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23 de febrero de 2022

Ilustrando la historia del Ferrocarril en Comodoro Rivadavia y Patagonia

Historia Ferroviaria

En su libro “Aventuras sobre rieles patagónicos”, el comodorense Alejandro Aguado, ilustra y describe con lujo de detalle la historia del ferrocarril y su importancia por sedimentar las bases de Comodoro y la región. En una entrevista, comentó a Crónica sobre la producción del libro, anécdotas y su labor como ilustrador para recuperar nuestra historia.

La historia del ferrocarril Comodoro Rivadavia - Colonia Sarmiento se remonta a 1896. En un primer momento, el Perito Francisco Moreno, tras explorar gran parte del territorio de Patagonia, propuso la creación de un ferrocarril que uniera la cordillera de los Andes con la costa, entre los paralelos 42 y 47. Luego esa propuesta sería adoptada por un conocido de Perito Moreno, Juan Plate. “Él ideó un proyecto, incluso empezaron la limpieza de la tierra para hacerlo, pero al final no se concretó. Entonces luego el Estado toma ese proyecto, le hacen algunas modificaciones y ése es el que se concreta”, explicó Aguado.

Fue así que en 1908 la ley de Fomento de los Territorios Nacionales dispuso la ejecución de la línea férrea que uniera el puerto de Comodoro Rivadavia con el Lago Buenos Aires, en la zona cordillerana. En el año 1910 se iniciaron los trabajos de construcción de la Estación del Ferrocarril de Comodoro Rivadavia. Sin embargo, en el año 1914 los trabajos llegaron hasta la localidad de Sarmiento donde fueron detenidos en forma definitiva.

Coche motor Ganz Mavag que recorría Comodoro Rivadavia - Colonia Sarmiento (Provincia de Chubut)

Así, el ramal a Sarmiento quedó conformado por las siguientes estaciones: Comodoro Rivadavia o estación cabecera, apeadero de Km 3 (sede de la administración de YPF), Km 5 o Estación Talleres (barrio ferroviario y sede de los talleres y almacenes del ferrocarril), Km 27 o Diadema (sede de la empresa petrolera Diadema), Escalante, Pampa del Castillo, Holdich, Km 96, Cañadón Lagarto, Km 117, Valle Hermoso, Km 162 o Hermitte, Colhué Huapi y Sarmiento. A esas estaciones se les sumaban las de otros ramales secundarios situados en inmediaciones del casco céntrico de Comodoro Rivadavia.

Alejandro Aguado, ilustrador, escritor e investigador comodorense comenzó a interesarse sobre la historia del ferrocarril a mediados de la década del 90. “En esa época dibujaba para un suplemento de historietas de Crónica, y cuando empecé a recorrer los alrededores de Comodoro encontré varios pueblos abandonados; vi que algo los unía: el riel. Ahora no quedó nada de todo eso, pero en ese momento estaba casi todo. Entonces empecé a recorrer y fui encontrando estos pueblitos para dibujar.

Así, me empezó a interesar el tema porque además noté que había muy poco publicado”. 

Fue así que Aguado comenzó a entrevistar viejos ferroviarios y pobladores, de los “pueblitos” abandonados parte del ramal Comodoro-Sarmiento y en el transcurso de un año y medio fue montando la primera edición de “Aventuras sobre rieles patagónicos”. 

“Este ramal era justamente el menos conocido de toda la Patagonia, más allá de ser uno de los más importantes. Entonces desde la Asociación de Ferroviarios a nivel nacional se contactaron conmigo y me empezaron a aportar información que iban encontrando”, declaró.

Estación Comodoro Rivadavia del Ferrocarril Patagónico

En su investigación basada en entrevistas, charlas con antiguos pobladores, y visita a los que fueron las antiguas estaciones, Aguado descubrió que los ferroviarios “amaban su  trabajo. Era un trabajo muy especial, que generaba un ambiente de familia entre ellos”, según sus palabras.

Fascinación por los pueblos.

En su recorrida por los pueblos, el que más le impactó a Aguado fue Cañadón Lagarto, que durante las primeras décadas del siglo pasado, su economía fue tan importante que compitió y superó ocasionalmente a la de la población de Comodoro Rivadavia.

