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A
poco más de un año de la estatización, el nuevo descarrilamiento muestra el
riesgo de la improvisación.
Sin
tener ahora a quién echarle la culpa, el Gobierno dirá, como acostumbra,
"es un accidente".
Hace
menos de 14 meses, el Gobierno provincial resolvió -intempestivamente y sin
explicitar fundamentos técnicos- estatizar el servicio de Tren a las Nubes, por
entonces a cargo de la empresa Ecotren.
El
anuncio lo hizo el ministro de Turismo, Mariano Ovejero. Algún indiscreto
divulgó en ese momento el mensaje electrónico por el cual el entonces
secretario de Prensa, Juan Pablo Rodríguez, ordenaba al Gabinete elogiar la
decisión como "una muestra extraordinaria de la capacidad de gestión de
Juan Manuel Urtubey".
Todo
el oficialismo salió a aplaudir a coro, pero el más entusiasta fue Pablo
Kosiner, quien aseguró después del descarrilamiento que Salta mostraba el
camino a seguir a las otras provincias.
Además,
prometieron ponerlo al servicio de los salteños -como si antes no lo hubiera
estado-, ampliar los recorridos por la Puna, llegar a nuevas estaciones y
utilizarlo para viajes escolares. Un proyecto "inclusivo", por
supuesto.
El
tren estuvo paralizado durante seis meses; comenzó a funcionar a medias en
abril pasado y este fin de semana volvió a descarrilar.
Cuando
lo estatizaron, el Gobierno provincial atribuyó "incumplimientos" a
Ecotren, pero era evidente la responsabilidad compartida con Belgrano Cargas.
Es
decir, con el Ministerio del Interior y el "ministro ferroviario"
Florencio Randazzo, a cargo del mantenimiento de los rieles, y con el Gobierno
de la Provincia, responsable de la fiscalización.
Hoy
tampoco nada es demasiado claro. No se sabe cuál fue el costo de la
estatización, aunque el administrador, Diego Valdecantos, informó hace unas
semanas que esperaban recuperar el gasto en cinco años.
Tampoco
se sabe con qué capacidad está funcionando.
La
página oficial, en marzo, informaba que el ferrocarril podía transportar 600
pasajeros.
Ahora
ese dato no aparece y Valdecantos habla de un potencial de 400 pasajeros, pero
este año nunca superó los 170.
Hay
un balance pendiente, porque se trata de dineros públicos.
La
inversión fuerte que -se supone- se hizo sería en los rieles. Esa es
responsabilidad del Ministerio del Interior, no de Tren a las Nubes ni de la
Provincia.
Fue
realizada por empleados municipales, aparentemente no especializados, y los
resultados podrían estar reflejados en el "descalce" del sábado.
El
Tren a las Nubes es un ícono del turismo no solo de Salta, sino del país.
Es
una maravilla tecnológica iniciada hace casi 90 años, aprovechada
turísticamente desde principios de los setenta y enmarcada en el gran proyecto
puesto en marcha en 1983 y que llevó a Salta a ubicarse como uno de los centros
receptivos más pujantes hasta que, en 2008, el actual gobierno decidió limitar la
promoción turística al marketing. A pesar de la pérdida de pujanza, la
infraestructura heredada y las cualidades propias de la Provincia garantizan
que el envión se prolongue. Es decir, que el tren solo esté transportando un
tercio de los pasajeros que puede llevar es un indicio de la mala gestión
estatal del servicio.
Pero
lo ocurrido en el túnel Diego de Almagro debería ser un urgente llamado de
atención.
La
vocación estatizante suele ser, en la más inocente de las hipótesis,
generosidad con plata ajena.
Balances
sobre lo ocurrido con el Tren a las Nubes y con el acceso desde General Güemes,
en este caso desde la eliminación del peaje de Aunor, así como estudios mucho más
profundos, comparativos, entre las gestiones privada y pública del servicio de aguas
y del Nuevo Hospital, contabilizando presupuestos y resultados, seguramente,
demostrarían que la improvisación y el amiguismo nunca llevan por buen
camino.ElTribuno.com