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7 de noviembre de 2025

Los ferrocarriles argentinos en diagnósticos y propuestas del “Plan Larkin” (1962). Una revisión crítica ante el desenlace de los noventa

Nota de Opinión

Por María Alejandra Saus (IHUCSO / UNL – CONICET) (para Crónica Ferroviaria)

Resumen

El Plan de Largo Alcance (1962) o “Plan Larkin” fue un estudio de los transportes argentinos impulsado durante la presidencia desarrollista de Arturo Frondizi. La publicación consiste en diagnósticos y prospectivas sobre la situación de los ferrocarriles, caminos, vías navegables y puertos. Sin embargo, el plan fue muy cuestionado por los trabajadores ferroviarios y, ante el derrocamiento de Frondizi, no fue implementado. 

Las razones del rechazo fueron múltiples: el negativo panorama ferroviario descripto, sugiriendo incluso el cierre de talleres y ramales, la decidida promoción de la industria automotriz, el origen estadounidense del director, entre otras. El objetivo de este artículo es indagar los estudios técnicos y propuestas ferroviarias del plan, para impulsar lecturas alternativas ante los hechos consumados en la década de 1990. 

Introducción

El Plan de Largo Alcance (PLA) –difundido como “Plan Larkin” debido a quien se atribuye la dirección– es un documento técnico redactado por el Grupo de Planeamiento de los Transportes del Ministerio de Obras y Servicios Públicos de la Argentina (figura 1). Fue costeado por organismos internacionales y su impulso tuvo lugar durante la presidencia de Arturo Frondizi (1958-1962). Está compuesto por dos tomos publicados en 1962 con estudios técnicos, planillas estadísticas, gráficos, planos y mapas. 

El PLA consta de un diagnóstico de la situación de los transportes y una proyección del tráfico hacia 1970, cuando terminarían las obras previstas. El primer volumen está dedicado a los transportes terrestres: ferrocarriles y caminos (apéndices I, II y III); el segundo, consagrado a vías navegables y puertos (IV al VIII). Este artículo es un estudio crítico del primer ejemplar debido a nuestra especialización en temas ferroviarios.

Las actuaciones del PLA no fueron ejecutadas tal como habían sido concebidas, debido a conflictos sociales y políticos desatados a causa de las medidas de los ministros de Frondizi para disminuir el déficit fiscal. 

Asimismo, el contexto de producción del plan fue muy controversial. Por un lado, el impulso que el presidente Juan Domingo Perón (1946-1955) había dado a los ferrocarriles estaba empezando a cuestionarse, junto a un modelo de crecimiento que se había estancado. 

Por otra parte, la cuestión de la soberanía nacional, que había sido un pilar del peronismo, comenzaba a discutirse debido al requerimiento de importar insumos y combustibles. En ese marco, Frondizi procuró impulsar el desarrollo de la industria nacional, pero sin excluir al capital extranjero que era considerado un aliado para expandir la economía.

Dado que el PLA había revelado una situación muy desalentadora sobre el estado de los ferrocarriles (brindando argumentos para la privatización de servicios complementarios, la clausura de ramales, el cierre de talleres, la eliminación de playas de maniobras y el despido de personal), se fue instalando un estado de alarma entre los trabajadores y sindicatos ferroviarios. No obstante, este artículo se plantea una pregunta retórica cuya respuesta quedará abierta ya que sólo invita a una reflexión. 

Dado el deterioro con el cual arribaron los ferrocarriles a la década de 1990 y el desenlace negativo plasmado en las medidas del gobierno de Carlos Menem, ¿cabe preguntarse si la racionalización propuesta en el PLA podría haber sido una forma de prolongar la vida del sistema ferroviario, aún a pesar de los recortes que suponía? (Saus, 2016).

El objetivo de este artículo es revisar los fundamentos técnicos del plan, examinando en perspectiva histórica la evidencia empírica que proporciona. La idea es ponderar las acciones que –a pesar de aquella oposición sindical– se efectuaron de todos modos hacia 1990 cuando el deterioro de los servicios llevó al cierre del sistema interurbano de pasajeros y a la concesión fragmentaria de la red de cargas (Waddell, 2009). 

Para ello, nos hemos basado en los argumentos de Ortega (2012) quien advierte que el informe fue injustamente descalificado, ya que las medidas tomadas con posterioridad, al carecer de planificación, tuvieron peores secuelas para el sistema ferroviario. Asimismo, se procura ampliar el tradicional abordaje de la crisis ferroviaria en la Argentina, concibiéndola como un fenómeno global inherente a los cambios tecnológicos del sistema capitalista en un proceso de larga duración marcado por los ciclos económicos o coyunturas técnicas que las infraestructuras van atravesando (Rodriguez, 2013). 

Con esas directrices, se propone examinar el estado de los ferrocarriles según los dictámenes y las proposiciones publicadas en 1962, pero a la luz de los resultados de finales del siglo XX. En las próximas secciones se exploran los siguientes aspectos: contexto histórico de producción del plan, proyecciones de tráfico, diagnósticos y propuestas ferroviarias, culminando con algunas conclusiones que inviten a una posible reflexión sobre el panorama reciente.

Desarrollo

Contexto histórico de producción del PLA

Para entender las premisas que condujeron al presidente Frondizi a demandar la redacción del informe, es necesario identificar el papel que las infraestructuras de transporte tuvieron en el marco de políticas de desarrollo. 

Si acudimos a una escala regional de análisis, es pertinente señalar que América Latina había estado sujeta a un modelo primario-exportador desde la época colonial y luego éste se mantuvo con ciertas inflexiones en los proyectos nacionales de cuño liberal. La preocupación por el desarrollo endógeno surgió recién a mediados del siglo XX, a causa de los efectos de la Gran Depresión y de la Segunda Guerra Mundial cuando se interrumpieron los flujos comerciales y de capital, instaurando esto la urgencia de repensar la vinculación de la periferia con los países centrales. 

El campo intelectual tuvo notable influencia en la definición del concepto de desarrollo y ello fue traducido a un programa político enfocado en la industrialización y la reducción de la dependencia externa (Corzo García, 2017). 

Según ese enfoque, la Argentina experimentaba un constante “estrangulamiento” y ostentaba una elevada inflación debido a un desequilibrio en la balanza de pagos que era resuelto artificialmente a través del monetarismo (de San Román, 2009). Para superar esa situación, los especialistas argumentaban que el país debía impulsar las industrias de base que serían capaces de proveer los insumos críticos que estaban siendo importados. 

Se sugería, entonces, continuar con las exportaciones agrícolas tradicionales, generar beneficios y ahorros e invertirlos en la promoción de otros sectores de la economía. Por otra parte, el capital extranjero no era considerado una amenaza, al contrario, para Frondizi y Rogelio Frigerio –su principal asesor económico– el capital externo contribuiría al proceso de industrialización.

Al situar esas ideas en perspectiva histórica, se vislumbra que la economía argentina ha alternado –y continúa haciéndolo– entre dos programas políticos: el “nacional y popular” y el “neoliberal” (Rougier, 2016). Para el primero, la soberanía económica y la inclusión social son premisas clave, mientras la industrialización por sustitución de importaciones juega un papel central; el segundo modelo confía en las lógicas del mercado y en la apertura al orden mundial, apostando a la exportación de materias primas y a la acumulación financiera. 

Los desarrollistas, en cambio, se enfocaron en una vía intermedia, preocupándose por el deterioro de los términos del intercambio, es decir: la caída de las cotizaciones agropecuarias limitaba el acceso a las importaciones en bienes de capital cuyos precios iban en aumento. Por ello, consideraban clave agregar valor a lo producido y construir infraestructuras para transportarlo. 

Las problemáticas del estancamiento ya habían sido vislumbradas durante el gobierno de Perón y esto se plasmó en la Ley de Inversiones Extranjeras (1953). Además, Ortega (2012) detecta en la política del peronismo una serie de medidas que, según su postura, llevaron a la crisis del sistema ferroviario y a profundizar su decadencia. En primer lugar, señala el reemplazo de los cuadros directivos de las empresas británicas y francesas por actores políticos sin formación especializada. Por otra parte, atribuye a las tarifas bajas la incapacidad del sistema de sostener su productividad en un contexto inflacionario. 

Según este autor, incluso las políticas de promoción del “turismo social” y las migraciones internas habrían sido factores negativos, debido al aumento de la demanda de un ferrocarril sin inversiones. Ello también habría llevado al aumento de la cantidad de personal que pasó de 158.000 empleados en 1947 a 220.000 en 1959, de modo tal que casi todo lo recaudado por tarifas debía destinarse a pagar los salarios. 

El golpe de 1955 dio paso a revisiones más profundas y el gobierno militar convocó al economista Raúl Prebisch quien señaló que el país estaba descapitalizado, la infraestructura destruida, la deuda externa desbordada y la inflación fuera de control. 

Propuso una combinación de métodos, sosteniendo que el despliegue de las industrias básicas iba a fortalecer la economía y a disminuir su vulnerabilidad exterior. Así se escogieron las industrias petroquímica, siderúrgica, metalúrgica, minera, de maquinarias y de vehículos como las prioritarias. Así, las obras de infraestructura, de energía y de transportes eran consideradas indispensables para mejorar la competitividad de las actividades productivas. 

Pero ese programa no se impulsó sin resistencias. El sector sindical cuestionó la ausencia de estrategias redistributivas, porque entendían que mejorar sólo la capacidad de acumulación del excedente podía entrar en conflicto con las reivindicaciones de la fuerza laboral (Corzo García, 2017). 

Ante ese panorama desafiante, en 1958 el secretario de transporte Alberto López Abuín buscó renovar y fortalecer el sistema ferroviario en un plazo prolongado de modernización que no fue del agrado de Frondizi (Coll Cárdenas, 2018). Dados los problemas financieros e inflacionarios del país y presionado por los militares, Frondizi gestionó un pedido de ayuda al Fondo Monetario Internacional (FMI) que culminó con el “Plan de Estabilización” de 1959. 

