EXTERIOR
Decenas de
turistas recorren la estación de Alausí, en Chimborazo. Ellos solo quieren
escuchar ese sonido de la campana que les indica que ha llegado el momento.
Cuando eso ocurre todos caminan por el andén y buscan el vagón en el que
realizarán el mítico viaje hacia la
Nariz del Diablo.
Alausí, una
pequeña ciudad que fue construida en torno al ferrocarril, es el punto de
partida hacia una hermosa montaña, que impuso un reto arquitectónico a quienes
construyeron la ruta del ferrocarril. Es por esto que el tren es el único medio
de transporte que permite recorrer el que alguna vez se conoció como el ‘camino
para los pájaros’, porque se creía que solo volando se podría viajar hasta allí
y llegar a las faldas de la
Nariz del Diablo.
Por muchos
años, las personas que han pasado por la estación de Alausí solo podían
imaginar como eran los recorridos por las rieles que serpentean por la montaña,
junto a barrancos y desfiladeros que conforman el tramo de 13,5 kilómetros,
hasta la estación de Sibambe, en la ruta
a la Costa.
Más que
historia
La estación
de ferrocarriles fue construida en 1905 como parte del proyecto del Ferrocarril
de la Unión Nacional,
que conectaba a Quito con Guayaquil. Cuando finalmente el tramo Alausí-Sibambe
fue inaugurado, el 25 de Junio de 1908, la estación de Alausí pasó a ser una de
las más importantes del país.
Hace tres
años, como parte del proyecto de restauración del sistema ferroviario que
realiza la
Empresa Ferrocarriles del Ecuador, comenzó la restauración de
este tramo que requirió una inversión de 4,6 millones de
dólares.
Ahora, la
estación de Alausí ha vuelto a ser la más importante del país, recibiendo al
50% de turistas nacionales que buscan una aventura en ferrocarril.
El trayecto
Mientras el
tren que funciona con motor a diésel sale de la estación los viajeros admiran
el paisaje que se presenta unos pocos segundos después de abandonar el poblado.
La
tranquilidad del trayecto solo es interrumpida por una guía vestida con atuendo
de maquinista, que da la bienvenida “al sistema de ferrocarriles más difíciles
del mundo”.
Antes de
adentrarse a la montaña, se puede ver el monumento a San Pedro, patrón del
cantón Alausí, el cual está a 2.347 metros sobre el nivel del mar. Esta
imagen siempre despide al tren que desciende en una pendiente de 5 grados más
de 500 metros
hasta llegar a Sibambe.
En esta ruta
hasta los durmientes (maderos horizontales por los que pasa la línea ferrea)
tienen su atractivo y algunos tienen hasta 80 años de
antigüedad.
En solo ocho
minutos de recorrido la temperatura sube tres grados centígrados y eso quiere
decir que el tren ha llegado a ‘Chiripungo’, palabra kichwa que significa
‘puerta al frío’. Ese nombre lo inventaron los viajeros que venían de la Costa y que se topaban con
un fuerte descenso en la temperatura, justo al pasar ese punto.
Más adelante,
el tren se detiene completamente durante uno o dos minutos, tiempo suficiente
para que el ‘brequero’ descienda del tren y mueva una pesada palanca de hierro
permite el característico recorrido en zigzag por la montaña. En parte de este
trayecto el tren desciende en reversa y los aventureros que viajan en su
interior pueden observar montañas rocosas irregulares.
En este
paraje hay pocos cactus, agaves, bromelias y hasta árboles de eucalipto, que no
son nativos de la zona pero que también tienen su historia, porque hace más de
150 años fueron traídos desde Australia por el entonces presidente Gabriel
García Moreno, como cura para la malaria.
El clímax
Casi al final
del recorrido hay un ‘puente’ natural que conecta a la Nariz del Diablo con otra
montaña. Se trata de una roca gigante
que cayó luego de una de las muchas explosiones con dinamita que se realizaron
durante la construcción de la vía.
Cuando termina
el descenso, los aventureros dejan sus
asientos para dirigirse a la
Estación de Sibambe, pero el
tren desciende un kilómetro más hasta un lugar conocido como ‘El
Triángulo’, porque allí se cruzan los rieles de la vía a la costa con los
rieles de la vía hacia Cuenca.
Cuando el
tren se detiene, las decenas de pasajeros descienden ansiosos de observar la
forma que tiene la ‘Nariz del Diablo’, pero se quedan perplejos al ver una
montaña apacible, cuyos paisajes distan mucho de verse como algo diabólico. Lo
que sí les sorprende es que el empinado zigzag luce más impresionante desde
abajo.
En la Estación de Sibambe, la
gente solo tiene 10 minutos para ver a un grupo de danza, visitar tres puestos
pequeños de artesanías, tomar un café o comer un choclo con queso en una de sus
dos cafeterías y de visitar el Centro de Interpretación Cóndor Puñuna, un museo
con la historia de la ruta.
Después de
esos 10 minutos, suena el pito del tren y los visitantes deben embarcarse para
vivir la aventura del retorno hacia Alausí. Este viaje culmina a las 13:30, una
hora perfecta para visitar los restaurantes del poblado.
La leyenda
El sistema de
zigzag que tiene esta ruta fue ideado por los hermanos Harman, unos
norteamericanos que llegaron a diseñar las vías ferroviarias durante el
gobierno de Eloy Alfaro.
Sobre este
hay varias teorías. Hay quienes dicen que el nombre nace tras la muerte de más
de 2 mil 500 personas entre ecuatorianos y jamaiquinos, durante la construcción
de la vía. Otros le otorgan la autoría a uno de los hermanos Harman, quien al
recorrer el terreno donde se tendrían que levantar los rieles exclamó
‘¡devil!’, refiriéndose a que solo un trato con el diablo podría asegurar que
la obra se finalice. LaHora