EXTERIOR
También hay mas de 120 heridos, 20 de extrema gravedad. El accidente se
habría producido por una falla en el sistema informático que controla la
velocidad. El dramático diálogo del maquinista con la estación de Santiago de
Compostela.
España entera, especialmente una Galicia abrumada por el dolor, llora a los
80 muertos y 168 heridos, 20 de ellos de extrema gravedad que provocó ayer la
catástrofe ferroviara en Santiago de Compostela.
La maniobra fue realizada al doble de la velocidad permitida, que es de 80 kilómetros por
hora. Como consecuencia, el convoy integrado por dos máquinas –delantera y
trasera– y trece vagones saltó de las vías con 240 pasajeros a bordo.
Es la primera vez en España que se produce un accidente en las vías de
Alta Velocidad (AVE).
Los equipos de rescate han terminado con sus tareas e informaron que ya
no quedan cadáveres entre los vagones y escombros del estrago. En diálogo
directo desde Vigo con Lois Pérez Leira, principal dirigente del Movimiento
Argentinos en el Exterior, informó a Clarín que hasta el momento “no hay
ciudadanos argentinos entre los muertos y heridos por la tragedia según la
información oficial y del Consulado general de la República Argentina
en Galicia. Pero hay que estar atentos, porque muchos de los fallecidos no han
podido ser identificados ya que están en estado irreconocible”.
Es la primera vez que se registra un gran accidente, el tercero en
magnitud en la historia española, en
líneas de alta velocidad. El maquinista que conducía el convoy mantuvo un
dramático diálogo con la estación de Santiago de Compostela: “Voy a 190 kilómetros por
hora”, gritó. Poco después del accidente, atrapado por los hierros en la cabina
de conducción, volvió a comunicarse: “¡Somos humanos, Somos humanos.
Descarrilé, descarrilé. Nunca me lo podré quitar de mi conciencia”.
Pero, no solo se trató de tomar una curva con un máximo autorizado a 80 kilómetros por
hora a más del doble. Además, falló el ultrasofisticado sistema informático que
advierte a los maquinistas si van a una velocidad mayor a la autorizada y que,
si no hay reacción para bajar la velocidad, corta el suministro eléctrico hasta
que la máquina se detiene.
Ayer, durante largas horas quedaron atrapados muchos viajeros entre los
hierros retorcidos y los escombros de los vagones que dieron varias vueltas de
campana y fueron a chocar contra un muro. Se produjeron incendios en la máquina
de atrás del tren Alvia, que cubría el trayecto entre Madrid y Ferrol, y en
tres de los vagones siniestrados. El descarrilamiento tuvo lugar en el
kilómetro 84.3 de la vía del AVE Ourense–Santiago. El motor de una de las
máquinas, de un gran volumen, salió despedido por el impacto.
Miles de personas desbordaban las calles de Santiago por la fiesta
grande del Apóstol y el clima de fiesta pronto fue reemplazado por el dolor de
la abrumadora tragedia. Las autoridades de la Xunta de Galicia suspendieron de inmediato las
festividades.
Uno de los sectores más dañados se produjo cuando un vagón aplastó a
otro provocando gran destrucción y víctimas. Como no se conseguía levantar el
vagón, hubo que llamar de emergencia a una gigantesca grúa de gran porte.
El tren Alvia 151 es una formación que, técnicamente, está entre el AVE
(Alta Velocidad Española) y los recorridos normales. Utiliza vías de ambas
especialidades y puede llegar a una velocidad máxima de 250 kilómetros por
hora. Su aspecto ultramoderno es similar a los famosos AVE. En las
inmediaciones de la zona circulan trenes a 350 kilómetros por
hora.
El descarrilamiento se produjo a las 20.42 hora española en la parroquia
de Angrois a cuatro kilómetros de la estación central de Santiago de
Compostela, pero ubicada dentro del casco urbano de la capital de la comunidad
autónoma de Galicia.
Los vagones dieron varias vueltas de campana, algunos saltaron un muro
aterrizando en una calzada próxima y otros se estrellaron contra el obstáculo.
Seis vagones quedaron a un lado de un puente y otros cuatro y la máquina al
otro lado. Otro voló sobre un talud a cinco metros de altura y a 15 de
distancia de la vía.
“Fue espantoso porque el vagón no paraba de dar vueltas, se rompían los
cristales y la estructura, lo que aumentó el número de heridos. La gente
gritaba desesperada. Cuando terminó de dar vueltas, empezó un incendio. Nos
rodeaban los muertos y heridos. Me salvé de milagro pero estoy herido”, declaró
una de las víctimas.
Los vecinos fueron los primeros que acudieron al rescate. “Estábamos
cenando y sentimos un ruido espantoso, una explosión que no terminaba. Nos
asomamos a la ventana y vimos los vagones destrozados, cuerpos diseminados por
todos lados y un humo intenso que salía de algunos vagones y una máquina”,
acotó uno.
Los vecinos lanzaron mantas y hasta puertas para transportar a los
heridos en varios automóviles particulares. Mientras tanto, comenzaron a llegar
ambulancias, patrulleros bomberos, policías municipales y nacionales.
Con el correr el tiempo se improvisó un hospital de campaña mientras el
Hospital Clínico de Santiago y el Centro de Transfusiones de Galicia pedían
voluntarios para donar sangre y se convocaba por radio y televisión a médicos,
enfermeros y técnicos sanitarios que estaban de franco a concurrir de inmediato
a los nosocomios de la zona.
Estos centros quedaron colapsados y se aconsejó a los donantes a acudir
a los centros hospitalarios de Coruña y Vigo. Anoche se habilitó un teléfono de
atención a familiares de las víctimas, el 981551100.Clarín
Ignacio Andrés Parra Rojas dijo...
ResponderEliminarOjo, va en 93 muertos...