Eso fue sellado con la llegada al ministerio de hacienda de dos representantes de la ortodoxia económica y del liberalismo: Álvaro Alsogaray en 1959 y Roberto Alemann en 1961, quienes sostenían que tres cuartas partes del déficit fiscal eran atribuidas a la empresa ferroviaria. A medida que los estudios avanzaban, la gravedad de los resultados iba conduciendo la idea inicial de modernizar el sistema en forma gradual hacia una racionalización sin atenuantes (Ortega, 2012).

El informe del PLA fue realizado en el período 1959-1962 con financiamiento del Banco Mundial (BM) y a través de las gestiones de Alsogaray. Su dirección se atribuye al ingeniero y militar estadounidense teniente general Thomas Bernard Larkin, autoría no mencionada en la publicación oficial. Ahora bien, el dramático dictamen presentado, la fuente de financiamiento y el origen del director; dieron a los gremios ferroviarios argumentos para su rechazo. 

En general, el BM recomendaba el abandono de líneas deficitarias, postura ratificada en 1961 con la designación del ingeniero Arturo Acevedo como ministro de obras y servicios públicos. Acevedo generaba resistencia en las organizaciones ferroviarias, no sólo por su defensa de la racionalización, sino también porque había sido presidente de la empresa siderúrgica ACINDAR, cuestión que lo posicionaba como defensor de las compañías automotrices. 

Estudio analítico del Plan de Largo Alcance

Figura 1. Portada de la publicación

Fuente: PLA

Proyecciones del tráfico ferroviario

Una vez descripto el panorama histórico, económico y político en el cual se decidió elaborar el plan, nos abocaremos al estudio de aspectos técnicos. Vale aclarar que el PLA fue redactado a partir de datos estadísticos provistos por la Empresa Ferrocarriles del Estado Argentino (E.F.E.A). El informe realiza un estudio de los tráficos de cargas, de pasajeros y sus proyecciones. En cuanto a las cargas, su composición es discriminada por productos transportados, líneas de ferrocarriles y distribución geográfica.

Por su parte, el movimiento de pasajeros se detalla por líneas de ferrocarriles. Se afirma que el tráfico ferroviario consistía casi exclusivamente en el traslado de productos agrícolas para consumo interno y exportación, y de materias primas para ser manufacturadas en los centros industriales. Se afirma que en 1950 se habían despachado 32.732 toneladas, en 1955 unas 27.386 y en 1960 apenas 25.895, lo que evidencia una paulatina pérdida de tonelaje en el traslado de cargas. 

Esta cuestión es atribuida a la desviación del tráfico de recorridos cortos hacia los camiones, debido al deterioro del servicio ferroviario, destacando que su participación se había mantenido en los recorridos medios. 


Más allá del deterioro del servicio ferroviario expuesto como causa de la pérdida de mercancías, también se evidencian efectos propios de las “revoluciones tecnológicas y paradigmas tecno-económicos” (Pérez, 2010). Esto significa que algunos problemas no pueden atribuirse sólo al estado de los ferrocarriles, sino también a lógicas del ciclo económico que utiliza nuevas tecnologías y recursos energéticos, estableciendo quiebres en el avance del progreso técnico. Un ejemplo de ello es la disminución del tráfico ferroviario de combustibles debido a la construcción de oleoductos. También había mermado el traslado de leña, productos forestales y carbón a causa del uso creciente de otros combustibles como el gas. 

Además, a diferencia de Europa donde la mayor parte del tráfico se componía de carbón y mineral de hierro, la composición del tráfico de la Argentina era más susceptible de ser absorbida por los camiones. 

Por otra parte, el programa económico desarrollista no vislumbraba la necesidad de utilizar ferrocarriles como medio de transporte, dado que no se estaba previendo movilizar materias primas (grandes volúmenes - elevado peso - bajo precio) sino productos industriales con valor agregado para los cuales el camión ofrecía mejores prestaciones. 

La previsión de crecimiento basado en la industria pesada no estaba vinculada al tráfico ferroviario ya que las industrias, sus proveedores de materias primas por vía fluvial y sus mercados urbanos se localizaban en el área central en un radio de cortas y medias distancias. 

En suma, según el modelo económico de Frondizi, se esperaba una mayor demanda de infraestructura vial: “Mucho de la futura expansión industrial argentina, se espera que ocurra en productos de la industria pesada, que ahora representan una gran parte del total de las importaciones” (I, p. 21). 

Por su parte, los incrementos en el movimiento de cargas ferroviarias podían estar vinculados al crecimiento de la industria de la construcción. Sin embargo, según el estudio realizado, los tráficos generales no tenderían a aumentar. En la época de su publicación, el informe sostenía que el Ferrocarril San Martín sería perjudicado por la pérdida del tráfico de petróleo, mientras que el Mitre y el Roca, mediando fuertes mejoras, podían beneficiarse por ser grandes transportadores de granos y materiales de construcción. Por su parte, los tráficos de cereales, ganado y cítricos del Urquiza se verían seriamente afectados por la competencia del camión en la medida en que avanzaran las obras viales. 

En el caso del Ferrocarril Belgrano, dada su extensión y diversidad de productos transportados, se proyectaban aumentos y pérdidas equilibrados con incrementos en los granos, vacunos, materiales de construcción y maderas, y disminuciones en carbón de leña, caña de azúcar y petróleo. Asimismo, en el Ferrocarril Sarmiento se esperaba un incremento en lo referente a granos, semillas y vacunos. 

Otro punto que explica la pérdida de cargas por parte del ferrocarril estaba asociado a las regiones productivas y al modo de conservación de algunos cereales. Por ejemplo, para el período 1955-1960 fueron analizados el trigo y el maíz, que destacamos por ser las mayores producciones (6.401 y 3.827 toneladas promedio, respectivamente). 

En el primer caso, el transporte por ferrocarril seguía siendo dominante (48 % de la producción anual). En general, era más barato trasladar el trigo por ferrocarril, porque es una mercancía voluminosa que recorre muchos kilómetros hasta los puertos y requería de una clasificación realizada en estaciones ferroviarias. 

En cambio, en el período señalado, la cosecha de maíz había sido trasladada por ferrocarril sólo en un 24 % debido, entre otros factores, a que gran parte se producía en las cercanías de los puertos del río Paraná, por lo tanto, las distancias eran cortas y se prefería el camión. Además, el maíz demandaba un transporte rápido ya que su precio bajaba por humedad.

En cuanto a los pasajeros de larga distancia, se destaca el tráfico entre las ciudades de Buenos Aires, Rosario, Córdoba y Mar del Plata. En relación a los viajes suburbanos, estos estaban limitados a las cortas distancias en torno a la ciudad de Buenos Aires y alrededor de otras grandes ciudades. Se hace notar que tras un extraordinario aumento del 164 % del tráfico de pasajeros entre 1946 y 1949, este había vuelto a decrecer. Ese incremento había respondido a una suba en el Producto Bruto Nacional (PBN) que llegó a un tope en 1948 y que no se esperaba que repuntase. 

Ello determinó un período de gran prosperidad y aumento de los viajes, también favorecido por las reivindicaciones sociales del peronismo: el abono del sueldo anual complementario, las vacaciones pagas y las tarifas bajas en los hoteles de turismo. 

En 1959 hubo un pronunciado aumento de viajeros que puede atribuirse a un incremento salarial del 60 %, pero el informe determina que en el futuro la demanda del transporte ferroviario sería menos sensible a los aumentos salariales. Asimismo, afirma que el 80 % de los pasajeros eran suburbanos o de corta distancia. Luego se esgrime un argumento cuestionable, en tanto el plan podría haber establecido las condiciones para evitar la pérdida de pasaje en lugar de plantearlo como un hecho inexorable: “el tráfico de larga distancia no es probable que aumente apreciablemente… porque estará bajo una competencia fuertemente creciente por parte de los automóviles, ómnibus y aviones” (I, p. 13). 

Por otro lado, los traslados de corta distancia también estarían sujetos a la competencia a medida que fueran avanzando las obras viales. En general, la tendencia señalada para los ferrocarriles era perder cargas en las cortas distancias y pasajeros en las distancias largas. Esa tendencia, en parte, explica la posterior fractura de las concesiones de líneas de cargas y la clausura de los servicios interurbanos de pasajeros en la década de 1990 en un contexto de políticas neoliberales que ya no tendrían miramientos.

Diagnósticos y propuestas ferroviarias 

A la fecha de redacción del informe, la red de ferrocarriles argentinos llegaba a 43.228 km. Esa extensión supo ser motivo de orgullo y fue reivindicada por el sector ferroviario al comenzar el cierre de ramales. Sin embargo, es preciso recordar algunos detalles de su construcción original. En primer lugar, no se trató de una red diseñada o dimensionada bajo algún criterio de desarrollo del territorio nacional, a excepción de los ferrocarriles de fomento construidos por el Estado para llegar a las regiones desatendidas por las compañías extranjeras. 

Además, su trazado radial convergente en los principales puertos del área central es una marca de la división internacional del trabajo y del rol periférico de esos ferrocarriles en el modelo agroexportador cuyos alcances estaban siendo revisados por los teóricos desarrollistas. 

En rigor, dicha red estaba constituida por una sumatoria de líneas y concesiones con trazados muchas veces duplicados por cuestiones de competencia privada. Otros tendidos, en las provincias de Santa Fe y Chaco, por ejemplo, respondieron a explotaciones forestales que para la década de 1960 ya se habían agotado. De modo que los kilómetros de la red constituían un dato bastante engañoso a mediados del siglo XX. Asimismo, los ferrocarriles habían sido el único medio de transporte terrestre a gran escala en el siglo XIX, pero tal escenario pasó del monopolio a la especialización de los transportes durante el siglo XX. En ese contexto, con respecto al estado de los ferrocarriles, el informe advierte: “en momentos en que debieran estar preparados para combatir la competencia de otros medios de transporte, están en peores condiciones que en cualquier otra época de su historia” (III, p. 96).

Entre los aspectos negativos detectados se remarcan algunos de orden administrativo, otros referidos a la infraestructura y otros relativos al material rodante. En cuanto a la gestión de los ferrocarriles, se destaca la falta de calificación de los gerentes y su vínculo circunstancial con la política. 

Eso lleva a sugerir cambios a fin de lograr una organización semejante a la de una empresa privada. También son observados otros aspectos como la pervivencia de cuestiones legales que reglamentaban el régimen de concesiones previo a la nacionalización. Entre otras medidas correctivas, el informe sugiere establecer una administración formada sólo por cuatro gerentes: uno para la trocha media, otro para la angosta y dos para la ancha. 

