Museos Ferroviarios
Archivos históricos "invaluables" están en peligro. Documentos expuestos a goteras y desechos de palomas. Una comisión intenta salvar este patrimonio que es la historia viva del ferrocarril en Santa Fe: la Casa Hüme, levantada en 1889.
"Todo acá es invaluable", dice Mario Gastelo, sentado junto a un escritorio en la puerta del Museo Ferroviario de Santa Fe. Es quien recibe al público. Este jubilado ferroviario salteño que llegó en tren a la ciudad trasladado en 1969, no se fue más y es el actual presidente del museo. También es casi el único que sigue allí, rodeado de fotos, documentos y objetos que recuerdan el esplendor del ferrocarril. Se trata del antiguo edificio de Hipólito Irigoyen y San Luis, una esquina emblemática. Es la Casa Hüme, levantada en 1889 por los hermanos escoceses Alexander y Washington Hüme. Es la historia viva del ferrocarril en Santa Fe. Y está a punto de perderse. Porque la falta de mantenimiento puso en jaque al edificio y a todo lo que hasta hoy allí perdura.
Gastelo tomó la posta de su entrañable amigo Andrés Andreis. Otro ferroviario soñador que fue el impulsor del museo y que falleció en julio del 2020, a los 84 años. "Él siempre soñó con recuperar todo esto. Pero lamentablemente nunca nadie lo escuchó", dice el actual presidente del Museo, institución que este año cumplirá 26 años. "Los políticos nos mintieron en la cara siempre", agrega con bronca este jubilado que el año que viene cumplirá 80, y que entregó su vida al ferrocarril, al igual que lo hicieron su padre y sus tíos. Puro amor a los trenes. "Estas son las vías por donde pasa mi sangre", dice Gastelo y recorre con su dedo índice las venas de su brazo. Y llegan hasta acá -dice y se señala el corazón-, hasta la estación".
El edificio es del Estado Nacional y está en manos de la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE). Pese al visible deterioro, el Museo Ferroviario que allí funciona abre al público todos los miércoles de 9 a 12 y sábados de 9 a 13 horas. En su interior hay réplicas de máquinas y vagones, fotografías históricas, objetos, carteles, herramientas, partes de los ferrocarriles que hicieron historia en Santa Fe. "Acá vienen muchos estudiantes a consultarnos", dice Gastelo. "Pero lamentablemente tenemos que atenderlos en estas condiciones, como podemos, porque el Estado nunca puso un peso para mantenerlo". Lento, cansado, el hombre trata de encargarse de todo lo que puede. Pero no le alcanza. "El otro día recibí a unos visitantes, los acompañé, y cuando volví al escritorio de la puerta me habían robado el celular", cuenta y se lamenta. Tampoco funciona el teléfono fijo del la institución.
En el primer escalón de la preciosa escalera de mármol cuelga una cadena con un cartel que prohíbe el ascenso. Es que el sector superior del centenario edificio está clausurado. "Hay goteras y peligro de derrumbe", explica el presidente. Y en el exterior las veredas están rotas. También hay cartelones de obra para evitar que la mampostería que se desprende de la fachada y balcones caiga sobre los peatones y provoque un accidente. Todo luce abandonado. En peligro.
Al olvido
"Ninguna de las gestiones gubernamentales de los diferentes niveles del Estado nos escucharon", se queja Gastelo. "Siempre tienen el cuento de que el edificio es de la Nación y no quieren invertir. Los intendentes nos reclaman que arreglemos la vereda, en vez de ayudarnos a salvarlo".
"Ojalá algún gobernante se acuerde de nosotros y nos de un subsidio para poder mantener esta historia ferroviaria", insiste el presidente de la institución, porque ya "se han perdido muchas fotografías y libros, por las goteras y filtraciones en el edificio", se lamenta. Y agrega luego que también "están en peligro los pisos", que son de madera montada sobre pilares y bigas de pinotea.
Un gesto ciudadano
Ante la inacción del Estado para salvar al Museo, un grupo de vecinos de la ciudad formó una Comisión de Amigos del Museo Ferroviario Regional Santa Fe (Camfer) y redactó una Carta de Intención. En dicha Carta se comprometen a iniciar las gestiones para obtener los fondos necesarios y poner en valor el histórico edificio de San Luis al 2900. Quieren hacerlo en cooperación con la actual gestión del Museo, reforzando relaciones, para firmar convenios a corto plazo y obtener el compromiso gubernamental y de otros organismos e instituciones, como también del sector privado, a fin de alcanzar la puesta en valor y recuperación.
También pretende esta Comisión darle orden a la situación legal y administrativa del Museo, que hoy no cuenta con la masa societaria mínima exigible, por lo que no tiene subsistencia en la Inspección General de Personas Jurídicas.
La Casa Hüme
"Esta es una institución emblemática de la ciudad", dice Olga Morano, una de las personas que conformó la Comisión de Amigos que quiere salvar el Museo. "Y se constituyó para darle la importancia que tuvo el FF.CC. en Santa Fe", agrega, y dice que están "preocupados por el importante deterioro edilicio que impacta en la conservación de la documentación que atesora el Museo".
La Casa Hüme, donde funciona el Museo Ferroviario, es una construcción histórica de estilo francés. "Tenía un túnel que la comunicaba con la Estación de Trenes, que estaba a donde hoy está la Terminal de Ómnibus", recuerda otro de los miembros de la Comisión y antiguo colaborador del Museo, Jorge Coghlan. "Nuestro objetivo es salvar este edificio que tiene una gran historia" y se encuentra en lo que antaño era el nudo comercial de la ciudad, frente a la plaza España.
Los miembros de esta Comisión de Amigos reconocen la gran labor que realizaron quienes hicieron posible la existencia del Museo Ferroviario. "Pero es gente que necesita colaboración para realizar las gestiones necesarias para salvarlo. Y aquí estamos, de buena fe, para sumarnos", dice Coghlan.
"Hoy sólo se puede acceder a la planta baja del edificio, a donde se exhiben algunos objetos. Habría que evaluar si existe riesgo edilicio", expresa la arquitecta e investigadora María Alejandra Saus, quien también forma parte de la Comisión de Amigos. "En principio hay que tener prudencia y contratar a alguien que determine si existe o no riesgo edilicio".
Más adelante Saus pone la lupa sobre la preservación de los documentos que tiene el Museo. "Un archivo histórico debería estar bajo condiciones de humedad, temperatura, iluminación controladas, y acá estamos velando por que los documentos no se mojen por la lluvia y no se ensucien por las palomas", advierte, "porque los techos están averiados", dice, "y esto es urgente, porque si se pierde ese patrimonio es irrecuperable".
Por último, Coghlan destaca al Museo Ferroviario como "un gran polo atractivo de turismo" porque "mucha gente quiere visitarlo y consultarlo, tanto turistas como estudiantes e investigadores". Y finaliza con un pedido abierto: "Todos los santafesinos tenemos que salvar a este museo".Por Nicolás Loyarte para ElLitoral.com