Historia Ferroviaria
En su libro “Aventuras sobre rieles patagónicos”, el comodorense Alejandro Aguado, ilustra y describe con lujo de detalle la historia del ferrocarril y su importancia por sedimentar las bases de Comodoro y la región. En una entrevista, comentó a Crónica sobre la producción del libro, anécdotas y su labor como ilustrador para recuperar nuestra historia.
La historia del ferrocarril Comodoro Rivadavia - Colonia Sarmiento se remonta a 1896. En un primer momento, el Perito Francisco Moreno, tras explorar gran parte del territorio de Patagonia, propuso la creación de un ferrocarril que uniera la cordillera de los Andes con la costa, entre los paralelos 42 y 47. Luego esa propuesta sería adoptada por un conocido de Perito Moreno, Juan Plate. “Él ideó un proyecto, incluso empezaron la limpieza de la tierra para hacerlo, pero al final no se concretó. Entonces luego el Estado toma ese proyecto, le hacen algunas modificaciones y ése es el que se concreta”, explicó Aguado.
Fue así que en 1908 la ley de Fomento de los Territorios Nacionales dispuso la ejecución de la línea férrea que uniera el puerto de Comodoro Rivadavia con el Lago Buenos Aires, en la zona cordillerana. En el año 1910 se iniciaron los trabajos de construcción de la Estación del Ferrocarril de Comodoro Rivadavia. Sin embargo, en el año 1914 los trabajos llegaron hasta la localidad de Sarmiento donde fueron detenidos en forma definitiva.
Coche motor Ganz Mavag que recorría Comodoro Rivadavia - Colonia Sarmiento (Provincia de Chubut)
Así, el ramal a Sarmiento quedó conformado por las siguientes estaciones: Comodoro Rivadavia o estación cabecera, apeadero de Km 3 (sede de la administración de YPF), Km 5 o Estación Talleres (barrio ferroviario y sede de los talleres y almacenes del ferrocarril), Km 27 o Diadema (sede de la empresa petrolera Diadema), Escalante, Pampa del Castillo, Holdich, Km 96, Cañadón Lagarto, Km 117, Valle Hermoso, Km 162 o Hermitte, Colhué Huapi y Sarmiento. A esas estaciones se les sumaban las de otros ramales secundarios situados en inmediaciones del casco céntrico de Comodoro Rivadavia.
Alejandro Aguado, ilustrador, escritor e investigador comodorense comenzó a interesarse sobre la historia del ferrocarril a mediados de la década del 90. “En esa época dibujaba para un suplemento de historietas de Crónica, y cuando empecé a recorrer los alrededores de Comodoro encontré varios pueblos abandonados; vi que algo los unía: el riel. Ahora no quedó nada de todo eso, pero en ese momento estaba casi todo. Entonces empecé a recorrer y fui encontrando estos pueblitos para dibujar.
Así, me empezó a interesar el tema porque además noté que había muy poco publicado”.
Fue así que Aguado comenzó a entrevistar viejos ferroviarios y pobladores, de los “pueblitos” abandonados parte del ramal Comodoro-Sarmiento y en el transcurso de un año y medio fue montando la primera edición de “Aventuras sobre rieles patagónicos”.
“Este ramal era justamente el menos conocido de toda la Patagonia, más allá de ser uno de los más importantes. Entonces desde la Asociación de Ferroviarios a nivel nacional se contactaron conmigo y me empezaron a aportar información que iban encontrando”, declaró.
Estación Comodoro Rivadavia del Ferrocarril Patagónico
En su investigación basada en entrevistas, charlas con antiguos pobladores, y visita a los que fueron las antiguas estaciones, Aguado descubrió que los ferroviarios “amaban su trabajo. Era un trabajo muy especial, que generaba un ambiente de familia entre ellos”, según sus palabras.
Fascinación por los pueblos.
En su recorrida por los pueblos, el que más le impactó a Aguado fue Cañadón Lagarto, que durante las primeras décadas del siglo pasado, su economía fue tan importante que compitió y superó ocasionalmente a la de la población de Comodoro Rivadavia.
En su libro, Aguado explica que los comercios allí instalados, basaban su economía en el movimiento generado por las tropas de carros, ovejeros y estancieros vecinos que acercaban la producción anual de lana, para ser transportada por medio del ferrocarril al puerto de Comodoro Rivadavia. “Era un pueblo que fue olvidado. Llegó a ser punta de riel en el año 1909 más o menos, el riel llegaba hasta ahí mientras continuaban trabajando en todo lo que era Sarmiento, entonces ahí confluía todo lo que era el transporte de lana. Llegaron a entrar entre 2000 y 2500 caballos por semana. Era tremendo. Había hoteles, almacenes, de todo.
Vas ahora y lo que hay es un cementerio y nada más”. Agregó, “Entonces una de las cosas que me impactó ver, es toda la historia de la vida que generaba el paso del ferrocarril en los pueblitos a los que le dio vida y que todo eso se perdió”.
Además del ramal general que iba hasta Sarmiento, Aguado destacó la importancia de transporte que otorgaba los otros ramales locales. “Acá en Comodoro había un ramal que iba a km 8 y otro que iba a Astra. Después estaban los ferrocarriles de YPF que se utilizaban para movimientos internos y el ferrocarril del puerto que era independiente del ferrocarril general”.
Ilustrar para recuperar la historia
“Yo trabajé con una ilustración bastante realista, para reflejar cómo era y hacer una reconstrucción histórica, una especie de identikit de época y su vez está la interpretación del autor, la mano del autor”, explicó Aguado. Además de tener estas ilustraciones que retratan la época, en su última edición del libro, el autor logra recopilar más de 100 fotos, la mayoría inéditas, del tendido del ferrocarril, las diversas estaciones y de sus trabajadores y usuarios.
En su compromiso de recuperar la historia, Aguado rescata el poder “ser consciente de que en el mismo lugar donde estamos viviendo, había otro mundo que ahora ya no existe”. Teniendo en cuenta además que, en su momento, el ferrocarril fue la vanguardia de época en cuanto a tecnología. “Por ejemplo, la gente que venía de Comodoro a Sarmiento, en general se tardaba unos 3 o 4 días según ibas en caballo o en carreta. Entonces lo que me contaba la gente de Sarmiento, es que cuando tomaban el ferrocarril podían llegar con la ropa limpia. Algo tan básico. En el ferrocarril podías ir cómodo, sentado, tomando mate, comiendo, porque tardaba varias horas en llegar. Entonces llegabas a destino y tenías la ropa limpia. Algo que hoy a nosotros nos parece impensable”.
Es así que, según Aguado, esos pequeños detalles son los que le han dado color a la historia. “Es parte de los que somos, nosotros venimos de ahí entonces se trata de poder recuperar ese patrimonio histórico”. Con información del libro “Aventuras sobre rieles patagónicos” de Alejandro Aguado.Crónica.com