El texto también describe irregularidades operativas en relación a los trenes de carga: horarios incumplidos, demoras en las playas de clasificación, falta de diagramas en el armado de las formaciones, paradas en todas las estaciones, gran número de pequeñas playas intermedias que retrasaban el movimiento del tráfico, entre otras. Además, se hace referencia a incrementos en los gastos de explotación, número de empleados y salarios; contrapuestos a la disminución de la productividad del personal, con el agravante de haberse mantenido las tarifas congeladas. 

El estado de las infraestructuras provee indicadores de obsolescencia que se combinan con baja densidad del tráfico en algunas líneas cuyo mantenimiento resultaba, entonces, mayor a sus dividendos. En cuanto a los talleres, se afirma que habían sido erigidos por empresas distintas y ya no se justificaban, además eran anticuados porque habían sido construidos para locomotoras y equipos a vapor con procesos de mantenimiento diferentes a los diéseles. 

En relación a las playas de maniobras el texto asevera que era excesivo efectuar operaciones en 190 lugares. En Buenos Aires, cada uno de los ferrocarriles de trocha ancha tenía su propia playa de clasificación. En Rosario se advierte la existencia de “una colección de playas pequeñas, ninguna de las cuales es de tamaño suficiente para recibir todos los vagones…”  (III, p. 43). 

En cuanto al material tractivo, y a pesar de los esfuerzos de dieselización, la mayoría de las locomotoras seguían siendo a vapor y tenían más de 45 años. Se remarca que más del 50 % de las locomotoras diésel estaban fuera de servicio por malas prácticas en relación a la provisión de repuestos y deficiencias en los talleres de reparaciones. Tanto el material rodante para cargas como para pasajeros se describe en “condiciones deplorables”, especificando los componentes del equipo, las condiciones y la antigüedad. En general, según el informe, el estado de los ferrocarriles era tan lamentable que sólo la falta de otros medios de transporte, la ausencia de caminos pavimentados en días de lluvia y las tarifas bajas podían justificar su demanda. 

En cuanto a los trenes de pasajeros de larga distancia se subrayan desventajas en los servicios interurbanos con una velocidad media que rara vez superaba los 60 km/h. El número de paradas se describe como excesivo y el tiempo medio de los trenes detenidos era elevado también a causa de las encomiendas. Se ofrecía como solución la separación funcional de trenes locales y directos, y el reemplazo de pequeñas playas de clasificación por grandes espacios estratégicos. En relación a los servicios suburbanos del Gran Buenos Aires, el problema señalado consistía en la existencia de diferentes estaciones para todos los servicios. Ello había impulsado proyectos para una nueva estación única o un túnel entre las estaciones Retiro y Constitución. 

Ahora bien, los detalles negativos del diagnóstico impulsan viejos interrogantes en el PLA: “en tales circunstancias y antes de embarcarse en enormes gastos de capital… ¿Son en realidad indispensables los ferrocarriles en el moderno sistema de transporte de la Argentina?” (III, p. 21). En consecuencia, el plan estudia la opción de transferir parte del tráfico a la red de carreteras proyectada, a excepción del área de Buenos Aires que podía congestionarse. Pero, en general, “la especial situación de los transportes ferroviarios ha impuesto que… se llevase a cabo una detallada investigación para decidir sobre el abandono de líneas ferroviarias improductivas y su sustitución por caminos” (II, p. 1).

La opción de abandonar el sistema por completo impulsó algunas reticencias. Preocupaba el mayor costo del tráfico de cargas por camión y, también, los costes de abandonar los ferrocarriles sabiendo que las obras viales tardarían años en concretarse. Además, el destino del personal ferroviario era otro aspecto negativo del abandono de los ferrocarriles, debido a su notorio coste social. Asimismo, se perdía la competencia y su rol en la definición de tarifas. 

Tras el balance, se concluye: “pese al estado sumamente deficiente de los ferrocarriles y a los enormes gastos que indudablemente se requieren para rehabilitarlos, estos son y deben continuar siendo un factor esencial en la solución de los problemas de transporte de la nación” (III, p. 29).

Empero, para establecer una red ferroviaria eficaz debían seguirse indicaciones que fueron controversiales. El informe advertía que la longitud de la red era excesiva. En general, el criterio seleccionado para la eliminación de líneas derivaba de la relación productividad/gastos directos. Es decir, se planteaba suprimir las vías deficitarias, a excepción de aquellos ramales improductivos que eran alimentadores de líneas troncales. 

Tras realizar otras ponderaciones se sugiere preservar una red ferroviaria de 29.128 km, de los cuales 4.990 km debían ser objeto de futuros estudios, destinando todos los esfuerzos sólo a la modernización de esa red. De ese modo, se pretendía eliminar 14.100 km de vías (figura 2). Teniendo en cuenta que las estimaciones de ramales operativos tras las concesiones y clausuras del gobierno de Menem rondan entre los 11.000 y 17.000 km (Transporte Ferroviario, 2024; Pagano, 2016; Felder, 2000), podría afirmarse que la conservación planificada en 1962 (casi 30.000 km), aún con sus dramáticos efectos, ofrecía un mejor panorama que el presentado de hecho 30 años después.

Figura 2. Comparación red ferroviaria existente y proyectada.

Fuente PLA

En relación a los talleres y en orden de prioridad se indicaba trasladar los trabajos y cerrar las siguientes instalaciones, en tres etapas: 1. San Antonio Oeste, Villa Diego, Strobel, Libertad, Santa Fe, La Plata; 2. Liniers, Rosario; 3. Laguna Paiva, Temperley, San Cristóbal y Cruz del Eje; lo que implicaba una reducción de 28 a 16 talleres. Derivada de la supresión de talleres, se estimaba una reducción del personal de 31.079 a 12.650 empleados. Finalmente, como un presagio de los conflictos sociales y políticos que se desatarían como respuesta a las medidas descriptas, el informe concluye con la siguiente frase:

Será necesario que todos los interesados reconozcan muchos hechos desagradables, lo que indudablemente causará desilusiones y resentimientos en algunos sectores. Probablemente surgirán numerosos problemas en las relaciones con las provincias, regiones y comunidades; sin embargo, si se desea lograr pleno éxito y crear una empresa viable, no vemos otra alternativa que encarar un programa tan formidable como el que hemos presentado en este informe (III, p. 100).

Conclusiones

Para concluir este artículo se pueden realizar algunos balances con la intención de aportar algo de moderación a los apasionados debates político-ideológicos que suelen envolver a la historia de los ferrocarriles argentinos. 

En principio, siempre será legítimo plantear una discusión acerca de preguntas incómodas: ¿los ferrocarriles deben adecuarse a un modelo de eficiencia empresarial o responder a premisas estatales de interés social? ¿Están llamados a reconectar y desarrollar territorios despoblados o solo deberían construirse allí donde exista una demanda de pasajeros sustantiva? ¿Debe el Estado soportar su déficit en función de beneficios sociales indirectos o sólo concentrarse en lograr beneficios económicos directos? ¿Las políticas públicas deberían responder a la perspectiva de las empresas o al enfoque de los usuarios? Esos interrogantes podrían ser discutidos por los lectores y es muy probable que no haya consenso.

En lo concerniente a las ideologías dominantes en la Argentina durante las décadas del 1950 y 1960 puede advertirse que los ferrocarriles habían respondido a un modelo económico agroexportador que debía revisarse, sobre todo ante la dependencia externa que estaba obturando un salto cualitativo. Los teóricos del desarrollo entendían que debían impulsarse nuevos sectores industriales para lograr cierta autonomía en la demanda de insumos y combustibles, incrementando también el valor agregado de los productos. Además, ante las innovaciones tecnológicas, los trenes ya no serían el único medio, debiendo en cambio impulsarse una reconversión competitiva: largas distancias, grandes volúmenes, elevado peso para los trenes de cargas; medias-cortas distancias y manufacturas para los camiones. 

En cuanto a los pasajeros, sólo se veía futuro en los trenes de cercanías y el tiempo lo ha ratificado. Con esas premisas fueron ideadas las sugerencias del informe y en ese contexto deberían juzgarse. 

En cuanto a los dictámenes sobre la situación de los ferrocarriles, los resultados publicados en 1962 son tan alarmantes que resulta difícil imaginar posibles alternativas a las intervenciones planeadas. 

Asimismo, se entienden los costos políticos implicados en la potencial ejecución del plan y se comprende, también, que recién en la década de 1990 estuvieran dadas las condiciones para concretar las actuaciones más desafortunadas. En relación a la propuesta de reducción de ramales y talleres, las medidas implementadas por el presidente Menem llevaron a la red a una reducción mucho más dramática que la que habían propuesto los técnicos del Plan de Largo Alcance. En ese marco, podría especularse acerca de mejores condiciones de arribo de los ferrocarriles al ocaso del siglo XX, en caso de que se hubieran ejecutado las medidas del plan.  

Referencias

Coll Cárdenas, M. (2018). El Plan Larkin visto desde los editoriales y notas de los diarios La Nación y El Argentino de La Plata. Actas de Periodismo y Comunicación, 4, (3), 1-11. http://perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/actas  

Corzo García, R. (2017). Latinoamérica: entre el desarrollismo endógeno y el subdesarrollismo exógeno. Temas Sociales, 40, 47-70.

De San Román, P. (2009). Conflicto político y reforma estructural. La experiencia del desarrollismo en Argentina durante la presidencia de Frondizi (1958-1962). Documentos de Trabajo N°6. Instituto de Estudios Latinoamericanos, Universidad de Alcalá, 1-42. 

Felder, R. (2000). La Privatización de los ferrocarriles en Argentina: el nuevo rol del Estado. Tesis de Maestría de la Universidad de Buenos Aires. 

Grupo de Planeamiento de los Transportes. (1962). Transportes Argentinos. Plan de Largo Alcance. Ministerio de Obras y Servicios Públicos. 

Ortega, F. A. (2012). Modernización, racionalización, militarización. Políticas de Frondizi ante la crisis ferroviaria argentina (1958-1962). Ponencia presentada en el VI Congreso de Historia Ferroviaria, Vitoria Gasteiz, España.

