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12 de agosto de 2019

Es necesaria una estrategia ferroviaria para que Argentina se desarrolle

Actualidad

La historia obliga a no repetir errores y concretar inversión real en trenes. La cuestión va más allá de la reducción de costos en fletes y abarca lo social.

El proceso de globalización económica que precedió a la Gran Guerra nos mostraba a América Latina como una de las regiones más dinámicas del mundo. En el marco de ese modelo de crecimiento la expansión de las redes de transporte fue una condición para potenciar el dinamismo económico del país. Así el proyecto de inserción de la Argentina en el mercado mundial como nación agroexportadora implicó la utilización de un medio transporte que permitiera acercar los productos de su zona de producción a los puertos y a la vez la llegada de materiales y herramientas al interior, hablamos del ferrocarril.

Las tendencias del comercio mundial realzan la potencia de los trenes

Fue así que las primeras ciudades argentinas estuvieron asociadas a las vías de circulación. El ferrocarril ocupó el espacio, integró el territorio, facilitó el poblamiento y el desarrollo.


Todo se movió a su ritmo. Fue un factor vital en los espacios agrarios. Contribuyó a radicar familias en el espacio rural, fertilizar tierras, modernizar métodos de cultivo, introducir nuevas espacies vegetales, buscar salidas portuarias alternativas y más. La construcción de vías férreas avanzó, a comienzos de 1890 su extensión era de 9.397 km y diez años después 16.500 km.

Con la intervención de intereses ingleses, el tendido de las líneas en manos del Estado apuntó al progreso y desarrollo de las regiones más alejadas, adquirió fisonomía particular merced a una clara diferenciación entre la zona pampeana. Para el resto del país los ferrocarriles, por no resultar de interés por su baja rentabilidad, fue tarea del Estado. Pasada la Segunda Guerra Mundial, con el sistema ferroviario saturado y deteriorado, hay un punto de inflexión durante el gobierno del General Juan Domingo Perón, quien mediante un decreto del año 1948, impulsará la nacionalización de todas las líneas del país, y la Empresa de Ferrocarriles del Estado Argentina (EFEA).

No obstante dicha proeza histórica, la decadencia del ferrocarril argentino fue en paralelo al surgimiento de la industria automotriz. La construcción de caminos, la aparición del automóvil y el camión pusieron en jaque a los trenes, en competencia por el transporte de cargas de distancia corta y los despachos chicos de encomiendas. En efecto, un sucesión de errores derivan en el desarme sistemático de uno de los recursos más importantes del país y se potencia durante el gobierno de Arturo Frondizi.

Todo esto en virtud del Plan Larkin un estudio de racionalización y modernización de los medios de transporte de Argentina -excepto el aéreo- elaborado por el general e ingeniero estadounidense Thomas B. Larkin con apoyo del Banco Mundial. Su parte más controvertida y conflictiva fue la reducción de la red ferroviaria nacional. Tales efectos se replicaron durante la dictadura cívico-militar de 1976 y alcanza un punto inaudito en el gobierno de Carlos Menem, que en 1992 efectivizó la concesión ferroviaria al sector privado.


La decisión brinda marco legal a la desmantelación del servicio público de trenes y la liquidación de la Empresa Ferrocarriles Argentinos y tuvo terribles consecuencias para las economías regionales y cientos de pequeños pueblos que quedaron aislados. El saldo en pérdida de puestos de trabajo ferroviarios se cifró en 90.000 puestos, según estimaron los sindicatos del sector.

A la fecha las nuevas tendencias del comercio mundial, con grandes volúmenes de carga y distancias recorridas realzan la potencia indiscutible de los trenes, principalmente por los altos costos del transporte automotor. El Sistema Ferroviario de Cargas (SFC), contaba en 1947 con una longitud de 47.000 km hoy no llega a los 19.000 km.

El contraste es apreciable, la red de operación de alrededor de 18.000 km cuenta con el Belgrano Cargas y Logística en una red de operación de unos 9.038 km, comunicando 17 provincias, siendo vital su importancia geoestratégica, para conectar una amplia extensión del territorio argentino. El restante 50% del total nacional es cubierto por 3 empresas concesionadas (NCA, FEPSA y FSR)

Lamentablemente para Argentina, debido a la antigüedad y obsolescencia del material rodante y sumado a la baja inversión en infraestructura ferroviaria, se llegó a una reducción persistente en los volúmenes de movimiento de cargas en los últimos años. Es evidente que si tomamos en cuenta las ventajas del transporte ferroviario sobre el carretero en grandes distancias, urge complementar el transporte automotor de la producción con una mayor utilización del tren.

