Actualidad
En
las últimas semanas nos preguntaron insistentemente sobre que posición tomaría
el PRO ante la ley de estatización de ferrocarriles. Incluso la Presidenta
interpeló en la sesión de la Asamblea Legislativa del 1 de marzo al presidente
de nuestro bloque, Federico Pinedo, quien, rápido de reflejos, respondió con
una sonrisa y haciendo la V del peronismo. Es que lo que Pinedo quiso decir es
que mal podíamos opinar sobre un proyecto que no habíamos visto. Pedirnos una
definición era pedirnos una posición en el plano de la ideología: estatización
sí o no. No importaba el proyecto, importaba el relato.
Pero
como nuestro espíritu no es apostar a un relato, sino a soluciones verdaderas,
resistimos la tentación de expedirnos hasta que pudiéramos ver el proyecto. Hoy
celebramos no haber tomado partido: la propuesta es interesante, incluso merece
ser apoyado.
La
historia es conocida. En 1950, poco después que un gobierno justicialista
decidiera la nacionalización de los trenes, se había llegado a un transporte
máximo de carga de 17.309 millones toneladas-km. Pero la administración estatal
no logró sostener este resultado y la carga transportada fue declinando año
tras año, independientemente del signo ideológico de los gobiernos que se
sucedían en el poder. Con (otros) justicialistas, militares, desarrollistas o
radicales la cosa fue de mal en peor. El resultado es que para 1992 se alcanzó
un mínimo de 3.729 toneladas-km transportadas. Fue como consecuencia de ese
fracaso que a principios de los años 90 otro gobierno justicialista decidió que
había que tirar a la basura lo que ese mismo partido había decidido 40 años
antes, y hacer algo con el transporte de cargas en Argentina
Declarado
fracasado el experimento de nacionalización se traspasó la actividad al sector
privado. El resultado fue que en los 20 años siguientes el sector creció casi
sin pausa (la crisis del 2001 casi no se nota en la evolución del tráfico)
llegando a 12.198 millones toneladas-km transportadas en 2011, momento desde el
cual el cepo cambiario volvió a reducir el trafico de cargas (un 20%) hasta la
actualidad.
Quizás
esta descripción leída ligeramente no sugiera la necesidad de realizar un
cambio en el sistema. Pero esa lectura sería incorrecta. En estos 20 años el
transporte por ferrocarril siguió perdiendo terreno respecto al transporte en
camión, a pesar que los costos privados y sociales de este tipo de transporte
subieron fuertemente. Con ello no logró aportar a una baja del costo de
transporte interno. Así los costos de logística se convirtieron en el escollo
más grande a la competitividad de nuestro país. ¿Qué fue lo que falló?
La
privatización implementada por el gobierno justicialista de los años 90 logró
adjudicar los ramales de carga a empresas que tenían un interés económico
especifico en algunas áreas geográficas. Así, por ejemplo, AGD (Aceitera
General Deheza) tomó el control del Nuevo Central Argentino y la empresa Loma
Negra el de Ferrosur Roca.
Estas
empresas enfrentaron dos alternativas: mantener los ramales como parte
subsidiaria de su producción o crecer la infraestructura apuntando al
desarrollo general del transporte de cargas. No había impedimento alguno para
que persiguieran esta segunda estrategia, pero decidieron no hacerlo. No eran
empresas ferroviarias (eran cementeras o productores agrícolas), los costos de
capital eran demasiado grandes y la inseguridad jurídica del país hacían a la
inversión demasiado riesgosa. Entonces decidieron replegar la actividad a la
mínima que les diera una rentabilidad en su negocio.
Creemos
que el proyecto presentado parte de esta realidad para generar la posibilidad
de una mejora para todos los actores.
El
concepto clave es ?open access?: la idea que cualquier operador, público o
privado, puede usar las vías. En este esquema el Estado pone a disposición la
infraestructura ferroviaria, la que puede ser usada por cualquier empresa
creada para operar carga por ferrocarril, o por empresas individuales que
elijan hacer lo que hoy hacen las adjudicatarias, mantener una operación
pequeña y propia para sus necesidades de transporte.
En la versión inicial del
proyecto el ?open access? se restringía al transporte de carga, pero a nuestra
sugerencia, y en un giro novedoso para el oficialismo, éste aceptó modificar el
proyecto para que el ?open access? también rija para el transporte de
pasajeros. Así, el proyecto pone al Estado donde tiene que estar, y lo obliga a
competir de igual a igual con los privados donde no es esencial.
Si
el modelo es exitoso, el uso de las vías se intensificará significativamente.
Cada operador o empresa pagará al Estado para el uso de las vías. Los
operadores actuales probablemente reciban con agrado el cambio que los libere
del peso del mantenimiento de las vías y les permita concentrarse en su negocio
compartiendo el costo de la infraestructura con otros jugadores. En una
situación donde todos ganan, los actuales concesionarios no tienen porque salir
perdiendo.
No
es claro que la operatoria vaya a ser rentable para este operador Estatal, pero
la carga por tren reporta importantes externalidades. Reduce el costo de
mantenimiento de la infraestructura vial, permitirá mejorar la competitividad,
y permitirá salvar muchas vidas en nuestra rutas. Solo el Estado puede
internalizar estos beneficios.
Si
esta empresa se gestiona con verdaderos criterios de optimización social,
cobrará por el uso de cada operador un cargo fijo, maximizando el uso de las
vías. La disponibilidad de esos contratos permitiría ir orientando hacia donde
desarrollar la red. Las provincias podrán ser actoras del proceso. Y si la
contabilidad de la empresa es transparente (debería ser obligada a presentar
balances usando los criterios contables de cualquier sociedad comercial), la
sociedad sabrá cuanto le sale la operatoria y el Congreso podrá evaluar si sus
inversiones justifican las externalidades positivas del transporte de carga.
El
gobierno llama al proyecto ?de Creación de Ferrocarriles del Estado?, pero bien
podría llamarse ?para Incrementar la Participación Privada en el Transporte
Ferroviario? o ?para Incrementar la Competencia en el Transporte Ferroviario
Argentino?. No importa el título, lo relevante es el contenido.
Durante
años el relato ha sido la excusa para justificar políticas erradas, hoy el
relato, se usa para justificar algo razonable. Quizás en el futuro podamos
obviar la épica y elegir y discutir nuestras políticas sencillamente por si son
buenas o no.Cronista.com
Apoyo este proyecto sinceramente, y si es un sistema de vías abiertas, me parece bien, siempre que sea el Estado el actor central regulador, y las operaciones principales de carga y pasajeros (media y larga distancia sobre las vías troncales) esté a cargo del Estado. El sector privado puede participar brindando servicios de cercanías o locales sobre vías secundarias o alternativas.
ResponderEliminarQue se dediquen a hacer subtes, a no estar especulando con las trazas todo el tiempo y hacer entre 2 y 4 km al año, de los cuales no menos de 2km tienen que estar listos para el pasajero
ResponderEliminar