Pagano, F. A. (2016). La privatización y desguace del sistema ferroviario argentino durante el modelo de acumulación neoliberal. Universidad Nacional de Cuyo. 

29 de septiembre de 2025

Neuquén: El Tren del Valle en alerta: qué se sabe del comunicado gremial que habló de un posible cierre

Trenes Regionales

La conducción central de La Fraternidad emitió un duro comunicado contra el Gobierno, al que acuso de recortar ramales. "Ahora van por Neuquén-Cipolletti", alertó. Qué dijo la seccional local del gremio.

Un comunicado de la conducción nacional del gremio ferroviario La Fraternidad puso en duda la continuidad del Tren del Valle, el servicio de pasajeros que opera desde hace más de 10 años entre Neuquén capital, Plottier y Cipolletti.

«Ramal que anda, ramal que cierra», fue el titulo del mensaje, que recordó planes gubernamentales anteriores para recortar la red de ferrocarriles.

«En los sesenta sufrimos el Plan Larkin que redujo lastimosamente los FFCC, y en los noventa la Reforma del Estado donde se regaló Ferrocarriles Argentinos, Aerolíneas Argentinas, SEGBA, Obras Sanitarias de la Nación, el Correo, Yacimientos Carboníferos Fiscales, SOMISA y Gas del Estado. Hoy, copiando el modelo que fracasó dos veces, van por la tercera«, se indicó en el documento.

El gremio aseguró que el actual Gobierno nacional «ya suprimió los servicios a Mendoza, San Luis y La Pampa», así como también el expreso Buenos Aires-Rosario, Buenos Aires-Pehuajó, Pinamar, Bahía Blanca, el tren turístico de Mercedes-Tomás Jofré, La Banda-Fernández y Rosario-Cañada de Gómez

Y agregó, en referencia a la formación que conecta a la capital provincial con sus ciudades vecinas: «Ahora van por el servicio Retiro-Tucumán, Neuquén-Cipolletti y otros«.

El Tren del Valle en alerta: qué dijo la seccional local de La Fraternidad

Hugo Tamborindegui, referente de La Fraternidad en Neuquén, fue consultado por Diario RÍO NEGRO sobre el comunicado de su gremio y la advertencia por el futuro del servicio local.

Indicó que, por el momento, no existió ningún aviso acerca de un posible cierre o una reducción de la conexión. Sin embargo, planteó que el sector está atravesando un profunde ajuste presupuestario, porque «a este Gobierno no le interesa invertir en los ferrocarriles«.

«No están invirtiendo en nada«, agregó el dirigente sindical. En el caso del Tren del Valle, recordó los reiterados inconvenientes en la vía que une Neuquén y Cipolletti, incluso con extensos periodos de suspensión de los recorridos. Ese tramo espera una obra que eleve la altura del puente que cruza la Ruta 151, un proyecto sin avances por el momento.

Tamborindegui explicó que el tren funciona por medio de un acuerdo entre Trenes Argentinos y Ferrosur, que se encarga del mantenimiento de las unidades. Y consideró que, por el volumen de pasajeros que recibe, sería importante incorporar una nueva locomotora.

El Tren del Valle en alerta: «La tercera es la vencida»

En el comunicado de su conducción central, La Fraternidad señaló que «ahora no hay excusa» para el cierre de ramales y diferenció lo que ocurrió en otros gobiernos, cuando «el supuesto déficit y los paros ferroviarios» servían de explicación oficial.

«Es la billetera del FMI que intenta suprimir los ferrocarriles para impones sus negocios metal-mecánicos y petroleros», se añadió desde el gremio que representa a los maquinistas y al personal de conducción.

Sobre el final, hicieron referencia una vez más a otros momentos de la historia donde se ajustó el servicio de ferrocarriles.

«La primera con Alsogaray la ganaron y cerraron miles de kms de vía, la segunda con Cavallo la ganaron y clausuraron otros miles de kms de vía más. Nosotros decimos que la tercera es la vencida y con los ferroviarios y el pueblo movilizado vamos a detener la salvaje entrega de la patria», concluyó el texto.DiarioRíoNegro.com

24 de enero de 2024

Necesitamos que el periodismo hable de ferrocarril y no de trenes

Nota de Opinión

Por: Jorge de Mendonca (AIMA Especializado en Política y Planificación de Transporte) (para Crónica Ferroviaria

Ante el recurrente fracaso del riel con las verdades sagradas enseñadas a los funcionarios por el mundillo de las estrellas del firmamento ferroviario, consideramos oportuno emitir el siguiente contra glosario de 20 realidades que, gracias a las dudas, nos atrevemos a publicar.

En materia ferroviaria argentina, no hay novedad alguna: lo recientemente anunciado es lo que intentan los gobiernos desde 2008 por la presión asesoril que propone un ferrocarril desintegrado con infraestructura impagable sostenida por el Estado y “trenes independientes”  que no alcanzarán a financiarla, en lugar de ferrocarril integrado muy rentable (Como el de EEUU que genera inversiones de U$S 26.000 M por año mientras que el desintegrado de Europa es extremadamente deficitario). 

Nota: La redacción de la Ley Ferroviaria 27.132 se realizó como analogía de la desregulación telefónica en Argentina. Denominaron “operadores independientes” tal si fueran pequeñas compañías de telefonía. Las técnicas que permiten la desregulación de comunicaciones no tienen ni un solo punto de encuentro con lo que es un ferrocarril. 

El modelo que impulsan es muy deficitario y seguirá atendiendo a muy pocos grandes clientes, en lugar del ferrocarril constructor de amplio territorio económico instaurado desde 1857 hasta 1961.

Para romper el hielo, es necesario exponer las falsedades de una corta lista de frases del acervo mitológico ferroviario argentino:

1. El ferrocarril sólo atendía al campo: Un informe de 1961, sugerido por la ONU y conducido por el Banco Mundial, destacó que nuestro ferrocarril movilizaba una proporción mayor de carga general (manufacturas), en contraste a países desarrollados como  Inglaterra, Francia o Alemania.

2. Argentina no era desarrollada en 1961: El mismo indica que Argentina no era un país subdesarrollado. Luego de aplicar el Plan sugerido por ese informe y colocar sus conceptos en el ADN técnico del transporte en general, en solo cinco años nos caímos del Top Ten de PBI. Coincidencias.

3. El Open Access quitará el déficit: Está probado que reduce la oferta y que solo funciona con miles de millones de dólares puestos por el Estado (irrecuperables) para que circulen muy pocos trenes de muy pocos clientes.

4. El éxito de las concesiones: En México aplicaron un plan idéntico al de Argentina, solo que allí algún dueño de la carga llamó a un experto logístico e hicieron negocios ferroviarios en lugar de exprimir las vías a bajo costo solo para sus propias cargas empresariales.

5. El ferrocarril de EEUU es open access: Quizá sea la peor de las patrañas (al punto que un titular de TELAM citó tal falacia en Dic 2023). El intermodalismo, alianza camión tren, convirtió al ferrocarril de allí en la columna vertebral de la Economía donde es un ferrocarril integrado verticalmente (y privado). Estudios recientes demostraron que el ferrocarril de EEUU reduciría en un 70% su eficiencia productiva si optara por el Open Access.

6. El tren es bonito: El ferrocarril no es lindo, no es “verde”, no es amigo, sino que es una herramienta más de las que necesita el Territorio para que sea posible la Economía que decide la Política como Gobierno del Estado.

7. Extractivista: Es mentira que los ferrocarriles de Argentina fueron hechos para extraer industrias primarias, o que fueron decisiones privadas extranjeras, o que solo iban al Puerto de Buenos Aires: Construidos por privados nacionales o extranjeros o por provincias o por el propio Estado Nacional, todos fueron fruto de decisiones gubernamentales como Política del Estado, al tiempo que conformaron redes, mallas, entrelazamientos que construyeron Territorio Económico ofertando conectividad a millones de privados (personas y empresas) que fueron instalándose o reinstalándose para conformar urbanidades y ruralidades (salvo el ferrocarril minero de Santa Cruz que solo fue una lanzadera sin territorio).

8. Todo al Puerto de Buenos Aires: Comodoro Rivadavia, Puerto Madryn, San antonio Oeste, Viedma, Bahía Blanca, Puerto Belgrano, Quequén y así hasta el Puerto formosa o de Concordia, los rieles se acercaron a cada puerto del País, a cada frontera o hasta la cruzaron, conformando una malla que, perfecta o imperfecta, ponía en marcha a la Economía de buena parte de la superficie continental.

9. El Plan Larkin fue contra los ferroviarios:  “El Plan” aniquiló la economía del territorio abarcando decisiones sobre rieles, puertos, flotas y caminos. Con tan solo el 3% de las carreteras asfaltadas; casi sin telefonía; no todos con telégrafo postal; casi sin camiones en el País, en muy pocos días se clausuraron estaciones (trenes que comenzaron a pasar de largo) y levantaron ramales: No importa qué problema INTERNO tenía el ferrocarril o las cuentas del Fisco Nacional, lo único concreto es que tal como un bombardeo monumental, se aniquiló la oferta de movilidad, de logística, de comunicación a buena parte de la Economía del Territorio.

10. El Plan Larkin fue para descentralizar Buenos Aires: Casualmente, la casi totalidad de ramales levantados en 4 intervenciones, fueron los conectores que NO iban a BsAs y más hacían malla a la Red. El propio informe sugiere en el final, fortalecer la infraestructura en la franja costera de La Plata a Santa Fe (Parece que resultó).

¡Es la Economía…! por supuesto, si de los dos parágrafos anteriores, el lector sólo rescata nostalgias…pues no ha comprendido las palabras de Clinton

11. El tren es barato: No es ni barato ni caro, sino que es lo que sea que se necesite que sea. Si el ferrocarril sólo atiende con tarifa menor a la del camión a muy pocos clientes de graneles entre extremos y deja a pié al 90% de la economía, será extremadamente deficitario y arruinará la Economía ⇒

a) Sacando de competencia a todos los que no atiende

b) haciendo pagar al resto de la Sociedad todo lo que pierde ese ferrocarril

c) Molestando en cada ciudad o pueblo con el paso de trenes que jamás los van a atender.

