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Muchos platenses saben que formo parte de un movimiento que batalla para que el ferrocarril Roca electrificado llegue a Estación La Plata soterrado, de manera de lograr un servicio eficiente en frecuencia y seguridad y a la vez devolver a la Ciudad la Avenida 1 con la consiguiente integración de los postergados barrios de “el otro lado de la vía” como el “Hipódromo o Tolosa”. Hemos ofrecido alternativas, como por ejemplo que el tren pare provisoriamente en Estación Ringuelet o Tolosa dando así un servicio cercano y a la vez permitir que la ciudadanía platense pueda discutir sobre la mejor manera de entrada a la Ciudad.
Sobre todas las cosas nos ha movilizado la oposición al bajo nivel vehicular que las autoridades inconsultamente han determinado hacer en 1 y 32. Lo hemos hecho por varias razones: porque el mismo, a un elevadísimo costo de más de 20 millones de dólares, impondrá la entrada del tren a nivel y construirá una formidable barrera arquitectónica que dividirá la Ciudad de una manera terminal.
Un nuevo tren Sarmiento en el Siglo XXI. Los paliativos como puentes o túneles serán caros, ineficientes y sobre todo tardíos ya que como ha pasado en casos similares habrán costado muchas vidas antes de ser resueltos. Sólo baste decir que si con el tren Diésel y frecuencia de entre 30 y 45 minutos había un accidente por semana lo que pasará con el eléctrico, más veloz, silencioso y con frecuencias de 8 minutos será inimaginable.
No es menor destacar que la obra del bajo nivel vehicular destruirá la rambla de la avenida 32 por cerca de 800 metros (entre la calle 4 y la calle 117) destruyendo a su paso el patrimonio arbóreo y urbanístico al quitar verde y trocarlo por cemento. Por último la obra decretará la virtual muerte del centro comercial de calle 2 en Tolosa que pasará a tener cuasi nula conectividad
No hemos sido escuchados y desde hace 18 meses nuestra voz ha caído en el más profundo cesto de residuos de la política de los Ejecutivos de todos los niveles. Sólo un puñado de comprometidos Concejales Platenses, Diputados y Senadores han hecho suyo el reclamo.
La prédica durante este tiempo intentó, como corresponde a la toma de decisiones en democracia, transitar todos los caminos que la institucionalidad prevé. Sobre todo se demandó y se ofreció el diálogo que se nos negaba. La solicitud de audiencia pública fue requerida una y otra vez.
También se debe decir que en este derrotero se han recibido una enorme cantidad de adhesiones y también es bueno decirlo críticas realizadas de buena fe por gente que creyó ver en nuestra acción una posición contraria a la llegada del Ferrocarril. A ellos sólo corresponde decir que nuestra tarea no retrasó un solo segundo al ferrocarril y si hubo demoras e incomodidades para los usuarios ellas se deben pura, exclusiva y terminantemente a errores o falta de planificación de quienes llevaron adelante la obra.
También un párrafo a quienes nos han denostado interesadamente pues bien sabían de lo que hablábamos y sólo lo hacían para beneficiar a intereses que seguramente la historia develará. Todos ellos comprenderán que el dinero no es todo en la vida.
Dicho esto se deben hacer algunas reflexiones en torno a la llegada “como sea” del tren a La Plata vista la febril tarea (después de dos años sin tren) que desarrollan una gran cantidad de operarios en estos días.
Toda la tarea, pero en particular la obra civil, se realiza con la precariedad e improvisación de lo que se conocía como estación de “punta de riel”, donde la estación y sus instalaciones se iban armando a medida que se prolongaba la vía con elementos cargados sobre el mismo ferrocarril. Como muestra mírese los trabajos realizados en los andenes de 1 y 44 (Estación Central de la Capital de la Provincia de Buenos Aires) improvisados con caños de andamio y maderas o la forma de tensar las catenarias o la colocación de columnas sobre la calzada de la calle 1.
Pareciera que sólo lo que importa es que el tren llegue. Como sea.
Si los encargados de la obra no han pensado ni siquiera en lo que está directamente relacionado con la obra como por ejemplo los andenes o la seguridad vial de las propias instalaciones que colocaron, menos han de haber pensado en lo que significa usar la Ciudad paro los que tienen cruzar la vía para ir, por ejemplo a una escuela, un hospital o una comisaría.
El mapa de riesgo que publicó EL DIA días atrás grafica elocuentemente la barrera urbana que la falta de planificación construirá con la entrada a nivel del tren eléctrico.
Siempre hemos dicho sí al tren pero como tiene que ser, sin ser una pesada carga de accidentes y muertes para la Ciudad.
La Plata merece una consideración distinta y mejor que la que se le está teniendo con esta obra. La lucha por el transporte público eficiente y seguro para el pasajero ha sido, es y será una lucha de todos los platenses pero la misma debe saber que ese pasajero en el mismo instante que desciende del tren vuelve a ser peatón y por lo tanto merece una Ciudad que lo contenga, le otorgue seguridad y le permita vivir en plenitud.
