ACTUALIDAD
La polémica
por el traspaso de los subtes invita a observar como funcionan las experiencias
de gestión de este servicio público en otras partes del mundo.
Una red de
subterráneos integrada al tránsito vial, agiliza y mejora la calidad de vida de
todos los ciudadanos, dado que ayuda a solucionar los problemas de
embotellamientos que suelen producirse en las arterias más importantes de la Ciudad, además de integrar
a los barrios con "el centro", produciendo un ahorro de tiempo para
los pasajeros que utilizan este medio de transporte a diario.
Estas son
algunas de las razones por las cuales las ciudades más avanzadas del mundo han
optado por el subte (o "metro) como forma de transporte hace ya muchos
años, invirtiendo recursos propios para el mantenimiento y extensión de las
redes.
Ya sea por
cercanía regional o por parentesco jurídico, la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires tiene muchas semejanzas con otras ciudades importantes de América
Latina y Europa, que en algunos casos también son capitales de sus países.
Madrid,
Londres y Berlín, aunque mucho más grandes que nuestra Capital Federal, son
tres de las ciudades que sirvieron de inspiración para dar lugar a la
estructura administrativa de Buenos Aires a partir de la reforma constitucional
de 1994. Desde la forma de Gobierno, hasta su división en Comunas, las
capitales de España y Alemania fueron ejemplos a seguir para los políticos
porteños que, entre otras cosas, dieron forma al Estatuto de 1996.
Ambas
capitales, como Buenos Aires, son "ciudades-Estado"
unidepartamentales, es decir que además de ser un núcleos urbanos autónomos y
tener su propio gobierno, forman parte de la confederaciones que dan lugar a sus
respectivas Repúblicas. El caso de Londres es ligeramente distinto porque
integra a los distritos que forman parte de su "conurbano" (mucho mas
pequeño del que rodea a Buenos Aires).
La ciudad de
París, capital de Francia y de la región "parisina" tiene, con
matices, un ordenamiento institucional similar a sus vecinas de Europa. Un
gobierno autónomo dividido en 20 "distritos municipales" similares a
las comunas de Buenos Aires, aunque con dos autoridades diferentes: el alcalde
parisino y el prefecto (algo así como un gobernador) de la región.
Como es
sabido, estas cuatro ciudades tienen en su "metro" al medio de
transporte más utilizado, administrado y operado por sus propios gobiernos a
través de consorcios de transporte estatales.
Cada una a su
modo, se las han arreglado para gestionar el subte con fondos propios, a veces
con ayuda del gobierno regional, como en el caso de París, y otras veces solas.
Pero en ningún caso con intervención de los gobiernos federales, que
lógicamente están para ocuparse de los asuntos que involucran a la nación
entera, y no a sus capitales, que como Buenos Aires, gozan de los ingresos per
cápita más importantes en cada uno de sus países.
En Berlín, la
compañía que administra el Metro es un consorcio propiedad del gobierno de la Ciudad-Estado que se
ocupa de gerenciar todo el transporte público (esto incluye a ferrocarriles,
buses, tranvías y hasta ferrys). Lo mismo ocurre en Madrid, y en ambos casos se
trata de companías que se asocian con empresas privadas para desarrollar las
obras de ampliación de la red pero que nunca dejan de administrar y gestionar
como sociedades del Estado. En Londres es igual, y en París, el presidente de
la compañía responsable del transporte metropolitano es el propio prefecto
(gobernador) de la región Île-de-France. Un dato que hace aún más interesante
el caso parisino: los trabajadores participan del Consejo de Administración de
la corporación a través de sus representantes sindicales. Son nueve sillas, de
las 30 que tiene el directorio.
En el continente
americano, sin dudas la ciudad emblema al momento de tratar el tema del
transporte público es Nueva York. Allí, el Metro se encuentra en manos de otro
consorcio que es propiedad del gobierno local: la Autoridad Metropolitana
de Transporte (MTA según sus siglas en inglés), responsable de todo el
transporte público del Estado neoyorquino, que tiene subsidiarias (también
estatales), que se encargan de cada uno de los servicios (metro, bus, ferry,
etc). En el caso puntual del metro, el ayuntamiento de la ciudad tiene una
participación activa tanto en la inversión como en el mantenimiento de la red,
y por supuesto incide en las decisiones de la administración.
En Brasil,
San Pablo y Río de Janeiro tienen subterráneo. El Metro paulista es propiedad
del gobierno estatal que administra las cinco líneas, aunque tiene dos
concesionadas a una empresa privada (Vía Quatro). En tanto que en Río, el subte
tiene dos líneas que fueron privatizadas a fines de los noventa, aunque tanto
el control y las inversiones corren por cuenta del gobierno estadual.
Como se ha
visto en este repaso, no hay ninguna ciudad importante de Europa o América que
delegue la responsabilidad de un transporte público local como el metro, en el
gobierno federal. Cada ciudad, con modelos diferentes y matices propios, se las
arregla para administrar y financiar el transporte subterráneo, como así
también gestionar e invertir en las obras de ampliación de la red.Télam