Sin inversión ferroviaria no hay futuro mejor que esperar. El continuo aumento del precio de los combustibles (en términos de costos, el consumo energético del ferrocarril comparado con el camión es menor en una proporción de cuatro a uno), la menor siniestralidad (se calcula en diez veces menos a los automotores), su mayor vida útil (cerca de 60 años), son solo algunas de las ventajas comparativas que demuestran esa necesidad.

El sistema de transporte debe privilegiar el eje transversal en Argentina

Hay espejos globales al alcance de quién desee certificar la relevancia del tren como una vía de progreso y desarrollo genuino y nacional, el crecimiento acelerado de países como China e India, están desplazando los flujos de mercancías hacia el eje del Pacífico, lo que pone en evidencia la necesidad de pensar y sobre todo poner en marcha un sistema de transporte que privilegie el eje transversal en la Argentina, y que permita a futuro, la unión de los dos océanos.

Las evidencias no dejan dudas, nuestro país tiene que trabajar fuertemente en los próximos años para aumentar las cargas transportadas a través de esta modalidad. De hecho es la propuesta manifiesta de empresarios nacionales y el arco sindical ferroviario. No puede haber dudas que incrementando las inversiones por parte del estado, y promoviendo una mayor competencia entre operadores del sistema ferroviario de cargas, se alcanzará en plazos sorprendentes la disminución de los costos logísticos y el aumento de los volúmenes de carga transportada.

Sin dejar de consignar que como servicio de transporte y como una “industria de industrias” el sistema ferroviario puede y debe alentar un shock de relevantes niveles de empleo en actividades directas e indirectas, hablamos de trabajo digno, producción, capacitación y desarrollo de economías regionales imprescindibles para alcanzar el país federal que nos merecemos.BANegocios.com

14 de octubre de 2017

Ferrocarriles. Instalación en la Agenda Política

Nota de Opinión

Por: Roberto Manuel Vecchi (Movimiento Nacional Ferroviario)

El sistema ferroviario argentino permitió la articulación territorial de nuestro país, llegando en su desarrollo a convertirse en vanguardia del continente latinoamericano hasta mediados del siglo pasado. Precisamente  desde 1955 viene sufriendo las consecuencias de políticas destructivas que llevaron al estado calamitoso que tenemos actualmente.

Con administraciones desastrosas y una campaña de desprestigio se fue abonando el camino para que en la década del 90 se procediera a la privatización y el cierre de ramales.



A casi tres décadas de estas decisiones podemos observar los nefastos resultados. Los concesionarios del transporte de carga no cumplen un servicio público ni enmarcan su actividad dentro de un proyecto de desarrollo de nuestro país.  Obtienen enormes ganancias a expensas de los bienes y subsidios del Estado, destruyen gran parte de la red, locomotoras y vagones e incumplieron las clausulas contractuales con la vista gorda que hicieron las autoridades.

Lo mismo ocurre con las líneas metropolitanas de transporte de pasajeros concesionadas que quedan, sobre todo en la poca transparencia de los subsidios estatales que reciben para prestar un pésimo servicio.

Aún con sus problemas cuando los ferrocarriles los operaba la antigua Ferrocarriles Argentinos, a pesar de los ataques, clausura y recortes de presupuestos que sufría permanentemente, llegaba con servicios de pasajeros y carga a todos los rincones de la red, y  las vías y vehículos se mantenían en buen estado de funcionamiento, cosa que los privados nunca pudieron conseguir; y resultaban menos onerosos para el fisco que las líneas concesionadas.

Cuando se discurre sobre el ferrocarril en Argentina parece que coexistieran dos realidades diferentes que subsisten simultáneamente desligadas y enfrentadas entre si.

Por un lado está la realidad expuesta por la mayor parte de la  dirigencia política, los medios de comunicación y el poder económico, socios en la globalización; para los cuales el ferrocarril es absolutamente secundario, innecesario, algo asociado al pasado, decadente, deficitario e inútil, ajeno a los intereses nacionales.

En contraposición está la otra realidad, dramática y dolorosa; la de miles de pueblos que desaparecieron o están en vía de hacerlo, productores y economías regionales que son arruinados por los costos de fletes del transporte automotor, millones de personas que anhelan y piden QUE VUELVA EL TREN.  Por eso tenemos que llevar a nuestros vecinos, compañeros de trabajo o estudio, a la sociedad toda, los argumentos para valorar las ventajas y posibilidades  de contar con un sistema ferroviario

Por qué defendemos el ferrocarril

El ferrocarril como medio de transporte tiene ventajas e inconvenientes. Los inconvenientes para el ferrocarril son las altas y abruptas elevaciones, pero Argentina tiene un territorio preeminentemente plano y se puede llegar a casi todas las capitales provinciales sin tener que sortear grandes accidentes geográficos, por lo que los inconvenientes para este sistema se ven reducido al mínimo. 

