El señor Alberto Rubén Logiocco nos envía una historia, "su" historia, una de tantas que contamos en nuestra Crónica Ferroviaria con relación a su amor por el ferrocarril. A nosotros nos pareció bella y muy parecidas a todas aquellas que muchos amantes de los trenes profesamos por este medio de transporte que tanta atracción y pasión nos hace sentir. Pensar que unos poquitos imberbes y vendepatria quisieron (¿y quieren?) hacer desaparecer, pero no lo lograron ni lo lograrán, porque somos muchos los que llevamos en la sangre ese amor por las paralelas de hierro que hace que luchemos para que jamás vuelva a suceder en el país un "ferrocidio" como el que vivimos.
Pero bueno. ¡Basta de cháchara!!! (como dijera el célebre catamarqueño) y vayamos a la historia de Alberto que es la siguiente:
El proyecto que les paso a contar data del año 1996. La historia de mi vida a nivel ferroviario, comienza cuando desde niño quería ser conductor de locomotoras. Esto ocurrió en la ciudad de Pehuajó. Desde muy temprana edad comencé a trabajar en la zona rural donde la estancia quedaba frente a la estación Abel, ramal que cubría los servicios de trenes entre Buenos Aires con General Villegas del ex F.C. Cia. Gral. Buenos Aires.
Lamentablemente, ser ferroviario no fue mi destino por muchos motivos, pero después de cumplir con la Patria (Servicio Militar Obligatorio) me vine a vivir a Buenos Aires, más precisamente por la zona de Florencio Varela. Es por esa localidad donde nace esta historia que les voy a contar y que atestiguo con fotografías.
Como les dije más arriba, siempre me gustó el ferrocarril, y por los "pagos" de Varela, me encontré con vías abandonadas y traté de reflejar mi propia historia con los trenes, comenzando a limpiar la zona sin saber dónde conducían. Metro a metro, durante 4 años, pude limpiar y acondicionar 5 km., todo hecho a pulmón. Para realizar dicha tarea, seguí conquistando más metros de vías hasta lograr lo máximo, 26 km., lo demás......lo habían depredado.
Los kilómetros desmalezados y limpios los mantenía activos, por ese tiempo este ramal (González Catán - La Plata) pertenecía al ONABE y en varias oportunidades pedí que lo protegieran de la depredación que sufría constantemente. Aunque siendo jubilado, hasta solicité que me alquilaran la estación Buchanan, para poder cuidarla de que no se llevaran lo poco que quedaba.
Pero (siempre hay un pero en el ferrocarril) la depredación me tocó y me robaron (digo me robaron porque lo siento mío) 100 metros de vías y ya era imposible reponerlos, lo que me cortaron en dos partes el tramo que había limpiado para poder circular con mi zorrita de vía.
Hice las denuncias correspondientes, pero las vías no volvieron y hoy este Ramal G 3, que como dije más arriba unía González Catán con la La Plata, pertenece a la ADIF SE, administración que me otorgó un permiso "ad honorem" para preservarlo. Creo habérmelo ganado.
He intentado formar muchas veces comisiones para proteger las vías y limpiarlas, pero nadie quiere trabajar y menos gratuitamente, así que la peleo solito y recorro con mi zorrita los kms. que me hacen ilusionar con que soy el conductor de locomotoras que siempre quise ser.
Esta es mi "gran" y simple historia. Espero que a los lectores les haya gustado.