12. El tren de carga subsidia al de pasajeros: Frase del analfabetismo político, económico y ferroviario. Si las cosas se hacen bien, casi no hay negocio que sea mal negocio, solo que algunos dan mejores resultados que otros: Imaginen un kiosko que solo venda cigarrillos y bebidas, ya no será un kiosko y puede que no tenga buenos resultados en cualquier sitio.

13. El tren de carga puede ir muy despacio: No hay analista contable que pueda aceptar tal bestialidad. Cuanto más lento menos servicios con más pérdidas por improductividad. Mantener las vías es el mejor negocio.

14. Necesitamos 25 años para alcanzar 30 millones de toneladas: Necesitamos 5 años para alcanzar 100 millones de toneladas y 22.500 Km de vías recuperadas. Es simple, cuanto más rápido se reconstruya, tanto más rápido se recuperará el negocio.

15. El camión es el enemigo: Absolutamente todo lo contrario. El camión es el que más negocios podrá subir al ferrocarril y realizar inversiones de todo tipo en instalaciones, flete, vagones, etc. ¡Es intermodal! (No lo dijo Clinton)

16. El ferrocarril es solo para granos y piedras: Ni todas las piedras del país alcanzan a, anualmente, mover la carga que justifique una red ferroviaria superavitaria, pero las pymes de cada localidad, los camiones de todo el País, son los clientes que más carga con más superávit podrán colocar sobre el riel.

17. No hay capitales en argentina para el ferrocarril: El capital de la logística del camión, tan solo en equipos cero Km, invierte cada año U$S 2.000 Millones y resuelve la oferta ante toda circunstancia, siendo 99,999% capital privado nacional. Los capitales para la gran reconstrucción, sean locales o externos, solo necesitan que por un año el ferrocarril funcione adecuadamente al máximo de sus capacidades. 

18. Hay que sacar los camiones y los trenes de las ciudades: Cuanto más lejos esté la provisión de logística, tanto más cara va a ser la vida de los habitantes y tanto más huella y congestión habrá para llegar a cada almacén o industria. La terminal ferroviaria de Ciudad de México está a solo 5 Km de la casa de Gobierno. Cañuelas a 70.

19. Para renovar las vías hay que suspender los trenes por dos o tres años: No tenemos idea de dónde ha surgido tal ¿aprendizaje? desde hace unos 20 años. (En 1975, se renovaron las vías Villa Luro - Caballito a plena luz del día sin suspender los trenes).

20. Hay 35.000 empleados ñoquis: Se equivocan, deben ser unos 40.000, solo que 33.000 están en AMBA y el resto en el 95% de cargas y larga distancia. No sabemos si 33.000 en AMBA son pocos o muchos, lo que sí es importante, es que en los últimos 25 años se han incorporado una gran cantidad de jóvenes técnicos, ya muchos especializados en ferrocarril, a los que solo será necesario dotarlos de la confianza que podrá dar un empresariado que sepa para donde ir.

Decidimos volcar en estos 9.000 caracteres este breve glosario del antidogma ferroviario de bolsillo para que los periodistas que pudieran recibirlo, publicarlo, leerlo, compartirlo puedan disponer de la otra interpretación de las cosas, esa que tiene que ver con lo fundadamente técnico y necesariamente político.

Algunas de esas certezas que pregonan las estrellas del firmamento ferroviario se remontan a más de un siglo, algunas por error de perspectiva, otras por intención (quizá sana) en lo político para provocar cambios pero…especialmente eso último, continuó incluso luego de la nacionalización, donde la dialéctica en las decisiones ahogaba al ferrocarril como si aún fuera un supuesto enemigo extranjero.

Allá por 2011, cuando estaban por iniciar las obras de renovación de vías entre Rosario y Salta, una voz caprichosa ordenó “acá no vamos a hacer como los ingleses que construyeron los ferrocarriles desde el puerto hacia el interior para sacar la producción. Acá vamos a reparar desde el interior hacia el puerto”. Sí sí, lo que el lector está escuchando: Por el mal estado de las vías (y algunos negocios) contrataron camiones para ir de Rosario a Salta con los rieles nuevos y reconstruyeron desde el Norte hacia el Sur, por lo que no se pudo utilizar esa vía renovada a pleno hasta que estuvo conectada a Rosario.

A varios nos ha tocado escuchar a docentes decir que “todos esos pueblos nunca se debieron haber fundado y que esos ramales ferroviarios fueron aventuras” (SIC), o que “ustedes, como planificadores, tienen que hacer planes para menos de 4 años, porque quien los contrate solo estará ese tiempo”.

Por caso, el ¿pensamiento? del que decidió construir de Norte a Sur era la antípoda de esos otros dos docentes, y tiene que ver con eso la razón por la que decidimos redactar este antibestiario, pues está en el ADN político y en unos pocos técnicos, el entender a la economía del territorio como algo de poca importancia; al transporte como una molestia; y al ferrocarril como una cosa que jamás va a funcionar, pero mientras tanto pobre divertimento.

Posdata: Tal los aeronáuticos ruegan que no citen como “avioneta” a un avión de pequeño porte, en este caso hablar de simples trenes no es hablar de ferrocarril, ni de transporte, ni mucho menos, de Economía.

Federico Ignacio Weinhold, Punta Alta, Técnico en Administración Financiera. Analista independiente de historia económica ferroviaria

Daniel Marcelo Campana, CABA, Técnico especializado en material ferroviario.

Jorge de Mendonça, Bahía Blanca, Especializado en Política y Planificación de Transporte.

27 de septiembre de 2023

Reparación Histórica de los Ferrocarriles Argentinos: Una Política de Estado que apuntala a la bioeconomía como motor de desarrollo de la Nación. Hacia un plan M.E.S.S.I. (Parte II)

Nota de Opinión

Por: Claudio A. Molina (Contador Público - UNLZ-, Analista de Bioenergías y Ferrocarriles) y Fernando Vilella (Ingeniero Agrónomo -UBA-, Profesor Titular Cátedra de Agronegocio y Director del Programa de Bioeconomía, FAUBA) (para Crónica Ferroviaria)

La insostenible situación económica – financiera de la Operadora Ferroviaria Sociedad del Estado (OFSE)

Las crecientes pérdidas económicas que en términos reales vienen presentando los sucesivos estados de resultados anuales de esta empresa, que lejos están de poder ser compensadas con las externalidades positivas que presenta el ferrocarril de pasajeros frente a otros modos de transporte, deben ser revertidas rápidamente, al menos en una porción significativa. Es importante, si, determinar que parte de esas pérdidas son compensadas por las citadas externalidades positivas, dado el importante rol que tiene el ferrocarril para la sociedad.

Los ingresos de la citada compañía, han cubierto un 2,43 % de los costos en 2022 y un 2,804 % en 2021 (7), registros que representan un récord mundial si lo medimos en términos de pasajeros transportado y del nivel de eficiencia que presentan en promedio las prestaciones correspondientes (8), siendo representativos de una cuasi gratuidad de los servicios respectivos, beneficio injustificable cuando lo analizamos en el contexto de crisis económica y social que soporta nuestra República.

La pérdida neta en moneda homogénea equivale a US$ 1.362,97 millones en 2022 (9) (o US$ 1.289,34 millones, según el procedimiento de conversión que se elija (10) y de US$ 1.130,28 millones en 2021 (11) (o US$ 1027,85 millones respectivamente) (12 Y 13)

Para tener una idea de la magnitud de semejante pérdida, con dicha suma se podrían construir anualmente, por ejemplo, 600 kilómetros de vías férreas de trocha ancha, de buena calidad, o adquirir 400 locomotoras de las más grandes que tiene actualmente el parque de nuestros ferrocarriles, o adquirir 600 coches eléctricos -de los que circulan en el AMBA-. 

En el caso que esa medición en términos de otros bienes, no conformara por estar asociada a conceptos generalmente cancelables en dólares estadounidenses, porque mayormente son importados, podríamos hacer otra comparación, de la que surge que la pérdida neta informada por OFSE al 31/12/22, equivale a 1.213.652 remuneraciones imponibles promedio de los trabajadores estables -RIPTE- (14).  Esta última cifra, analizada con otra perspectiva, representaría algo así como sostener 71.800 empleados a lo largo de un año de trabajo a tiempo completo, incluyendo remuneración, aguinaldo y cargas sociales -claro está, con independencia del plantel que sostiene actualmente OFSE-. 

(7) Según se exponen en los Estados Contables Comparativos de la Operadora Ferroviaria Sociedad del Estado al 31/12/22, en moneda homogénea de dicha fecha.

(8) Expresado de otra forma, ello implica que los ingresos debieron multiplicarse por 41,15 veces, para cubrir los gastos totales durante el ejercicio 2022.

(9) Según el tipo de cambio mayorista publicado por la Comunicación A3500 del BCRA, que, al cierre del año 2022, cotizaba $ 172,9032 por dólar norteamericano.

(1)0 En esta alternativa, se deflactó la pérdida neta informada por OFSE en 2022, por el Índice de Precios al Consumidor informado por INDEC, que resultó en promedio para 2022, un 34,133%, y se aplicó para la conversión, el tipo de cambio promedio de 2022, resultante de la Comunicación A3500 del BCRA, que fue de $ 130,8089 por dólar norteamericano.

(11) Según el tipo de cambio mayorista publicado por la Comunicación A3500 del BCRA, que, al cierre del año 2021, cotizaba $ 102,75 por dólar norteamericano. En este caso, se consideró la pérdida neta informada en los estados contables de OFSE al 31/12/21, de $ 116.136.221.598.

(12) En esta alternativa, se deflactó la pérdida neta informada por OFSE en 2021, por el Índice de Precios al Consumidor informado por INDEC, que resultó en promedio para 2021, un 18,734%, y se aplicó para la conversión, el tipo de cambio promedio de 2021, resultante de la Comunicación A3500 del BCRA, que fue de $ 95,1615 por dólar norteamericano.