En su libro, Aguado explica que los comercios allí instalados, basaban su economía en el movimiento generado por las tropas de carros, ovejeros y estancieros vecinos que acercaban la producción anual de lana, para ser transportada por medio del ferrocarril al puerto de Comodoro Rivadavia. “Era  un pueblo que fue olvidado. Llegó a ser punta de riel en el año 1909 más o menos, el riel llegaba hasta ahí mientras continuaban trabajando en todo lo que era Sarmiento, entonces ahí confluía todo lo que era el transporte de lana. Llegaron a entrar entre 2000 y 2500 caballos por semana. Era tremendo. Había hoteles, almacenes, de todo.

Vas ahora y lo que hay es un cementerio y nada más”. Agregó, “Entonces una de las cosas que me impactó ver, es toda la historia de la vida que generaba el paso del ferrocarril en los pueblitos a los que le dio vida y que todo eso se perdió”.

Además del ramal general que iba hasta Sarmiento, Aguado destacó la importancia de transporte que otorgaba los otros ramales locales. “Acá en Comodoro había un ramal que iba a km 8 y otro que iba a Astra. Después estaban los ferrocarriles de YPF que se utilizaban para movimientos internos y el ferrocarril del puerto que era independiente del ferrocarril general”. 

Ilustrar para recuperar la historia

“Yo trabajé con una ilustración bastante realista, para reflejar cómo era y hacer una reconstrucción histórica, una especie de identikit de época y su vez está la interpretación del autor, la mano del autor”, explicó Aguado. Además de tener estas ilustraciones que retratan la época, en su última edición del libro, el autor logra recopilar más de 100 fotos, la mayoría inéditas, del tendido del ferrocarril, las diversas estaciones y de sus trabajadores y usuarios.

En su compromiso de recuperar la historia, Aguado rescata el poder “ser consciente de que en el mismo lugar donde estamos viviendo, había otro mundo que ahora ya no existe”. Teniendo en cuenta además que, en su momento, el ferrocarril fue la vanguardia de época en cuanto a tecnología. “Por ejemplo, la gente que venía de Comodoro a Sarmiento, en general se tardaba unos 3 o 4 días según ibas en caballo o en carreta. Entonces lo que me contaba la gente de Sarmiento, es que cuando tomaban el ferrocarril podían llegar con la ropa limpia. Algo tan básico. En el ferrocarril podías ir cómodo, sentado, tomando mate, comiendo, porque tardaba varias horas en llegar. Entonces llegabas a destino y tenías la ropa limpia. Algo que hoy a nosotros nos parece impensable”.

Es así que, según Aguado, esos pequeños detalles son los que le han dado color a la historia. “Es parte de los que somos, nosotros venimos de ahí entonces se trata de poder recuperar ese patrimonio histórico”. Con información del libro “Aventuras sobre rieles patagónicos” de Alejandro Aguado.Crónica.com

7 de septiembre de 2020

Comodoro Rivadavia: Las tías de Km. 5 recrean la historia en la antigua Estación Talleres

Historias Ferroviarias

Con vestimenta de la época, sonidos que son una invitación al pasado y vivencias propias, un grupo de mujeres hace 10 años vuelve al pasado para recrear la historia del ferrocarril, sus viajes y lo que significó para todo una ciudad, y en especial un barrio. Historia de nostalgia, pandemia y recuerdos, un viaje de ida a través de la huella del tren.

Raquel Torres aún recuerda ese día que se bajó de su auto frente a un grupo de jubilados vestida con ropa de la época del 30. “Llegué con mi auto, me bajé con un sombrero con flores en la cabeza, guantes y les dije a los abuelos: ‘Buenas tardes, mi nombre es Raquel, los voy a llevar a un paseo imaginario. Los voy a llevar a los años 30’ y a ellos les pareció simpático”, dice sobre ese día que comenzó una aventura que cumple una década de actividad.


Era el año 2010 y nadie imaginaba que esa sería la primera intervención de un grupo de mujeres, integrantes de la Asociación Detrás del Puente, que decidieron recrear la historia que Comodoro, y puntualmente Kilómetro 5, tiene con el tren que unió la ciudad con Sarmiento y los campamentos petroleros; una vía de comunicación que tuvo su último paso en 1978, cuando las vías comenzaron a ser nostalgia y pasado.

Ellas son Sinegcia Gonzalez, Raquel Torres, Mabel Jensen, Celia Guerreiro e Itala Condina, vecinas del barrio de zona norte que se encargan de mantener viva la llama de la historia y contagiar a las nuevas generaciones, el principal reto de esta aventura.

El comienzo de todo 

Cuenta Raquel a ADNSUR que un grupo del Centro de Jubilados de Kilómetro 3 fueron los primeros invitados por iniciativa de vecinas de Kilómetro 5. Ese día la recorrida culminó con un té en el Centro de Promoción Barrial a donde Raquel llegó con su auto.


