NOTA DE OPINIÓN
Por: Juan Miguel Tosi (Para CRÓNICA FERROVIARIA)
El Ministerio
del Interior y Transporte (extraña conjunción de áreas si las hay), en voz de
su titular Florencio Randazzo, anunció la suspensión de un contrato ferroviario
menor, firmado oportunamente por el Ministro de Planificación, Inversión
Pública y Servicios, Julio De Vido, por "caro". Nada más, y así de
sencillito.
Según se
supo, por medio del portal oficial Telam, la empresa encargada del
mantenimiento de las formaciones Talgo (que desde mediados de 2011 corrían
entre Plaza Constitución y Mar del Plata) cobraba 40 millones de pesos al año,
mientras que el valor de mercado de una formación como la que prestaba el
servicio asciende a 42 millones de pesos. Como consecuencia se anunció además
que “Hasta tanto se presente una propuesta razonable, la venta de pasajes y la
prestación del servicio estará provisoriamente suspendida”.
Y aquí
comenzamos a atar cabos y a sacar conclusiones, mas bien especulaciones, al
calor de la desinformación que caracteriza a la gestión de Cristina Kirchner.
La tragedia de
Once desnudó y puso fin a la catastrófica gestión de Julio De Vido al frente
del transporte. De Vido era el ministro a cargo de los trenes desde 2003, por
lo cual el tiempo y la magnitud del desastre, le impidieron a él, a Schiavi, a
Jaime y a Luna, salir indemnes y victimizarse frente a los hechos repartiendo
las clásicas culpas a las empresas, a los 90 o a De La Rúa.
En todo ese
tiempo, y a pesar de que muchos organismos, ONGs y los usuarios denunciamos
toda clase de errores de gestión y hasta groseros negociados, el Gobierno
decidió mantener a De Vido al frente de su área. Hasta aquí, al menos y
supuestamente, los Secretarios de Transportes Ricardo Jaime y Juan P. Schiavi y
el Subsecretario de Transporte Ferroviario, Antonio Luna, dependían de De Vido
y todos trabajaban en el Ministerio de Planificación de la calle Hipólito
Yrigoyen 250. Esto en teoría, por que se dice que cada uno reportaba por su
lado: a presidencia Jaime, a su gremio y a su conciencia Luna (quién además
manejaba directamente a los concesionarios) y luego de la "salida" de
Jaime, parece que Schiavi era el único que charlaba con De Vido. En ese
contexto se firmó el contrato anulado hoy por Randazzo.
Si la idea
era darle a Florencio Randazzo el manejo de las políticas de transporte y la
administración de sus recursos y subsidios, ¿por qué no se nombró directamente
a Randazzo Ministro de Planificación, Inversión Pública y Servicios?, ¿o acaso
tenemos motivos para pensar que De Vido gestiona mejor todas las demás áreas
que siguen a su cargo?.
En este
momento, el desorden resultante parece ser tal, que Randazzo trabaja en el
Ministerio del Interior en la calle 25 de Mayo 101, el Secretario de
Transportes, Alejandro Ramos, trabaja para Randazzo pero lo hacía para De Vido
y sigue en el Ministerio de Planificación de la calle Hipólito Yrigoyen 250, el
Subsecretario de Transporte Ferroviario, Raúl Baridó, que también depende de
Randazzo pero que nunca trabajó para De Vido, se presenta en el ministerio de
Julio De Vido, en el piso 12 de la calle
Hipólito Yrigoyen 250.
Al márgen de
todos ellos, Ariel Franetovich, ocupa el cargo de Eduardo Sícaro en la CNRT (el ente regulador que
funciona en Maipú al 100). Sícaro fue ascendido por Randazzo a subsecretario de
Regulación Normativa del Transporte, otro cargo que no sabemos cómo y dónde
encaja (ni si existe), por que días después, Sícaro, debió presentar la
renuncia cuestionado por familiares de las víctimas de la tragedia de Once. Si
no se entiende es lógico. Lamentablemente ahora ni sospechamos a quien reporta
en verdad cada uno (si todavía reportan algo a alguien), ni cómo mantienen
reuniones de trabajo a 300
metros el uno del otro (si es que se reúnen, lo que
sospechamos es que si se reúnen se van a mantener en forma).
La confesión...
...por que
como quiera que sea el desorden pasado o presente, el contrato firmado, fue
firmado y disuelto por la misma gestión de Cristina F. de Kirchner. Hoy
Randazzo hizo, en nombre del gobierno, la confesión de una estafa hecha por el
Estado al Pueblo Argentino. Ninguna novedad, a excepción de que la gestión que
hizo la estafa es la misma que la confiesa. Todas las intuiciones y todas las
habladurías que supuestamente hacían los opositores, los usuarios y los medios
han sido elevadas a la categoría de sospechas muy serias por esta extraña
"confesión" que en verdad sólo confirma el grado de desorden,
ineficiencia e internismo palaciego que corta a todas las áreas del Gobierno.
Mientras pasa
todo esto, los que no pasan, son los trenes.