(13) Se destaca que, durante 2021, el tipo de cambio oficial se atrasó frente al IPC y en 2022, creció a un ritmo similar, en promedio. Cualquiera sea el criterio de conversión adoptado, la pérdida neta de OFSE aumentó de 2021 a 2022, en moneda homogénea o en moneda extranjera. Dado que no se lleva contabilidad bimonetaria en OFSE, la conversión de los pesos a dólares norteamericanos, generará valores estimativos. Es importante resaltar, además, que el tipo de cambio real multilateral que publica el BCRA, fue en el periodo 2021-2022 y en promedio, de 104,6, o sea, no se verificó atraso cambiario alguno, sino por el contrario, un tipo de cambio real algo adelantado, hecho que agrega más sustento a la conversión monetaria efectuada en esta columna de opinión.

14 El valor del RIPTE al 31/12/22 era de $ 194.175,11.

Incluso, la citada pérdida puede ser evaluada en relación a la inversión realizada en los últimos años en el sistema ferroviario nacional. La misma representa alrededor de tres veces -o sea, un 200% más- si la comparamos con la inversión registrada en 2021.

De la lectura de la Memoria del Directorio de OFSE, no surge mención alguna acerca que dicha pérdida represente un problema, solo se hace énfasis en la constante expansión de la red -que sin dudas es sinónimo de un problema de insostenibilidad, tal cual se viene produciendo-. Sin embargo, la realidad indica que la citada pérdida adquiere una relevancia extrema cuando se lo compara con las necesidades actuales del Fisco Nacional.

Debemos tener muy en cuenta que además de esa pérdida que se compensa con partidas presupuestadas aprobadas anualmente por el Congreso de la Nación, hay que sumar los subsidios a otras empresas ferroviarias integrantes del sistema, por lo que la magnitud antes citada, aumenta significativamente.

A los efectos de contar con algunos parámetros de comparación, hay que destacar que el déficit ferroviario -sin contemplar compensación alguna por efecto de las externalidades positivas del ferrocarril- en 1960 alcanzó $m/n 9697 (16) millones, equivalentes a US$ 117,33 millones de entonces, que en dólares norteamericanos actuales equivalen a US$ 1232,65 millones (17) (o a US$ 1166,74 millones si adoptáramos otro criterio de conversión)(18). Este fue el déficit más alto registrado previo a la racionalización iniciada con el Plan Larkin -la que inicialmente generó un aumento del déficit en los años posteriores, como consecuencia de los gastos de transición que fueron aprobados-.

Sin embargo, el citado déficit de 1960, estaba asociado a una red ferroviaria que contaba con 43.923 kms. de vías activas, e incluía la operación en su totalidad -pasajeros, cargas, e infraestructura-, a diferencia de la separación vertical y otras modalidades que rigen en el actual esquema. 

En ese momento, nuestros ferrocarriles (19) registraban una carga por ferrocarril de 15.134 millones de toneladas-kilómetros por año y el transporte por el mismo modo, de 604 millones de pasajeros pagos también por año. 

En 2022 (20) la carga ferroviaria transportada fue de 12.084 millones de toneladas – kilómetros, y el transporte por el mismo modo de 334,3 millones de pasajeros pagos -de los cuales, 289 millones corresponden a OFSE-. Los pasajeros transportados representan menos del 10 % del total transportado en conjunto por todos los modos de transportes argentinos en un año.

Por otra parte, el citado déficit que se registró en 1960, corresponde a una actividad ferroviaria que contaba con alrededor de 213.000 agentes, frente a menos de 40.000 de la actualidad -30.000 si lo computamos el personal de OFSE-; y la participación del transporte automotor de pasajeros en esa época era muy baja, a diferencia de lo que ocurre en la actualidad.

(15) Según se expone en el estudio de consultoría internacional titulado “Transportes Argentinos Plan de Largo Alcance”, dirigida técnicamente por Tomás B. Larkin (quien coordinó equipos norteamericanos, italianos y holandés, unidos para la realización del citado trabajo), y contratada por el Ministerio de Obras y Servicios Públicos de la Nación, entregada en febrero de 1962.

(16) Según el tipo de cambio vigente en ese momento, de $m/n 83,00 por dólar norteamericano.

(17) Aplicando un ajuste resultante de la evolución del Consumer Price Index de EE.UU., entre diciembre de 1959 y agosto de 2023.

(18) En este caso, la cifra original en pesos moneda nacional de 1960, se ajusta por el índice de Precios al Consumidor del INDEC hasta setiembre de 2005 y desde allí, por similar índice publicado por la Provincia de San Luis, hasta agosto de 2023, para finalmente convertirse a dólares norteamericanos por aplicación del tipo de cambio informado a la fecha de este informe por la Comunicación A3500 del BCRA, de $ 350,00 por unidad.

(19) Según datos del Observatorio Nacional de Datos del Transporte -ONDAT-, Universidad Tecnológica Nacional.

(20) Según datos de la CNRT.

Si sumáramos los subsidios a este último modo de transporte que otorga el Gobierno Nacional, a las pérdidas de todo el sistema ferroviario que se registra en la actualidad, el incremento relativo de los quebrantes es alarmante -aun descontando el efecto del enorme aumento de pasajeros transportados pagos por colectivos y ómnibus-. 

En el déficit actual, solo se computa en aquellas cifras, la operación de pasajeros de OFSE, sin Ferrovías ni Metrovías, ni ferrocarriles provinciales, ni ADIFSE, ni el resto de compañías ferroviarias integrantes del sistema. 

Las externalidades positivas de los sesenta eran muchísimo más importantes en términos relativos, dada la diferencia de tamaño de ferrocarril, principalmente.

Si tomáramos como parámetro de comparación el déficit de los ferrocarriles argentinos denunciado a fines de 1989 o principios de 1990, de aproximadamente US$ 1 millón diario, esa cifra equivaldría a valores de hoy a US$ 903,75 millones anuales (21) (o US$ 1068,29 millones, según el método de conversión utilizado) (22), pero incluía tanto la red de pasajeros como la de cargas, en su totalidad -como en el caso de lo descripto en 1960-, para atender cerca de 29.000 kilómetros, con una nómina de agentes cercana a 97.000 personas, con 8.458 millones de toneladas – kilómetros de cargas transportadas y 280,39 millones de pasajeros pagos transportados respectivamente (23).

Comparada la pérdida actual de OFSE, con ambas situaciones, antes descritas, la misma se torna insostenible. En términos per cápita -por pasajero transportado en 2022-, equivale en moneda constante de agosto de 2023, a $ 1.469 por pasaje (24). Y en esta ocasión, el problema no deriva de un exceso de trabajadores en su nómina (que tampoco fue la causa principal de los problemas esgrimidos en anteriores racionalizaciones ferroviarias), sino del bajísimo nivel promedio vigente para sus tarifas. 

La realidad actual resulta muy incómoda para los ferrocarriles de pasajeros en el país y no debe ser soslayada por miedo a que se repita una época como la de “Doña Rosa” (25), sino que, por el contrario, debemos aunar esfuerzos para dejar atrás rápidamente esta penosa situación. No hay relato válido que pueda ocultar semejante descalabro económico - financiero.

Amtrack en EE.UU. y unas cuantas compañías de transporte ferroviario de pasajeros en Europa, son deficitarias, es cierto. Pero además de prestar un servicio mucho más confortable para los usuarios en términos relativos, están muy lejos de presentar indicadores tan malos en términos per cápita -aun descontando cualquier efecto derivado de la diferencia relativa entre las distintas economías-.

Los resultados del transporte de cargas representan en todo el mundo, la principal fuente de sostén para los ferrocarriles, pero es inviable derivar toda la responsabilidad a dicho segmento, para que compense semejante desequilibrio de OFSE, antes citado. Y más aún, cuando a la fecha de este informe, una parte del transporte ferroviario de cargas está en manos privadas.

(21) Aplicando un ajuste resultante de la evolución del Consumer Price Index de EE.UU., entre diciembre de 1989 y agosto de 2023.

(22) En este caso, la cifra original en pesos moneda nacional de diciembre de 1989, se ajusta por el índice de Precios al Consumidor del INDEC hasta setiembre de 2005 y desde allí, por similar índice publicado por la Provincia de San Luis, hasta agosto de 2023, para finalmente convertirse a dólares norteamericanos por aplicación del tipo de cambio informado a la fecha de este informe por la Comunicación A3500 del BCRA, de $ 350,00 por unidad.

(23) Según datos del ONDAT, Universidad Tecnológica Nacional.

(24) Se deja aclarado que este promedio pone en igualdad de condiciones al pasajero urbano, al interurbano, al regional y al de larga distancia. Pero por el enorme peso relativo de los primeros en la canasta analizada, el valor que se obtendría para éstos, sería similar. Si un pasaje de tren entre Plaza Constitución y La Plata, Línea General Roca, tiene un valor a la fecha de este informe de $ 40,85 -con tarjeta SUBE-, ello implica que el Estado Nacional debe agregar $ 1.469 para cubrir el total de costos de OFSE (este último importe sería igual para un pasajero que viaje desde Plaza Constitución a Mar del Plata, hecho demostrativo de los desvíos que pueden generar los promedios simples). Para el cálculo de los $ 1.469 se consideró la información que sobre pasajeros transportados publicó la CNRT al 31/12/22, y el valor resultante, se ajustó por la evolución del Índice de Precios al Consumidor publicado por el INDEC al 31/08/23.

(25) Personaje creado en los noventa por el periodista Bernardo Neustadt -q.e.p.d.-., quien promovió con mucho entusiasma las políticas de privatizaciones llevadas adelante por el Presidente de la Nación Carlos S. Menem -q.e.p.d.-

Sin dudas que además de la existencia de bajísimas tarifas fijadas por OFSE -cercanas a la gratuidad del servicio en muchos casos-, hay un altísimo nivel de evasión. Esta ocurre en no pocos casos, porque la propia empresa OFSE deja los accesos al servicio sin controles, dado que es más caro sostener la estructura respectiva, que lo que se recauda por pasajes.

Los subsidios que eventualmente se otorguen deben direccionarse directamente a los usuarios necesitados, que efectivamente así lo requieran y no distorsionar las señales de costos y tarifas que son fundamentales para la prestación eficiente de los servicios ferroviarios. Debemos terminar con la visión ofertista imperante en la materia, tomando como ejemplo, el proceso que comenzó a registrarse con los subsidios energéticos otorgados por el Gobierno Nacional.

