CARTAS DE LECTORES
Señor Director de Crónica Ferroviaria:
Solamente en un país como el nuestro es posible que el dicho popular se
repita con tanta frecuencia y ligereza. Y con tanta irracionalidad. En los
talleres de la Línea Sarmiento en Castelar evidentemente existe la falta de
mantenimiento, la falta de responsabilidad, la carencia de conocimiento en los
frenos, nadie conoce lo que es un tren o nadie controla a nadie.
Asombra que tres accidentes como el ocurrido el sábado pasado a las
07:27 horas en esta Línea Sarmiento (Castelar, una vez) y (en Once, dos veces)
tengan la misma causa y sus consecuencias sean igualmente graves o fatales. Las
mismas condiciones y las mismas actitudes de los responsables del servicio
público ferroviario frente a los hechos reiterados. Parece ser una secuencia
macabra.
Pero apliquemos la razón para evaluar esta serie siniestra. Desde arriba
para abajo veamos lo que corresponde. El Ministro del Interior y Transportes es
el máximo responsable del servicio para propios y extraños. Siendo Licenciado
no se le exige que sea competente e idóneo para manejar trenes, ni siquiera
para conocer de frenos ferroviarios, pero es el responsable.
El ministro de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios es
arquitecto pero no se le exige saber operar un tren o que conozca cómo se hace
una vía ferroviaria, pero es el responsable. El Interventor de la CNRT es un
intendente del conurbano bonaerense, y en tal carácter no debe saber lo que es
un sistema ferroviario, pero maneja la Comisión de Control de Transportes y es
el responsable.
Así, si seguimos, llegaremos al empresario y al jefe de taller que
autoriza la habilitación de las formaciones cada mañana y para ello debe
conocer lo que es un sistema de frenos de tren, para eso es el responsable y se
le paga como tal. El motorman, por su parte, es el último eslabón de esta
cadena de funciones, por ser el responsable de manejar el tren durante cada día
de su vida.
Concluyendo, cada pasajero transportado en esta línea ferroviaria viaja
confiado en que su viaje será seguro, correcto y que todos los aquí nombrados
cumplirán con su misión y funciones como corresponde en todo momento, lo que es
racional, legal y controlado. En caso de que el viajero termine en una morgue o
en un hospital, después de un accidente ferroviario, tiene derecho al pleno
resarcimiento ante la ley. Y todos los nombrados tienen responsabilidades
claramente definidas ante la ley y cada uno es responsable.
Bajo este razonamiento los casos de los anteriores accidentes de Once y
de Castelar ya debieran estar con sentencia firme de la Justicia y encarcelados
todos los nombrados por su responsabilidad, su incompetencia, su negligencia y
su mal desempeño particular, aunque sea delegado.
Esto merece severo castigo a estos responsables por la falta de
previsibilidad en cada acto que le compete per se en estas funciones, y debe
servir de escarmiento justo ante la sociedad por los muertos, heridos graves y
personas incapacitadas como consecuencia final. Sin plantear subterfugios, cada
funcionario cumplirá celosamente con su deber de aquí en adelante. Saluda
atentamente
Román
Ballesteros