Por otro lado, dada la inmensa extensión de nuestro territorio con recursos diversos dispersos en toda la geografía, el ferrocarril resulta el medio más  idóneo y conveniente para el transporte de cargas y pasajeros ya que es mucho más económico que el transporte automotor y aéreo, tiene mayor capacidad de transporte, es mucho más seguro, mas rápido y sin dudas más cómodo para los pasajeros, es menos contaminante y el único medio por ahora que puede funcionar exclusivamente con energía eléctrica, que es más económica, limpia y puede provenir de fuentes renovables que nuestro país tiene en abundancia.  

Además el ferrocarril tiene la ventaja de poder funcionar efectivamente bajo cualquier condición climática, y las vías, con un adecuado mantenimiento, tiene un tiempo de vida útil muchísimo más prolongada que una ruta. El funcionamiento de los trenes descongestionaría las carreteras con lo que los accidentes viales se reducirían considerablemente. Los vehículos ferroviarios, con un mantenimiento adecuado, poseen una durabilidad superior a cualquier otro medio. Tanto el mantenimiento como la reparación puede hacerse, y se hacía, en talleres del propio ferrocarril, y en Argentina se fabricaban locomotoras, coches motores, trenes eléctricos, coches,  vagones, rieles y demás elementos que requiere el sistema, lo cual le otorgaba a nuestro país una autonomía tecnológica que el transporte automotor y aéreo no tienen.

Por las características de nuestro país y las ventajas del sistema, el ferrocarril resulta económica y estratégicamente conveniente para el Estado, para las personas y para todas las actividades productivas agropecuarias e industriales, con el adicionamiento de permitir que los recursos de la nación permanezcan en el país, y producir nuevos empleos en todas las regiones, incluso en aquellos pueblos pequeños. Lejos de ser el pasado, el  ferrocarril constituye una herramienta moderna para plantear el desarrollo sustentable de la nación.

La política ferroviaria de Macri 

La actual administración viene priorizando el desarrollo del transporte de carga en consonancia con los intereses de los grandes grupos económicos locales y extranjero.

Así vemos como el Estado facilita e invierte en la recuperación de ramales o en la construcción de los mismos atendiendo las necesidades de las empresas petroleras que operan en el yacimiento Vaca Muerta en la provincia de Neuquén o en el norte para llevar la producción de la Aceitera General Deheza al puerto de Rosario para citar solo algunos ejemplos. Mientras tanto condena al olvido el transporte de pasajeros del interior e incluso acaba de promulgar el Decreto 562/17 que autoriza al Ministro de Transporte a clausurar ramales de manera definitiva y a disponer de los bienes ferroviarios.

Dicho Decreto no especifica que áreas se prevé clausurar y levantar el material que se piensa vender, y lo que es peor, no está apoyado en algún informe que avale la inutilidad del material a vender, ni  la necesidad de nuevas clausuras. Esto constituye un nuevo ataque al sistema ferroviario y al patrimonio nacional, sin considerar  los verdaderos y legítimos intereses y necesidades de la nación.

Desde el interior de la Provincia de Buenos Aires convocamos a: 

Repudiar el Decreto 652/17, difundiendo su contenido y articulando acciones legales para su derogación. Generar actividades como un  abrazo a las Estaciones ya sea para pedir que vuelva el Tren donde fue levantado el servicio o que se brinde un servicio acorde a las necesidades de los pueblos y localidades allí donde se mantiene un funcionamiento mínimo e insuficiente.

25 de septiembre de 2017

El futuro de la movilidad sostenible viaja en tren

Informe Ferroviario

* El ferrocarril acapara el 8% del transporte mundial, pero el volumen de gases de efecto invernadero que genera se sitúa en el 3,5%

* Entre 1975 y 2013, este medio de transporte logró reducir en un 63% en el caso de viajeros y un 48% en el caso de mercancías sus emisiones de CO2

El Acuerdo de París de 2015 puso de manifiesto la preocupación ante el cambio climático y, muy particularmente, frente al creciente calentamiento global. En un principio, el texto que firmaron 195 países planteaba la necesidad de superar la quema de combustibles fósiles para 2050, lo que hubiera implicado el abandono de la explotación del 82% de las reservas de carbón, el 40% de las de gas y el 33% de las de petróleo. Sin embargo, los países con grandes explotaciones petroleras evitaron el acuerdo unánime en este punto.


