Historias Ferroviarias
Con vestimenta de la época, sonidos que son una invitación al pasado y vivencias propias, un grupo de mujeres hace 10 años vuelve al pasado para recrear la historia del ferrocarril, sus viajes y lo que significó para todo una ciudad, y en especial un barrio. Historia de nostalgia, pandemia y recuerdos, un viaje de ida a través de la huella del tren.
Raquel Torres aún recuerda ese día que se bajó de su auto frente a un grupo de jubilados vestida con ropa de la época del 30. “Llegué con mi auto, me bajé con un sombrero con flores en la cabeza, guantes y les dije a los abuelos: ‘Buenas tardes, mi nombre es Raquel, los voy a llevar a un paseo imaginario. Los voy a llevar a los años 30’ y a ellos les pareció simpático”, dice sobre ese día que comenzó una aventura que cumple una década de actividad.
Era el año 2010 y nadie imaginaba que esa sería la primera intervención de un grupo de mujeres, integrantes de la Asociación Detrás del Puente, que decidieron recrear la historia que Comodoro, y puntualmente Kilómetro 5, tiene con el tren que unió la ciudad con Sarmiento y los campamentos petroleros; una vía de comunicación que tuvo su último paso en 1978, cuando las vías comenzaron a ser nostalgia y pasado.
Ellas son Sinegcia Gonzalez, Raquel Torres, Mabel Jensen, Celia Guerreiro e Itala Condina, vecinas del barrio de zona norte que se encargan de mantener viva la llama de la historia y contagiar a las nuevas generaciones, el principal reto de esta aventura.
El comienzo de todo
Cuenta Raquel a ADNSUR que un grupo del Centro de Jubilados de Kilómetro 3 fueron los primeros invitados por iniciativa de vecinas de Kilómetro 5. Ese día la recorrida culminó con un té en el Centro de Promoción Barrial a donde Raquel llegó con su auto.
La mujer recuerda que fue una tarde única. Además de Torres también participaron Mabel Jensen, Viola de Narvaez, Raquel Pérez, entre otras mujeres.
Desde entonces, el grupo de tías, con algunas nuevas integrantes y otras que ya no están, recrea la historia del ferrocarril, una iniciativa que se sumó a la propuesta de Turistas por un Día; actividad municipal de recuperación histórica y difusión de los atractivos de Comodoro.
Las tías se han vuelto parte de los atractivos ferroviarios, pero no solo en la Estación Talleres de Kilómetro 5, sino también en otros eventos, como cuando se colocó la réplica del reloj que tenía la Estación Central, sitio donde funciona el Museo Ferroportuario; la Feria de las Colectividades Extranjeras o la Expo Turismo en el Predio Ferial. “Como dicen las chicos fue un golazo”, dice Torres entre risas.
Volver al pasado
La iniciativa forma parte de las actividades de la Asociación Detrás del Puente, una entidad que inició en 2006, luego del centenario de Kilómetro 5, por iniciativa de Torres y otro grupo de personas que quisieron recuperar la historia del barrio.
Su objetivo, como dice Lia Navarro, otra integrante de la entidad, es que sean un puente entre el patrimonio y la comunidad y le den valor a esos edificios que tienen un importante sello pero hoy carecen de funcionamiento. “Esto es la posibilidad de que la gente se imagine como era la vida de esos bienes patrimoniales que están todos cerrados y que en 13 años de gestión no hemos podido lograr abrirlos para uso actuales y necesarios de la población de Kilómetro 5. Se nos hace muy difícil crear conciencia sobre el patrimonio en edificios donde las nuevas generaciones no han vivido, no tienen experiencias y nos han creado recuerdos. Entonces el rol que tienen las tías es fundamental, porque desde la simpatía, las anécdotas propias y desde la emoción permiten darle valor al pasado”, indica.
Las tías de Kilómetro 5, que llegaron en barco de otros países y nunca se fueron, recrean una época en que funcionaba el kiosco de Roblerito, el diariero del barrio que además vendía golosinas; y la llegada del tren a la Estación Talleres. Está tan bien pensada la idea que con sonido ambiente se escucha el arribo de la locomotora y la voz de un guarda que anuncia la llegada del tren.