La política económica de un país, debe procurar entre otros objetivos, que existan buenas condiciones para lograr un nivel cercano al pleno empleo de las personas, que los ingresos de ellas sean razonables y que la distribución de los mismos, sea socialmente justa. 

Hemos perdido el rumbo en Argentina; los subsidios al transporte, que tanto nos cuestan a los ciudadanos de este país, no compensan en modo alguno, la enorme caída de los ingresos de la población que en términos reales se ha producido en la economía nacional en los últimos años, producto de malas políticas económicas implementadas. Y para peor, los ciudadanos posteriormente los pagan de manera indirecta, al tener que soportar un alto impuesto inflacionario.

El Congreso de la Nación decidió a través de la Ley 26.352 -en el marco de la separación vertical de la actividad que implementó por dicha ley- que OFSE sea una empresa, o sea, un ente distinto al propio Estado -incluso, descartó constituir a tal fin, un ente autárquico-. Como toda empresa, aun computando su fin social, debe procurar la obtención de ganancias -o al menos, lograr un equilibrio de sus cuentas, computando a tal fin, el efecto de valorizar la gran cantidad de externalidades positivas de la actividad-. Sin embargo, este objetivo parece no estar presente en las decisiones de gestión que toma OFSE. 

Esta empresa debe gestionar considerando que es una empresa y no un área directa del propio Estado Nacional. Bajo ningún punto de vista en una empresa del Estado se puede aceptar que se gaste sin obtener prácticamente ingresos y esperar que la pérdida resultante -descontrolada, inmensa en términos relativos-, se compense de manera recurrente con fondos del Presupuesto de la Nación como ocurre desde hace muchos años. 

Esta forma de administrar, a pesar que sea avalada anualmente por el Congreso Nacional al aprobar las respectivas leyes anuales de presupuesto, sin dudas puede llevar a nuestros ferrocarriles a situaciones indeseables que se registraron en el pasado y que lo han perjudicado hasta el punto de dejarlo cerca del cierre total. Si el Congreso Nacional efectuara un análisis profundo de la situación y no actuara a “libro cerrado”, podría desaprobar los presupuestos de OFSE, incluidos en esa ley; entonces, se producirá automáticamente una situación de crisis extrema en el servicio respectivo, producto de la imprevisión.

Entre otras cuestiones, resulta a todas luces injusto que una enorme cantidad de ciudadanos del Interior, no cuenten con similar servicio ferroviario y/o frecuencias y/o transit time razonables, teniendo que enfrentar tarifas aplicadas por otros modos de transporte, que multiplican varias veces a las fijadas por OFSE, para trasladarse a lo largo de distancias similares. Se puede llegar al ridículo de tener que enfrentar tarifas de transfer en otros modos de transporte, por las cortas distancias existentes entre la estación de origen o destino del viaje, y el domicilio del usuario, mayores a la tarifa ferroviaria de larga distancia que el mismo usuario soportó.

Genera impotencia al ciudadano que no usa a menudo el servicio ferroviario y tiene que soportar los costos de otros modos de transporte, muchos más caros, tomar conocimiento acerca de cómo muchos usuarios de OFSE adquieren por ejemplo, pequeñas golosinas que se venden arriba de las formaciones -de manera descontrolada, en muchos casos, siendo las mismas de dudosa procedencia, frente a la falta de control de las autoridades respectivas-, y en valores que multiplican por seis o más, el valor de la tarifa que abonaron para viajar en la zona urbana o suburbana del AMBA.

Por otra parte, no se puede dejar de expresar una fuerte preocupación por la notoria falta de mantenimiento (que se intenta justificar en algunos casos por la imposibilidad de importar repuestos, ante la no autorización del propio Gobierno Nacional, a pesar que estamos en presencia de un servicio público) y/o de limpieza de muchas formaciones y/o estaciones en el sector urbano y suburbano diésel eléctrico de la citada compañía, y/o ante la falta de seguridad habitual, a pesar del nivel de erogaciones que exponen los estados de resultados de OFSE, antes comentadas. 

Además, se producen importantes episodios de impuntualidad y faltantes de material tractivo en algunas líneas -tómese como un ejemplo, la reciente crisis que presentó el servicio de pasajeros urbano y suburbano de la Línea San Martín-.

Frente al panorama económico – financiero que presenta OFSE, y comparándolo con el ferrocarril que supimos tener, las incorporaciones de nuevas paradas en estaciones a los servicios ferroviarios en vigencia, o la ampliación de la red, representan simple maquillaje para desviar la atención de la opinión pública sobre los problemas de fondo que existen en esta empresa.

Es importante tener muy presente que la eficiencia relativa del transporte ferroviario de pasajeros frente a otros modos de transporte, dista de ser la de su similar de cargas. Por ello es fundamental, promover en la mayoría de los servicios suburbanos, regionales y de larga distancia, el uso de coches motores multipropósito, dejando los grandes expresos para pocos corredores. Desde el punto de vista económico, es insostenible seguir derrochando potencia de grandes locomotoras diésel – eléctricas, para prestar los respectivos servicios de pasajeros. Claro está, faltan inversiones para hacerlo posible, mientras el servicio es cuasi gratuito, con enormes pérdidas para todos los argentinos.

No deja de generar preocupación creciente, el hecho que en OFSE se pongan en funcionamiento servicios de pasajeros que no son sostenibles por las condiciones de operación reinante, e incluso, se fijen cronogramas ridículos, con la inclusión de horarios irracionales y/o trenes que recorren importantes distancias fuera de servicio, como uno de los ascendentes del tren regional Rosario – Cañada de Gómez, cuyo horario está vigente en la actualidad.

Hay que destacar como un hecho relevante, que frente a “viento y marea”, el ferrocarril en Argentina funciona, principalmente por el enorme compromiso y admirable dedicación, del personal y de las organizaciones sindicales de esta noble actividad, las que prestan un importantísimo apoyo. Sin el mismo y por el contrario, con la existencia de un trabajo desarrollado a reglamento, habría que pensar en la seria probabilidad de ocurrencia de una crisis de magnitud en nuestros ferrocarriles.

Estamos transitando la novena etapa ferroviaria desde 1857 –transcurridas a lo largo de ciento sesenta y seis años de existencia desde la fundación de este sistema-. En estas condiciones, sino cambiamos el rumbo, lamentablemente nuestros ferrocarriles podrían ser prescindibles. Y es este riesgo, el que todos los argentinos, en conjunto, tenemos que eliminar definitivamente, saliendo de la “trampa” en la que estamos encerrados.

Una de las medidas a adoptar rápidamente, debe consistir en convertir al menos, un 75% de la pérdida anual de OFSE, en un valor equivalente de inversiones ferroviarias, en el marco de una Ley de Reparación Histórica, tal cual se describe más adelante. El 25 % restante, debería eliminarse también, pero, por otro lado, sería la referencia para otorgar subsidios por valor equivalente y directamente a los usuarios, de manera que ellos estén en condiciones de soportar las futuras tarifas recompuestas de OFSE, normales para el mantenimiento de la operación en condiciones de eficiencia. 

Reorganización del Sistema Ferroviario Argentino

Luego de quince años de su implementación, la separación vertical de la actividad establecida por Ley 26.352 (26) de 2008, no arrojó resultados positivos y por ende, debe terminar, dando lugar a otra forma de organización.

Ferrocarriles Argentinos Sociedad del Estado -FASE-, holding creado por Ley 27.132 de 2015, cuenta con un excelente management y equipo técnico. Hasta febrero de 2022 no había logrado cumplir adecuadamente con las funciones que le fueron asignadas, porque el poder de turno dentro del Gobierno Nacional, lo impidió. La conducción que asumió en esa época, actualmente en funciones, ha revertido parcialmente la situación, llevando adelante un valorable esfuerzo, el que por cierto se nota, pero la resistencia estructural con la que debe lidiar, todavía es muy grande (27)

FASE debe tomar el control total de la actividad vinculada a la operatoria de pasajeros, infraestructura y capital humano. No se producirá un cambio disruptivo y positivo, si ello no ocurre. Mantener la lógica actual de gestión, traerá consigo un aumento recurrente de los malos resultados.

OFSE, ADIFSE y Desarrollo del Capital Humano Ferroviario (DECAHF), empresas todas que cuentan en su nómina, con excelentes nóminas de personal (en lo referente a cargos no vinculados a la política partidaria), entre ellos técnicos con importante trayectoria y experiencia, tienen que entrar en un proceso de fusión por absorción a llevar a cabo por FASE, mientras Belgrano Cargas & Logística debe permanecer operando tal cual lo hace hoy, mientras que el Centro Nacional de Desarrollo e Innovación Ferroviaria (CENADIF), que opera en el seno de FASE, debe potenciarse.

Debe llevarse a cabo una profunda reestructuración de la dirección y administrativa en nuestros ferrocarriles, reduciendo significativamente la cantidad actual de gerencias, asesorías externas y altos cargos en general, en todas las empresas. Tal reorganización debe concretarse mediante la aplicación de criterios racionales, los que deben estar exentos de intereses de la política partidaria de turno, premiando los niveles de conocimiento, trayectoria, dedicación, transparencia, etc., y no la militancia política. 

Además, debe realizarse una profunda reingeniería para maximizar los ingresos actuales obtenidos por alquileres de inmuebles que se encuentran en la órbita de la actividad, y de otra índole ajena a la actividad principal, los que vienen siendo objeto de creciente cuestionamiento en la opinión pública por sus bajos rendimientos.

Dentro de la Subsecretaría de Transporte Ferroviario existe también un destacado equipo técnico, muy bien representado por la actual conducción del citado organismo. El mismo debe integrarse inmediatamente a este proceso, ocupando un rol relevante en la nueva etapa a desarrollarse, a partir de la misma evaluación antes citada.  

Por otra parte, debe implementarse el “Acceso Abierto” u “Open Access”, instituto creado por Ley 27.132, que debe ser cumplido de manera urgente, terminando al mismo tiempo con la precariedad del marco regulatorio, que se viene manifestando en los últimos tiempos, por la emisión de normas que no son aconsejables. El hecho que la infraestructura ferroviaria, se encuentre en promedio en un estado regular o malo, no debe ser motivo para seguir postergando la puesta en marca de la citada figura, menos aún, utilizando figuras jurídicas objetables, que avanzan sobre facultades del Congreso de la Nación.