En cualquier caso, el documento final sí se compromete a tomar todas las medidas necesarias para mantener el aumento de la temperatura media mundial a final de siglo por debajo de 2°C sobre los niveles preindustriales.

Cambios sustanciales en el transporte

Entre los aspectos fundamentales para conseguir un control del calentamiento global se encuentra un cambio sustancial en el transporte de las personas y mercancías hacia modos más eficientes, así como hacer un mejor uso de los modos de movilidad, reduciendo el consumo de energía final y las emisiones de CO2 (dióxido de carbono) en el sector, que es el responsable, por ejemplo, del 40% del consumo energético en España.

Según datos de la Agencia Internacional de la Energía (IEA, siglas en inglés) y de la Unión Internacional del Ferrocarril (UIC), el transporte es responsable del 23% de los gases de efecto invernadero (GEI) por consumo de combustible y se espera que la demanda de movilidad mundial de viajeros y mercancías se duplique entre 2010 y 2050, como consecuencia de la globalización económica y la pujanza de los mercados.

Mientras que el 8% del transporte mundial se hace por ferrocarril, el volumen del GEI que genera es del 3,5% porque las emisiones de CO2 del ferrocarril son sustancialmente menores que las de otros modos de transporte como el coche o el avión. Las emisiones de CO2 específicas del ferrocarril se han reducido un 63% en el caso de viajeros y un 48% en el caso de mercancías entre 1975 y 2013.

Así pues, el ferrocarril es uno de los elementos centrales para una economía baja en carbono y el impacto de los servicios de alta velocidad en España durante los primeros 25 años lo pone de manifiesto.

El Tren de Alta Velocidad, el menos contaminante

Ya en 2010, un estudio de la  Fundación de los Ferrocarriles Españoles publicado en la revista  Transportation Research Record confirmaba que los trenes de alta velocidad consumen de media y por pasajero transportado un 29% menos de energía que los trenes convencionales, además de reducir las emisiones de CO2 en la misma proporción.


Por otra parte, el estudio señalaba que El AVE evita la emisión de 3 kg de CO2 por pasajero en relación a otros trenes, pero si se examina en conjunto lo que deja de emitir un viajero que no usa el coche ni el avión esa cifra se eleva hasta los 31 kg de CO2, una cantidad de gas que ya no llega a la atmósfera.

Asimismo, según distintos estudios comparativos, la actividad de transporte de Renfe en los servicios de alta velocidad entre 1992 y 2016, tanto de larga distancia como de media distancia (346 millones de viajeros), han permitido un ahorro para la sociedad estimado en 4.286 millones de euros si se evalúa en términos económicos el impacto sobre el cambio climático, la contaminación y la tasa de accidentes que habría comportado realizar el transporte por otros medios.

Este supuesto además habría conducido a un aumento de las emisiones de CO2 por transporte en España de más de 12,9 millones de toneladas y un incremento en el consumo energético de más de 2,6 millones de toneladas equivalentes de petróleo.

El objetivo: un transporte ferroviario de cero emisiones

El 89% del volumen de transporte de viajeros y mercancías de Renfe se desarrolla por redes electrificadas y está, por tanto, parcialmente descarbonizado en base al actual mix eléctrico (53% sin emisiones y 33% renovables). La empresa ya ha reducido su huella de carbono un 56% desde 1990 (año base del Protocolo de Kioto) hasta situarse en 24,2 gr de CO2 por unidad transportada y mantiene activa una estrategia de sostenibilidad y eficiencia energética que incluye un nuevo acuerdo con Adif para profundizar en varias áreas propias del sistema ferroviario, mejora de prácticas de consumo y ahorro de energía o proyectos de innovación para analizar la tracción mediante gas natural licuado o pilas de hidrógeno como potenciales sustitutos del combustible fósil.

Comparada con 1990, la intensidad energética del sector ferroviario (energía final consumida por unidad transportada) ha decrecido un 33% en todo el mundo. Más de un tercio de la energía utilizada en los ferrocarriles es eléctrica y un cuarto de las líneas están electrificadas a nivel mundial. Son datos esperanzadores y que invitan a seguir trabajando por una movilidad sostenible que, a buen seguro, viajará en tren.ElDiario.es (Nota enviada por nuestro colaborador señor Jorge Zatloukal)