Cuando lo necesite además podrá tomar el tren. Ese que todos queremos.Por Arq. Gustavo Cremaschi para Diario El Día de la La Plata
Muchos platenses saben que formo parte de un movimiento que batalla para que el ferrocarril Roca electrificado llegue a Estación La Plata soterrado, de manera de lograr un servicio eficiente en frecuencia y seguridad y a la vez devolver a la Ciudad la Avenida 1 con la consiguiente integración de los postergados barrios de “el otro lado de la vía” como el “Hipódromo o Tolosa”. Hemos ofrecido alternativas, como por ejemplo que el tren pare provisoriamente en Estación Ringuelet o Tolosa dando así un servicio cercano y a la vez permitir que la ciudadanía platense pueda discutir sobre la mejor manera de entrada a la Ciudad.
Sobre todas las cosas nos ha movilizado la oposición al bajo nivel vehicular que las autoridades inconsultamente han determinado hacer en 1 y 32. Lo hemos hecho por varias razones: porque el mismo, a un elevadísimo costo de más de 20 millones de dólares, impondrá la entrada del tren a nivel y construirá una formidable barrera arquitectónica que dividirá la Ciudad de una manera terminal.
Un nuevo tren Sarmiento en el Siglo XXI. Los paliativos como puentes o túneles serán caros, ineficientes y sobre todo tardíos ya que como ha pasado en casos similares habrán costado muchas vidas antes de ser resueltos. Sólo baste decir que si con el tren Diésel y frecuencia de entre 30 y 45 minutos había un accidente por semana lo que pasará con el eléctrico, más veloz, silencioso y con frecuencias de 8 minutos será inimaginable.
No es menor destacar que la obra del bajo nivel vehicular destruirá la rambla de la avenida 32 por cerca de 800 metros (entre la calle 4 y la calle 117) destruyendo a su paso el patrimonio arbóreo y urbanístico al quitar verde y trocarlo por cemento. Por último la obra decretará la virtual muerte del centro comercial de calle 2 en Tolosa que pasará a tener cuasi nula conectividad
No hemos sido escuchados y desde hace 18 meses nuestra voz ha caído en el más profundo cesto de residuos de la política de los Ejecutivos de todos los niveles. Sólo un puñado de comprometidos Concejales Platenses, Diputados y Senadores han hecho suyo el reclamo.
La prédica durante este tiempo intentó, como corresponde a la toma de decisiones en democracia, transitar todos los caminos que la institucionalidad prevé. Sobre todo se demandó y se ofreció el diálogo que se nos negaba. La solicitud de audiencia pública fue requerida una y otra vez.
También se debe decir que en este derrotero se han recibido una enorme cantidad de adhesiones y también es bueno decirlo críticas realizadas de buena fe por gente que creyó ver en nuestra acción una posición contraria a la llegada del Ferrocarril. A ellos sólo corresponde decir que nuestra tarea no retrasó un solo segundo al ferrocarril y si hubo demoras e incomodidades para los usuarios ellas se deben pura, exclusiva y terminantemente a errores o falta de planificación de quienes llevaron adelante la obra.
También un párrafo a quienes nos han denostado interesadamente pues bien sabían de lo que hablábamos y sólo lo hacían para beneficiar a intereses que seguramente la historia develará. Todos ellos comprenderán que el dinero no es todo en la vida.
Dicho esto se deben hacer algunas reflexiones en torno a la llegada “como sea” del tren a La Plata vista la febril tarea (después de dos años sin tren) que desarrollan una gran cantidad de operarios en estos días.
Toda la tarea, pero en particular la obra civil, se realiza con la precariedad e improvisación de lo que se conocía como estación de “punta de riel”, donde la estación y sus instalaciones se iban armando a medida que se prolongaba la vía con elementos cargados sobre el mismo ferrocarril. Como muestra mírese los trabajos realizados en los andenes de 1 y 44 (Estación Central de la Capital de la Provincia de Buenos Aires) improvisados con caños de andamio y maderas o la forma de tensar las catenarias o la colocación de columnas sobre la calzada de la calle 1.
Pareciera que sólo lo que importa es que el tren llegue. Como sea.
Si los encargados de la obra no han pensado ni siquiera en lo que está directamente relacionado con la obra como por ejemplo los andenes o la seguridad vial de las propias instalaciones que colocaron, menos han de haber pensado en lo que significa usar la Ciudad paro los que tienen cruzar la vía para ir, por ejemplo a una escuela, un hospital o una comisaría.
El mapa de riesgo que publicó EL DIA días atrás grafica elocuentemente la barrera urbana que la falta de planificación construirá con la entrada a nivel del tren eléctrico.
Siempre hemos dicho sí al tren pero como tiene que ser, sin ser una pesada carga de accidentes y muertes para la Ciudad.
La Plata merece una consideración distinta y mejor que la que se le está teniendo con esta obra. La lucha por el transporte público eficiente y seguro para el pasajero ha sido, es y será una lucha de todos los platenses pero la misma debe saber que ese pasajero en el mismo instante que desciende del tren vuelve a ser peatón y por lo tanto merece una Ciudad que lo contenga, le otorgue seguridad y le permita vivir en plenitud.
Cuando lo necesite además podrá tomar el tren. Ese que todos queremos.Por Arq. Gustavo Cremaschi para Diario El Día de la La Plata