26 Modelo que inicialmente funcionó bien en Suecia, que lo implementó en 1988, pero que posteriormente, fue mostrando importantes imperfecciones, al punto que los ciudadanos en su mayoría, prefieren una red ferroviaria nacional.

27 Es llamativo que en la memoria de los últimos estados contables de OFSE, por ejemplo, no se haga mención alguna a las tareas que llevó adelante, coordinadas por FASE, cuando las mismas están encuadradas dentro de las facultades que la Ley 27.132 le otorgó a esta última empresa. Por el contrario, solo se menciona en aquélla, la existencia de FASE, como si fuera un simple dato.

Hay que destacar que para que ese instituto se implemente exitosamente, debe procurarse mucha transparencia en todo el proceso a llevar adelante. Ante todo, se deben crear órganos imparciales que administren adecuadamente las prioridades de tráfico, las controversias que surjan entre los operadores, las responsabilidades en los siniestros, que al mismo tiempo se permita un régimen de acceso igualitario al alquiler de material rodante, uso de talleres y de otra infraestructura existente, etc.

22 de marzo de 2021

Los ferrocarriles que nos debemos

Actualidad

Los trenes representan lo que el aparato circulatorio es para el cuerpo humano. Ellos deben irrigar todas las zonas que atraviesen, con pasajeros y cargas. Lograrán así favorecer a las economías regionales, pymes y poblaciones del interior, no sólo a los poderosos sectores concentrados de la economía nacional productores de materias primas

Desde que el ferrocarril vio la luz en nuestro país en 1857 su crecimiento, con marcados altibajos, no se detuvo hasta la implementación inconclusa del Plan Larkin (1962). Hasta ese entonces la Argentina mantenía una red de 44.000 kilómetros de vías activas y figuraba entre las más extensas del mundo, con alrededor de 200.000 empleados ferroviarios.

Después vinieron dos grandes etapas con políticas de fuerte retracción: la última dictadura cívico-militar (1976-1983) y el menemismo (1989-1999). Éste último proceso le aplicó el tiro de gracia al sistema, que ya venía acumulando años de falta de inversión.

En el periodo 1991-1995 se perdieron más de 50.000 puestos de trabajo directos y 15.000 kilómetros de vías, sin contar las pérdidas indirectas (pueblos, patrimonio ferroviario y un sinnúmero de actividades satélite). Los servicios que quedaron, salvo excepciones, fueron decayendo en calidad y en cantidad, y todo se deterioró.


En 2013 y 2014 se decidió, luego de la tragedia de Once y ante una situación que rozaba lo desesperante, dar por concluidas la mayoría de las concesiones ferroviarias y volver al sistema estatal de empresa única, aunque sobrevivieron algunas concesiones privadas.

Por estos días, 30 años después de la desestatización menemista y con los anuncios del presidente Alberto Fernández, estaríamos a las puertas de una recuperación que nos permita retrotraer la nefasta política neoliberal (léase dictadura y menemismo) y el abandono o negligencia posterior. Para nada se trata de una tarea fácil.

Si bien en los últimos tiempos hubo mejoras destacables con la recuperación de ramales, servicios y adquisición de material rodante, que impulsó el incremento de los volúmenes transportados, es necesario aclarar que el transporte de carga por tren continúa demasiado primarizado en términos económicos.

Es decir, se trasladan por tren productos muy básicos de la economía: granos, carbón, áridos, madera, etc. Y, en su mayoría, se trata de servicios “puerta a puerta”, o si se nos permite un ilustrativo juego con las palabras, de “puerta a puerto”.

Con este panorama resulta impostergable programar entonces un sistema más parecido al que tuvimos en el siglo pasado, con estaciones intermedias para mantenimiento de la red, servicios de corta distancia y encomiendas. Al mismo tiempo habrá que ampliar la distribución de productos con algo de valor agregado, y hacer convivir los servicios de carga con los de pasajeros.

El ferrocarril debe ser para el país como el aparato circulatorio lo es para un cuerpo, debe irrigar todas las zonas que atraviese. Esto, a las claras, favorece a las economías regionales, a las pymes y a las poblaciones del interior del país, no sólo a los poderosos sectores concentrados de la economía nacional productores de materias primas.

Lo que tenemos que discutir como país no es una dicotomía entre “ferrocarril sí o ferrocarril no”, sino en qué tipo de ferrocarril queremos: uno que vaya de un punto a otro del mapa o uno que conecte a todas las regiones del país entre sí, y éstas a su vez con los puertos.

Lograremos de esta forma una comunión entre la producción agroindustrial y los mercados internos y externos.

Por el tiempo transcurrido de las clausuras masivas se perdieron valiosísimos terrenos ferroviarios en el corazón de la mayoría de las capitales provinciales. A modo de ejemplo: San Luis convirtió la red ferroviaria que atravesaba su capital en una autopista (Avenida Eva Perón), San Juan transformó el predio de su estación terminal en un parque y Mendoza reconvirtió la red metropolitana del San Martín a un sistema de tranvía urbano (Metrotranvía de Mendoza)

Todo esto obliga a planificar la construcción de grandes polos de intercambio multimodal en las afueras de las metrópolis provinciales, dando lugar así a la activa participación del camión en el lugar donde resulta más redituable: la mediana y corta distancia, y los ingresos a las urbes. Cabe destacar que en una economía con un trasporte organizado, el camión y el tren no son adversarios sino complementarios

En definitiva, tenemos un panorama alentador por delante, pero el éxito de su implementación dependerá de una minuciosa planificación que nos lleve a seleccionar lo mejor del pasado, pensando en nuestro futuro.BAENegocios.com

19 de febrero de 2021

Para recuperar el tren de la Mesopotamia Argentina. (Y aumentar la capacidad de los trenes metropolitanos)

Nota de Opinión

Por: Jorge de Mendonça (Pg en Política y Planificación de Transporte UNSAM)

Por una gran cantidad de argentinidades, y no por ningún deseo dominador de nadie, Estado Nacional y provincias desparramaron trochas y estándares cual si fueran zapatos.

Irónica y trágicamente, el lenguaje de los que proponen estandarizar, suponen lograr lo homogéneo por abandono de lo que no es igual al estándar elegido (Mirar Plan Larkin en su referencia de estandarizaciones al citar la eliminación de la trocha angosta en la Provincia de Buenos Aires).

Es decir, vamos abandonando todo porque mañana será maravilloso cuando reconstruyamos todo, mientras en 30 años se perdieron 20.000 Km y apenas se renovaron 4.300 Km.

Atento a la inconsistencia de ir abandonando el Fc Urquiza, tal viene sucediendo (y tal quisieron en 1968 hasta que el General De Marchi se plantó para que Zárate Brazo Largo sea bimodal), y su peor parte, que es el planteo hasta en documentos del UNASUR de llevar al mismo a trocha angosta, cosa que le impediría lograr mayor volumen por vagón en cargas generales y contenedor en doble pila, observando que, definitivamente, no sirve de mucho un ramal urbano que se ha quedado sin espacios para la logística y para el alistamiento de trenes generales y regionales, a título personal, propuse en el día de hoy un debate fundado en:

* Dado que la envergadura de la electrificación del ramal Retiro - Villa Rosa demandará grandes intervenciones, incluido sobre el gálibo en altura.

* Que la distancia horizontal desde el eje al borde del andén según el gálibo GVO 3236 y 3235 es 6 cm mayor en trocha angosta que en trocha media y que la libranza de material rodante también es del mismo orden.

* Que de Arroyo de la Cruz a Retiro subsisten aún sendos espacios para implementar centros de transferencia logística y/o alistamiento de unidades, y que en el extremo Sur está el Puerto Nuevo de Puerto Buenos Aires.

* Que el ancho de la traza de la línea CC entre Villa Rosa y Retiro goza de amplio margen para tramos de vías tercera y hasta cuarta.

* Que los 5 millones de habitantes de la Zona Norte del Área Metropolitana de Buenos Aires, AMBA, sólo mejorarán su calidad de vida laboral si pudieran disponer de amplia oferta ferroviaria que acorte tiempos y amplíe confort.

* Que la Mesopotamia, con su gente y su producción y consumo tienen igual necesidad de alcanzar el AMBA y la CABA con el ferrocarril. La economía del País necesita de esa equidad.

Siendo la propuesta técnico territorial, que la Trocha Media se conecte sobre la traza de la Trocha Angosta desde Arroyo de la Cruz (O cercanías), hasta Retiro y Puerto Nuevo, completando la inserción con la atención de los pasajeros metropolitanos desde A de la Cruz y Villa Rosa con trenes de la envergadura del Fc Sarmiento y/o Roca, lo que aumentaría en un 43% la capacidad de cada formación.

En el mismo sentido, se deberán contemplar todos los tramos posibles de triple y cuádruple vía para permitir trenes rápidos y expresos, a la vez que, en dichas vías adicionales, podrán circular trenes de carga y de pasajeros generales provenientes de la trocha angosta más allá de Arroyo de la Cruz.

Las proposiciones de la lingüistica ferroviaria, ante tal desafío, preguntarán sobre la TIR, la VAN y demás, a lo que yo les contrapropongo las siguientes preguntas

+ ¿Cuál es la TIR y la VAN de llevar a trocha angosta a los restos del Fc Urquiza?

+ ¿Cuál es la TIR y la VAN de no poder acceder con carga de la Mesopotamia, por tren, al interior del AMBA y al Puerto Nuevo?

+ Haciendo honor a la metodología del Ingeniero Reinaldo Jorge Román, ¿Cuál es el lucro cesante público de no brindar transporte adecuado, intenso y confortable, a la población del Norte del AMBA?

+ ¿Qué parte de la enseñanza técnico / cultural los llevó a jamás considerar a los territorios de lo que tuviera trocha angosta o trocha media que, casualmente, han sido los más castigados con los abandonos y levantamientos? ¿Acaso es la normalización por aniquilación planteada en el Plan de Largo Alcance para los Transportes en Argentina de 1961, pág 53?

Como lo que realmente sirve es que se agreguen ideas, críticas, mejoras y demás, no voy a proponer perfección alguna, sino a abrir y compartir el juego de las ideas.