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Un día, por fin, la paciencia de su jefa se colmó y Alicia Mancuello, de 38 años, perdió su trabajo como empleada doméstica en un departamento de Almagro. ¿La causa? La impuntualidad de Mancuello debido a la mala frecuencia del Premetro, que cada día debía tomar para llegar desde su casa en Villa Soldati, antes de combinar con un colectivo.
Mancuello cambió de trabajo y ahora hace tareas de limpieza en el Hospital Álvarez, en Flores. Lo que no se modificó, como señala, fue la mala calidad del servicio del premetro, que ella y otros 20.000 usuarios de la zona sur de Buenos Aires padecen cada día.
La imprevisible frecuencia del servicio se debe a los constantes desperfectos que sufren los coches. Distintas fallas mecánicas, problemas en los frenos y el habitual colapso de las puertas automáticas son las principales causas de las visitas a los talleres.
Según el Ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte de la Ciudad, la frecuencia se ve alterada por situaciones propias del tránsito como choques o vehículos mal estacionados que afectan la circulación de los coches, entre otras. Además, indicaron, ante condiciones climáticas adversas, se producen anegamientos en las vías que cortan el servicio. Para mitigar estos bloqueos, el gobierno evalúa la realización de obras. En tanto que desde Metrovías destacaron las mejoras que hizo la empresa en la estructura de las estaciones y la señalética.
Inaugurado en 1987, el premetro es la última línea de tranvía que funciona en la ciudad. Su traza, de 7,4 kilómetros, atraviesa Flores, Villa Soldati y Villa Lugano.
"A los coches no se les hizo ninguna mejora en los últimos años. Solo pintura: antes eran blancos y ahora son amarillos", contó un chofer que pidió preservar su identidad y que trabaja en el premetro desde su inauguración. "Los coches se quedan sin frenos muy seguido", dijo, y precisó que esta es la peor época del año para el sistema de frenado porque las hojas secas y el rocío forman sobre las vías una pasta muy patinosa: "¡Es Holiday On Ice!", ilustró.
También son cotidianas las suspensiones de servicios por desperfectos en las puertas automáticas. "Son un suplicio", consideró otro chofer. Explicó que en los coches abarrotados la presión sobre las puertas hace que se zafen las correas que las accionan. Y como no se puede circular con las puertas abiertas, los pasajeros deben descender donde sea que se haya detenido el coche, que termina yendo al taller.
El costo del viaje, frenado por un amparo judicial, quedó tan desactualizado como el servicio: $2,50. Mientras que el boleto mínimo de colectivo vale $9. Aun así, desde que se instaló dentro de los coches el pago con tarjeta SUBE, son incontables los pasajeros que no pagan el boleto porque no hay controles.
En Metrovías explicaron que el premetro funciona como una combinación de la red de subte: quien pagó su boleto de la línea E no debe hacerlo de nuevo. También se les cobra a los que empiezan o terminan su viaje en la estación Intendente Saguier, en Flores. Pero sacando esa parada, se puede viajar por toda la traza sin pagar.
El servicio tiene dos ramales que comparten la estación Intendente Saguier como cabecera. Ambos tienen su otra cabecera en Villa Lugano. El viaje entre los dos extremos demora unos 25 minutos.
La frecuencia estimada de los servicios es de siete minutos y 30 segundos, según los cronogramas de Metrovías, que opera el servicio desde 1994. Aunque el gobierno llamó a una licitación para operar las seis líneas del subte y el premetro a partir del año próximo.
"Hoy esperé 45 minutos", se quejó Juan Carlos Montalveti, de 52 años, que por trabajo visita con frecuencia Villa Soldati. Agregó que el servicio es muy informal, que los coches sufren constantes fallas y que muchas veces los pasajeros deben bajarse en mitad del recorrido.
Tampoco goza de buena reputación la aplicación digital del servicio. Los usuarios reclaman que no informa de las demoras, los cortes de vías ni los paros.
Tres o cuatro veces por semana, Alicia Gandau, de 46 años, llega tarde a su trabajo como auxiliar de portería en una escuela de Villa Lugano. "Me como todos los días un reto", se lamentó. Dijo que no puede salir más temprano porque antes debe dejar a una nieta en la guardería. El trabajo de Gandau no es lejos de su casa, apenas a unos diez minutos de viaje. "Pero es imposible ir caminando o en bicicleta porque la zona es muy insegura", señaló.
La traza del premetro atraviesa tres barrios con graves problemas de inseguridad, según denuncian los propios vecinos. Dentro de los coches la seguridad es garantizada por la presencia de un efectivo de la Policía de la Ciudad.
Los coches circulan a una velocidad máxima de 50 km/h. Aunque la velocidad promedio es de 25 km/h.
El primer coche sale a las 5.30 y el último a las 21."Se acostumbraron a no pagar y lo toman como un servicio social", contó un chofer que trabaja allí desde hace 23 años.LaNación.com