Sin duda trata de una actividad que mezcla la nostalgia y la pasión por el barrio, algo que sabe bien Torres, quien vive en el sector desde que tenía 3 meses, cuando su papá recibió de YPF una casa.
“Me crié en barrio Cemento hasta los 11 años y ahí me fui a Azcuénaga. Ahí salí vestida de novia, casada”, recuerda entre risas. “Yo soy fanática, me encanta la historia y contarla a los chicos, porque este pueblo debería ser premiado como lugar histórico. Ahora no podemos hacer nada porque somos todos personas de riesgo, pero seguimos haciendo trámites por la gamela, por el lanchón que ya se quemó el 50% y la pasarela que ya se cayó. Los viejos vivimos de nostalgia”, admite.
Mabel Jensen siente lo mismo que Raquel. En su caso nació en Bariloche y toda la vida estuvo ligada al ferrocarril a través del trabajo de su padre. Vivió en Esquel e Ingeniero Jacobacci, otros pueblos con historia ferroviaria, y en la década del 90, cuando el sistema de trenes en la patagonia ya era parte del pasado, se mudó a Comodoro tras los pasos de su hija, que vino a estudiar a la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco.
“Me acuerdo que papá salía a las cuatro de la mañana a auxiliar una máquina. Él era el encargado de las máquinas en Bariloche y después cuando tenía 11 años lo trasladaron a La Trochita, Esquel. Yo he contado mi historia en Turismo por un Día, porque al tener papá ferroviario teníamos un pasaje en camarote por año y esos viajes no puedo explicarlos. Íbamos de Bariloche a Buenos Aires y mamá llevaba para el desayuno café con leche condensada, era algo único”.
Mabel admite que recrear la historia del tren es algo muy profundo, divertido y de mucha nostalgia. “A la gente le encanta y le gusta escuchar cuando vos le contás historia vivida. No es un cuentito, es lo que vivimos en nuestra infancia, nuestra adolescencia. En mi caso a través de un papá ferroviario, es la historia viva de uno”, sentencia, esperando que pronto puedan volver a caracterizarse y seguir transmitiendo la historia de una época dorada de la ciudad que se debe recuperar. ADNSur.com
Con vestimenta de la época, sonidos que son una invitación al pasado y vivencias propias, un grupo de mujeres hace 10 años vuelve al pasado para recrear la historia del ferrocarril, sus viajes y lo que significó para todo una ciudad, y en especial un barrio. Historia de nostalgia, pandemia y recuerdos, un viaje de ida a través de la huella del tren.
Raquel Torres aún recuerda ese día que se bajó de su auto frente a un grupo de jubilados vestida con ropa de la época del 30. “Llegué con mi auto, me bajé con un sombrero con flores en la cabeza, guantes y les dije a los abuelos: ‘Buenas tardes, mi nombre es Raquel, los voy a llevar a un paseo imaginario. Los voy a llevar a los años 30’ y a ellos les pareció simpático”, dice sobre ese día que comenzó una aventura que cumple una década de actividad.
Era el año 2010 y nadie imaginaba que esa sería la primera intervención de un grupo de mujeres, integrantes de la Asociación Detrás del Puente, que decidieron recrear la historia que Comodoro, y puntualmente Kilómetro 5, tiene con el tren que unió la ciudad con Sarmiento y los campamentos petroleros; una vía de comunicación que tuvo su último paso en 1978, cuando las vías comenzaron a ser nostalgia y pasado.
Ellas son Sinegcia Gonzalez, Raquel Torres, Mabel Jensen, Celia Guerreiro e Itala Condina, vecinas del barrio de zona norte que se encargan de mantener viva la llama de la historia y contagiar a las nuevas generaciones, el principal reto de esta aventura.
El comienzo de todo
Cuenta Raquel a ADNSUR que un grupo del Centro de Jubilados de Kilómetro 3 fueron los primeros invitados por iniciativa de vecinas de Kilómetro 5. Ese día la recorrida culminó con un té en el Centro de Promoción Barrial a donde Raquel llegó con su auto.
La mujer recuerda que fue una tarde única. Además de Torres también participaron Mabel Jensen, Viola de Narvaez, Raquel Pérez, entre otras mujeres.
