NOTA DE OPINIÓN
Por: Alejandro Alvite (para CRÓNICA FERROVIARIA) (*)
Si denominamos “inversión” a destinar recursos con la finalidad de
obtener ganancias, rentabilidad o beneficios, estamos hablando de algo muy
distinto del “gasto” de dinero para que sea consumido por algunos.
Cuando hablamos de los recursos
del Estado, nos referimos al dinero de todos los habitantes del país. Lo que
sucede en el ferrocarril bajo el nombre de inversiones, en criollo puede
llamarse “curro”.
A los usuarios y al pueblo en
general se les vende el discurso de la inversión en material e infraestructura
ferroviaria, mientras se malgastan cifras siderales, por ejemplo en las compras
a China de locomotoras y coches.
Argentina tiene hoy condiciones
para fabricar coches, vagones, locomotoras, perfilado de rieles, etc. La
reconstrucción del ferrocarril implicaría reactivar numerosas industrias
(siderúrgica, metalúrgica, construcción, etc.) y así cambiar de un modelo
económico dependiente a uno productivo. Por supuesto que esto no se realiza de
la noche a la mañana, por eso se requiere empezar cuanto antes.
Mientras esto se prepara, pueden
hacerse contratos con industrias ubicadas en nuestro territorio para la
fabricación de repuestos, suministros, etc. y sostener lo que tenemos, con una
proyección a mediano y largo plazo.
En su defecto, también se puede
acudir a industrias ya ligadas a los ferrocarriles, lo cual posibilitaría el
acceso más fácil a un mercado de repuestos amplio y al personal capacitado para
operar inmediatamente.
Pero ninguna de estas dos
opciones formó parte del proyecto del gobierno y los sindicatos.
Con la mediación del empresario
Franco Macri (padre del opositor N°1 del actual gobierno), el Estado Argentino
hizo un excelente negocio...para los chinos. Se compraron decenas de
locomotoras y coches 0KM para los ferrocarriles metropolitanos. Con una
“inversión” enorme se firmó un contrato que nos liga por 20 años a la
dependencia de esta industria oriental, única autorizada a suministrar
repuestos, insumos y personal técnico. Además con la intención de abrir una
sede aquí.
De este entramado participaron
funcionarios del Ministerio del Interior y Transporte, como sindicalistas y
empresarios locales. Este trío ya viene en sociedad desde las compras del
material obsoleto a España, Croacia, Alemania, Portugal, etc. Pero esta vez,
implicó el absurdo de traer material que “no podía ponerse a trabajar en las
líneas” inmediatamente, aunque fue la premura el argumento para el negociado.
Las locomotoras adquiridas tienen garantías sólo si están en la Línea
San Martín; sin embargo, casi en su totalidad han sido llevadas a otras líneas,
por lo cual ya no hay garantía. Poseen un sistema de acople y enganche que
sirve para trabajar en circuitos cerrados (sin pasos a nivel, con túneles o
puentes para el paso vehicular), no siendo este el caso del ferrocarril San
Martín.
No existe personal capacitado en el país para su manejo y reparación,
por lo que se debió financiar las capacitaciones en China y ahora transmitirlo
a todo el personal. La empresa no quiso hacerse cargo de la capacitación,
tomando entonces el sindicato La Fraternidad su ya tristemente tradicional
función de representante de la empresa. Se capacitó al personal en negro (fuera
de horario), en connivencia con la empresa y el ministerio. La altura de las
locomotoras y los coches obliga a una inversión mayor, de unos 26 millones de
pesos más, para levantar las plataformas.
Todo esto, entre otras cosas, nos lleva a pensar que más que una
inversión es un enorme gasto del dinero público, en beneficio de unos pocos. Y
cada vez se aleja más del desarrollo industrial necesario, autónomo,
independiente y sobre todo “posible”. Es una oportunidad histórica para
producir un modelo de independencia y soberanía, que no hay que desperdiciar.
(*)Conductor de la Línea San Martín - Miembro del Movimiento Nacional
Ferroviario
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