ACTUALIDAD
Cualquier manifestación
pública que bloquee, aun parcialmente, la tradicional avenida 9 de Julio deja
al descubierto que la planificación urbana de la ciudad, lejos de orientarse a
permitir la mejor circulación de millones de peatones y automovilistas, tiende
-innecesariamente- a concentrar su dependencia en un solo centro neurálgico (el
obelisco) poniendo así en crisis la sustentabilidad vial de la ciudad.
La reciente inauguración
del Metrobus en 9 de Julio, que transita sobre la ya existente Línea C, puso en
escena una cuestión fundamental: la riesgosa política de abandono sistemático y
profundo de los subtes por parte del Gobierno de la Ciudad.
La merma interanual
2011-2012 (luego del tarifazo del 127%) es la más significativa en la historia
del subte en la Ciudad.
Lejos de observar esto, el gobierno porteño intentó volver a
aumentar la tarifa un 40% más, al llevarla a $3,5 el viaje (medida pospuesta
por un amparo). En dicha sintonía, la sociedad estatal Subterráneos de Buenos
Aires (SBASE) comunicó que la “tarifa técnica” para mantener los costos de
operación del subte sin necesidad de subsidios asciende a $7,47. ¿Será esa la
“tarifa destino” hacia la que marchemos en cuanto se desactiven los amparos que
le impiden aumentar? Lo cierto es que la política de financiamiento del subte
mediante el bolsillo de los usuarios se condice directamente con la marginación
sistemática que tuvo dicho medio de transporte en el presupuesto desde 2012.
En el “Mensaje de Proyecto
de Presupuesto General 2013”
presentado por el gobierno porteño se desprenden algunas cuestiones que
corroboran lo enunciado. En primer lugar, los servicios económicos aumentan
para el proyectado en 2013 un 14%. La única finalidad que se reduce es,
curiosamente, transporte, en un 4%. El resto de las finalidades del gasto en
servicios económicos aumentan: Ecología 28%, Turismo 38%, Industria y Comercio
5%, Seguros y Finanzas 52% y Servicio Urbanos 18%.
Composición del gasto en
Servicios Económicos del Gobierno de la Ciudad
Como se observa hay un
redireccionamiento de recursos de un área en conflictos -como es la de
transporte- al resto de las finalidades, es decir, la finalidad del gasto
aplicada a transporte está siendo desfinanciada.
Ya dentro de la finalidad
transporte se encuentran algunas alusiones esclarecedoras con respecto al tema
en cuestión. En la página 103 se puede leer: “En cuanto al transporte público,
el acento está puesto en mejorar e incentivar el transporte público de
superficie, mejorar la calidad del servicio de taxis, y regular la actividad de
remises, mensajerías y servicios de delivery” (énfasis añadido). Y unas líneas
después se esgrimen las tres prioridades del Gobierno de la Ciudad en materia de
transporte público: Movilidad Sustentable, Ordenamiento del Tránsito y
Movilidad Inteligente.
El primero y el tercero
hacen referencia, fundamentalmente, a lo que se conoce como el Sistema de
Transporte Público en Bicicleta (STPB) -Ley Nº 2.586 de 2008-; el pilar
restante se refiere al tránsito en superficie. Pasando en limpio: el Gobierno
de la Ciudad
de Buenos Aires no contempla al subte como un servicio estratégico y masivo,
pretende profundizar su crisis marginándolo cada vez más del presupuesto hasta
llegar a hacerlo rentable a costas de los bolsillos de los usuarios.
Sin ir más lejos, con la
plata gastada en crear el Metrobus de 9 de Julio podrían haberse adquirido dos
formaciones nuevas para la línea C (es decir, 12 vagones) y retomar la
frecuencia que fue disminuida tiempo atrás. Contrario a esa lectura, los 112
millones de pesos fueron invertidos (a razón de 8 millones por estación) en la
creación de una innecesaria competencia de superficie para la línea C, la más
afectada por los tarifazos. Lo que a las claras representará otro golpe para
dicha línea, sin mencionar el cóctel que podría generarse si se efectiviza la
tarifa de $3,5.
En conclusión: con un
subte que perdió el 20% de usuarios, con una tarifa cerca de los $3,50, con la
creación innecesaria de competencia en superficie y siendo desplazado del
presupuesto de la ciudad, ¿puede el subte seguir siendo un medio de transporte
accesible para todos los porteños?
La respuesta por el
momento no es muy alentadora, todo indica que vamos camino hacia un subte
costoso, de poca frecuencia y con menos escalas; pero “financieramente viable”,
eso sí.Infobae (Nota de Opinión de Leandro Ziccarelli).