Desde entonces, el grupo de tías, con algunas nuevas integrantes y otras que ya no están, recrea la historia del ferrocarril, una iniciativa que se sumó a la propuesta de Turistas por un Día; actividad municipal de recuperación histórica y difusión de los atractivos de Comodoro.
Las tías se han vuelto parte de los atractivos ferroviarios, pero no solo en la Estación Talleres de Kilómetro 5, sino también en otros eventos, como cuando se colocó la réplica del reloj que tenía la Estación Central, sitio donde funciona el Museo Ferroportuario; la Feria de las Colectividades Extranjeras o la Expo Turismo en el Predio Ferial. “Como dicen las chicos fue un golazo”, dice Torres entre risas.
Volver al pasado
La iniciativa forma parte de las actividades de la Asociación Detrás del Puente, una entidad que inició en 2006, luego del centenario de Kilómetro 5, por iniciativa de Torres y otro grupo de personas que quisieron recuperar la historia del barrio.
Su objetivo, como dice Lia Navarro, otra integrante de la entidad, es que sean un puente entre el patrimonio y la comunidad y le den valor a esos edificios que tienen un importante sello pero hoy carecen de funcionamiento. “Esto es la posibilidad de que la gente se imagine como era la vida de esos bienes patrimoniales que están todos cerrados y que en 13 años de gestión no hemos podido lograr abrirlos para uso actuales y necesarios de la población de Kilómetro 5. Se nos hace muy difícil crear conciencia sobre el patrimonio en edificios donde las nuevas generaciones no han vivido, no tienen experiencias y nos han creado recuerdos. Entonces el rol que tienen las tías es fundamental, porque desde la simpatía, las anécdotas propias y desde la emoción permiten darle valor al pasado”, indica.
Las tías de Kilómetro 5, que llegaron en barco de otros países y nunca se fueron, recrean una época en que funcionaba el kiosco de Roblerito, el diariero del barrio que además vendía golosinas; y la llegada del tren a la Estación Talleres. Está tan bien pensada la idea que con sonido ambiente se escucha el arribo de la locomotora y la voz de un guarda que anuncia la llegada del tren.
Sin duda trata de una actividad que mezcla la nostalgia y la pasión por el barrio, algo que sabe bien Torres, quien vive en el sector desde que tenía 3 meses, cuando su papá recibió de YPF una casa.
“Me crié en barrio Cemento hasta los 11 años y ahí me fui a Azcuénaga. Ahí salí vestida de novia, casada”, recuerda entre risas. “Yo soy fanática, me encanta la historia y contarla a los chicos, porque este pueblo debería ser premiado como lugar histórico. Ahora no podemos hacer nada porque somos todos personas de riesgo, pero seguimos haciendo trámites por la gamela, por el lanchón que ya se quemó el 50% y la pasarela que ya se cayó. Los viejos vivimos de nostalgia”, admite.
Mabel Jensen siente lo mismo que Raquel. En su caso nació en Bariloche y toda la vida estuvo ligada al ferrocarril a través del trabajo de su padre. Vivió en Esquel e Ingeniero Jacobacci, otros pueblos con historia ferroviaria, y en la década del 90, cuando el sistema de trenes en la patagonia ya era parte del pasado, se mudó a Comodoro tras los pasos de su hija, que vino a estudiar a la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco.
“Me acuerdo que papá salía a las cuatro de la mañana a auxiliar una máquina. Él era el encargado de las máquinas en Bariloche y después cuando tenía 11 años lo trasladaron a La Trochita, Esquel. Yo he contado mi historia en Turismo por un Día, porque al tener papá ferroviario teníamos un pasaje en camarote por año y esos viajes no puedo explicarlos. Íbamos de Bariloche a Buenos Aires y mamá llevaba para el desayuno café con leche condensada, era algo único”.
Mabel admite que recrear la historia del tren es algo muy profundo, divertido y de mucha nostalgia. “A la gente le encanta y le gusta escuchar cuando vos le contás historia vivida. No es un cuentito, es lo que vivimos en nuestra infancia, nuestra adolescencia. En mi caso a través de un papá ferroviario, es la historia viva de uno”, sentencia, esperando que pronto puedan volver a caracterizarse y seguir transmitiendo la historia de una época dorada de la ciudad que se debe recuperar. ADNSur.com