11 de julio de 2012

ECUADOR: PANORÁMICO VIAJE A LA NARIZ DEL DIABLO


EXTERIOR

Decenas de turistas recorren la estación de Alausí, en Chimborazo. Ellos solo quieren escuchar ese sonido de la campana que les indica que ha llegado el momento. Cuando eso ocurre todos caminan por el andén y buscan el vagón en el que realizarán el mítico viaje hacia la Nariz del Diablo.

Alausí, una pequeña ciudad que fue construida en torno al ferrocarril, es el punto de partida hacia una hermosa montaña, que impuso un reto arquitectónico a quienes construyeron la ruta del ferrocarril. Es por esto que el tren es el único medio de transporte que permite recorrer el que alguna vez se conoció como el ‘camino para los pájaros’, porque se creía que solo volando se podría viajar hasta allí y llegar a las faldas de la Nariz del Diablo.



Por muchos años, las personas que han pasado por la estación de Alausí solo podían imaginar como eran los recorridos por las rieles que serpentean por la montaña, junto a barrancos y desfiladeros que conforman el tramo de 13,5 kilómetros, hasta la estación de Sibambe, en la ruta  a la Costa.

Más que historia

La estación de ferrocarriles fue construida en 1905 como parte del proyecto del Ferrocarril de la Unión Nacional, que conectaba a Quito con Guayaquil. Cuando finalmente el tramo Alausí-Sibambe fue inaugurado, el 25 de Junio de 1908, la estación de Alausí pasó a ser una de las más importantes del país.

Hace tres años, como parte del proyecto de restauración del sistema ferroviario que realiza la Empresa Ferrocarriles del Ecuador, comenzó la restauración de este tramo que requirió una inversión de 4,6 millones de
dólares.

Ahora, la estación de Alausí ha vuelto a ser la más importante del país, recibiendo al 50% de turistas nacionales que buscan una aventura en ferrocarril.



El trayecto

Mientras el tren que funciona con motor a diésel sale de la estación los viajeros admiran el paisaje que se presenta unos pocos segundos después de abandonar el poblado.

La tranquilidad del trayecto solo es interrumpida por una guía vestida con atuendo de maquinista, que da la bienvenida “al sistema de ferrocarriles más difíciles del mundo”.

Antes de adentrarse a la montaña, se puede ver el monumento a San Pedro, patrón del cantón Alausí, el cual está a 2.347 metros sobre el nivel del mar. Esta imagen siempre despide al tren que desciende en una pendiente de 5 grados más de 500 metros hasta llegar a Sibambe.

En esta ruta hasta los durmientes (maderos horizontales por los que pasa la línea ferrea) tienen su atractivo y algunos tienen hasta 80 años de
antigüedad.

En solo ocho minutos de recorrido la temperatura sube tres grados centígrados y eso quiere decir que el tren ha llegado a ‘Chiripungo’, palabra kichwa que significa ‘puerta al frío’. Ese nombre lo inventaron los viajeros que venían de la Costa y que se topaban con un fuerte descenso en la temperatura, justo al pasar ese punto.

Más adelante, el tren se detiene completamente durante uno o dos minutos, tiempo suficiente para que el ‘brequero’ descienda del tren y mueva una pesada palanca de hierro permite el característico recorrido en zigzag por la montaña. En parte de este trayecto el tren desciende en reversa y los aventureros que viajan en su interior pueden observar montañas rocosas irregulares.

En este paraje hay pocos cactus, agaves, bromelias y hasta árboles de eucalipto, que no son nativos de la zona pero que también tienen su historia, porque hace más de 150 años fueron traídos desde Australia por el entonces presidente Gabriel García Moreno, como cura para la malaria.

El clímax

Casi al final del recorrido hay un ‘puente’ natural que conecta a la Nariz del Diablo con otra montaña.  Se trata de una roca gigante que cayó luego de una de las muchas explosiones con dinamita que se realizaron durante la construcción de la vía.

Cuando termina el descenso, los aventureros dejan  sus asientos para dirigirse a la Estación de Sibambe, pero el  tren desciende un kilómetro más hasta un lugar conocido como ‘El Triángulo’, porque allí se cruzan los rieles de la vía a la costa con los rieles de la vía hacia Cuenca.

Cuando el tren se detiene, las decenas de pasajeros descienden ansiosos de observar la forma que tiene la ‘Nariz del Diablo’, pero se quedan perplejos al ver una montaña apacible, cuyos paisajes distan mucho de verse como algo diabólico. Lo que sí les sorprende es que el empinado zigzag luce más impresionante desde abajo.

En la Estación de Sibambe, la gente solo tiene 10 minutos para ver a un grupo de danza, visitar tres puestos pequeños de artesanías, tomar un café o comer un choclo con queso en una de sus dos cafeterías y de visitar el Centro de Interpretación Cóndor Puñuna, un museo con la historia de la ruta.

Después de esos 10 minutos, suena el pito del tren y los visitantes deben embarcarse para vivir la aventura del retorno hacia Alausí. Este viaje culmina a las 13:30, una hora perfecta para visitar los restaurantes del poblado.

La leyenda

El sistema de zigzag que tiene esta ruta fue ideado por los hermanos Harman, unos norteamericanos que llegaron a diseñar las vías ferroviarias durante el gobierno de Eloy Alfaro.

Sobre este hay varias teorías. Hay quienes dicen que el nombre nace tras la muerte de más de 2 mil 500 personas entre ecuatorianos y jamaiquinos, durante la construcción de la vía. Otros le otorgan la autoría a uno de los hermanos Harman, quien al recorrer el terreno donde se tendrían que levantar los rieles exclamó ‘¡devil!’, refiriéndose a que solo un trato con el diablo podría asegurar que la obra se finalice. LaHora

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