho del puente ferroviario, porque en su soberbia simplemente no consultó un plano que está en Internet, y que después para arreglar su cagada, en lugar de rellenar el puente con piedra para que los trenes no toquen el borde, le corta los refuerzos asegurando así una futura tragedia.
Por: Norberto Rosendo
El extinto Ing. Livio Porta decía, refiriéndose a la lógica de la contabilidad del neoliberalismo en la época del ministro con nombre de animal, que la misma era en realidad una contabilidad cuchufleta, porque según su lógica no entendía ni tomaba en cuenta algo evidente como lo es el progreso y el bienestar de las personas.
Él no podía entender cómo se justificaba en la época tirar a la basura millones de dólares (pesos, rupias o bitcoint es lo mismo) en función de balances que sólo tomaban el haber y el debe, y despreciaban absolutamente todo lo demás.
No importaba entonces, como no importa ahora, si para arreglar ese desbalance se dejaban regiones enteras sin transporte con las consecuencias económicas sociales que ello implicaba.
Hoy nuestro gobierno, lamentablemente constitucional, nos quiere convencer nuevamente de ese mismo dislate pero en relación ya no a nuestros ferrocarriles, que en su momento destruimos en función de estas absurdas teorías neoliberales, y que hoy por el imperio de la realidad estamos volviendo a construir, si no en relación a nuestros jubilados y mayores.
Primero nos quieren hacer creer que desfinanciando el sistema, es decir sacando plata del Anses o de las cajas provinciales, nuestros jubilados van a cobrar más o igual por lo menos.
Y después no entiende hacia dónde va el mundo moderno.
Digo que este es un gobierno lamentablemente constitucional, porque ha llegado al poder en función de convencer a sus votantes de que lo hiciese en contra de sus propios intereses, como muchos hoy están comprobando en carne propia cuando se quedan sin trabajo o cuando tienen que pagar la luz o el gas.
Dejemos este problema en la conciencia o inconciencia de quienes después de haber recibido un timbrado mágico, los apoyaron con su voto aunque claramente en su discurso les dijeron: "nosotros somos buenos, los otros son malos, nosotros los vamos a robar pero prolijamente, como hicimos siempre, por otra parte, pero en forma más normal, no como estos desprolijos y sucios gobernantes que ustedes tienen que los roban y pretenden además que todos coman, y dificultan que nosotros la clase elegida, es decir la oligarquía, es decir los mejores, según nosotros mismos, no podamos vivir mucho mejor a costa de vuestra miseria”
Pero lo hecho, hecho está, y a estos muchachos les hemos democraticamente entregado el poder, y como no tiene sentido llorar sobre la leche derramada, veamos las consecuencias que tendrán los actos de estos verdaderos desquiciados que hoy nos gobiernan, a mi humilde saber y entender.
Los dos problemas principales de nuestro país a mi entender son, en primer lugar: que un tercio de la población económicamente activa no trabaja ni estudia, o dicho de otra manera, está debajo de la línea de pobreza.
Consideramos trabajar a los efectos de este análisis el producir objetos útiles que puedan ser usados por el resto de la sociedad, un plan trabajar que se dedique a barrer una calle de tierra difícilmente pueda ser colocado en esta categoría.
El segundo problema, es que nuestra población simplemente se duplicó en los últimos 40 años más o menos.
La comparación de los países centrales con los del subdesarrollo muestra claramente la relación entre la seguridad social y la tasa de natalidad, a menor seguridad social, mayor tasa de natalidad.
Los extremos son los países subsaharianos, donde prácticamente no hay seguridad social y se dice que para asegurar la vejez hay que tener por lo menos 10 hijos, contra Dinamarca u Holanda con excelentes sistemas de seguridad social y tasas de natalidad negativas.
Al aumentar la edad jubilatoria, simplemente nosotros le cerraremos el paso a nuestros jóvenes, habrá menos puestos de trabajo y al mismo tiempo le daremos la razón a los jóvenes de nuestros barrios más humildes que dicen que entre más hijos se tengan, mejor.
Al igual que cuando decidimos destruir nuestro sistema ferroviario, no tuvimos en cuenta las consecuencias de nuestras acciones; hoy nuevamente los neoliberales o neandertales de la política nos quieren empujar a realizar acciones de las que luego nos arrepentiremos amargamente.
El camino de una sociedad moderna es exactamente al revés del que están implementando este grupo de desquiciados.
Decir que en nuestro país no hay recursos es simplemente mentir, no es un problema de recursos, es un problema de organización y de equidad, no tiene sentido que sólo un tercio de la población económicamente activa trabaje 12 horas por día mientras que el resto simplemente no tenga trabajo y se convierta en parasitaria de la primera.
No tiene ningún sentido tampoco favorecer políticas que lleven a profundizar esta relación bajo ninguna excusa.
Estamos ante un problema de sentido común y de inteligencia, los dos elementos que necesita un gobierno para funcionar.
Pero lamentablemente no podemos pedirle inteligencia a un gobierno que le pifia al ancho del puente ferroviario, porque en su soberbia simplemente no consultó un plano que está en Internet, y que después para arreglar su cagada, en lugar de rellenar el puente con piedra para que los trenes no toquen el borde, le corta los refuerzos asegurando así una futura tragedia.