La mujer recuerda que fue una tarde única. Además de Torres también participaron Mabel Jensen, Viola de Narvaez, Raquel Pérez, entre otras mujeres.

Desde entonces, el grupo de tías, con algunas nuevas integrantes y otras que ya no están, recrea la historia del ferrocarril, una iniciativa que se sumó a la propuesta de Turistas por un Día; actividad municipal de recuperación histórica y difusión de los atractivos de Comodoro.

Las tías se han vuelto parte de los atractivos ferroviarios, pero no solo en la Estación Talleres de Kilómetro 5, sino también en otros eventos, como cuando se colocó la réplica del reloj que tenía la Estación Central, sitio donde funciona el Museo Ferroportuario; la Feria de las Colectividades Extranjeras o la Expo Turismo en el Predio Ferial. “Como dicen las chicos fue un golazo”, dice Torres entre risas.

Volver al pasado 

La iniciativa forma parte de las actividades de la Asociación Detrás del Puente, una entidad que inició en 2006, luego del centenario de Kilómetro 5, por iniciativa de Torres y otro grupo de personas que quisieron recuperar la historia del barrio.


Su objetivo, como dice Lia Navarro, otra integrante de la entidad, es que sean un puente entre el patrimonio y la comunidad y le den valor a esos edificios que tienen un importante sello pero hoy carecen de funcionamiento. “Esto es la posibilidad de que la gente se imagine como era la vida de esos bienes patrimoniales que están todos cerrados y que en 13 años de gestión no hemos podido lograr abrirlos para uso actuales y necesarios de la población de Kilómetro 5. Se nos hace muy difícil crear conciencia sobre el patrimonio en edificios donde las nuevas generaciones no han vivido, no tienen experiencias y nos han creado recuerdos. Entonces el rol que tienen las tías es fundamental, porque desde la simpatía, las anécdotas propias y desde la emoción permiten darle valor al pasado”, indica.

Las tías de Kilómetro 5, que llegaron en barco de otros países y nunca se fueron, recrean una época en que funcionaba el kiosco de Roblerito, el diariero del barrio que además vendía golosinas; y la llegada del tren a la Estación Talleres. Está tan bien pensada la idea que con sonido ambiente se escucha el arribo de la locomotora y la voz de un guarda que anuncia la llegada del tren.

Sin duda trata de una actividad que mezcla la nostalgia y la pasión por el barrio, algo que sabe bien Torres, quien vive en el sector desde que tenía 3 meses, cuando su papá recibió de YPF una casa.

“Me crié en barrio Cemento hasta los 11 años y ahí me fui a Azcuénaga. Ahí salí vestida de novia, casada”, recuerda entre risas. “Yo soy fanática, me encanta la historia y contarla a los chicos, porque este pueblo debería ser premiado como lugar histórico. Ahora no podemos hacer nada porque somos todos personas de riesgo, pero seguimos haciendo trámites por la gamela, por el lanchón que ya se quemó el 50% y la pasarela que ya se cayó. Los viejos vivimos de nostalgia”, admite.

Mabel Jensen siente lo mismo que Raquel. En su caso nació en Bariloche y toda la vida estuvo ligada al ferrocarril a través del trabajo de su padre. Vivió en Esquel e Ingeniero Jacobacci, otros pueblos con historia ferroviaria, y en la década del 90, cuando el sistema de trenes en la patagonia ya era parte del pasado, se mudó a Comodoro tras los pasos de su hija, que vino a estudiar a la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco.

“Me acuerdo que papá salía a las cuatro de la mañana a auxiliar una máquina. Él era el encargado de las máquinas en Bariloche y después cuando tenía 11 años lo trasladaron a La Trochita, Esquel. Yo he contado mi historia en Turismo por un Día, porque al tener papá ferroviario teníamos un pasaje en camarote por año y esos viajes no puedo explicarlos. Íbamos de Bariloche a Buenos Aires y mamá llevaba para el desayuno café con leche condensada, era algo único”.

Mabel admite que recrear la historia del tren es algo muy profundo, divertido y de mucha nostalgia. “A la gente le encanta y le gusta escuchar cuando vos le contás historia vivida. No es un cuentito, es lo que vivimos en nuestra infancia, nuestra adolescencia. En mi caso a través de un papá ferroviario, es la historia viva de uno”, sentencia, esperando que pronto puedan volver a caracterizarse y seguir transmitiendo la historia de una época dorada de la ciudad que se debe recuperar. ADNSur.com