10 de junio de 2012

TREN, PAREDÓN Y DESPUÉS. PROPUESTA PARA RECUPERAR EL FERROCARRIL PÚBLICO


NOTA DE OPINIÓN

Por: Leandro Rico (Para CRÓNICA FERROVIARIA)


Es tiempo de refundar un sistema ferroviario federal y público, que sirva para ahorrar combustibles fósiles, comunicar a poblaciones aisladas siendo herramienta para una nueva política demográfica que subsane los desequilibrios que representan las migraciones internas y el hacinamiento en pocas ciudades, ser alternativa al antieconómico transporte basado en la tiranía del automotor.

Entendemos que debemos empezar creando una empresa pública especialmente transparente que se proponga recuperar los cinco ramales troncales nacionales que representan 7000 km de vías para pasajeros y cargas. El criterio debería ser comenzar por recuperar lo que tenemos y proyectar hacia futuro un diseño pensado en el fomento e integración nacional y latinoamericana (transpatagónico, ramales norte-sur, etc.). No debemos embarcarnos en los proyectos que el gran comercio mundial tiene para nuestros pueblos como el de los “corredores bioceánicos”. Estos buscan solamente controlar y facilitar el flujo de materias primas a puerto (Iniciativa multinacional IIRSA). Además estos proyectos son financiados a través de toma de deuda externa que nos ata al Banco Mundial y al Banco de Desarrollo Chino como principales acreedores obligándonos a licitar con empresas proveedoras de material ferroviario extranjeras.

En cambio, Jorge Contestí en su libro, calcula que con alrededor de 4000 millones de dólares se podría poner en marcha una primera etapa de recuperación de 7000 km desde una empresa pública basándonos en las necesidades de las grandes mayorías y desdeñando proyectos faraónicos. Estos montos están al alcance de nuestro presupuesto nacional (pensemos que este año se piensan destinar 12000 millones sólo en concepto de pago de deuda externa). Pensemos en los millones de subsidios que hoy día se escurren como agua entre la maraña de intereses detrás de las concesionarias. De necesitarse otra fuente de financiación se podría recurrir a gravámenes sobre el uso irracional de la energía o se podría recurrir al pueblo Argentino en su conjunto, a los pequeños y medianos, a los industriales, a las siderúrgicas, teniendo en cuenta que esta inversión volvería en miles de puestos de trabajo, impuestos, abaratamiento de fletes, baja en la siniestralidad vial, ahorro en reparación de rutas, etc.

La única manera de llevar adelante esta empresa es terminando con las actuales concesionarias que se están enriqueciendo acusando siempre balances negativos mientras trasladan las ganancias reales a las empresas tercerizadas y a grandes empresas clientas relacionadas con el grupo económico que explota la concesión (Ejemplo: NCA y General Deheza). ¡Se deben frenar e investigar estos saqueos conjuntamente con los incumplimientos de contrato!

Es imprescindible en este punto que la reconstrucción del ferrocarril venga acompañada de la recuperación de la industria ferroviaria. Esto significa que debe priorizarse la fabricación nacional o regional del material rodante trazándose un plan paulatino de relanzamiento de las industrias afines. Carlos Rolt, con experiencia en la ingeniería industrial, ha bosquejado un plan gradual para el desarrollo pleno de este sector que se conseguiría en menos de 10 años. No le sirve a nuestro país repetir la experiencia de principio de siglo pasado que nos ató a los interesas de Inglaterra (aliada de la oligarquía porteña) y ahora salir a comprar a precio dólar un tren hecho en China diseñado a medida de las necesidades de su proyecto económico.

El dinamismo y potencialidades que acarrearía la vuelta de un tren para todos, permitiría tener una gran empresa pública con influencia y poder real en la matriz económica regional y en nuestra relación con el mundo. Y además serviría de opción tanto de transporte como de generación de trabajo genuino que incidiría fuertemente como regulador y promotor en el concierto de la economía real del país.

Paradójicamente los nuevos desafíos dan renovada vigencia a la importancia del ferrocarril en todo el mundo, como medio menos contaminante, como estructurador de una región, como llave necesaria para pensar un país económicamente independiente y justo.

Que el transporte a la par de la energía es una herramienta estratégica que nos  puede ayudar o nos puede enredar como una tela de araña ya lo analizaba Scalabrini Ortiz cuando nos decía: “…o los ferrocarriles son nacionalizados o la República Argentina – a pesar de la envergadura de su pueblo y de sus esfuerzos por liberarse – continuará siendo un país económicamente subordinado”.

En esta cinchada debemos sumar a las mayorías. En el 2010, 930.000 personas hemos presentado en el Congreso Nacional un proyecto de Ley que crea la Empresa Pública y Estatal de Ferrocarriles (Nº Exte: 4290-D-2010). Es hora de que el Congreso le de tratamiento.

Tren para todos
rico@fceia.unr.edu.ar

3 comentarios:

  1. Hola: coincido plenamente. Gracias Leonardo Rico por todo lo que hacés para que en Argentina tengamos lo que merecemos... "un tren para todos"; ojalá se avance y tengamos la empresa pública de trenes y que apunte al desarrollo y la comunicación interna y no sólo se hable de trenes bi-oceánicos donde solo se busca el rédito para muy pocos particulares, entidades comerciales (exportar materias primas -o comoditys, como les dicen ahora-)y financieras internacionales.

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  2. Muy buena nota de opinión la del señor Leandro Rico. Coincido plenamente con su pensamiento y proposición. Creo que es lo que pensamos la mayoría de los que queremos a los ferrocarriles
    Rogelio Rodríguez

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  3. Es cierto, Coincido con la nota de este Sr. Aca, aficionados al tema o no, debemos bregar para que el ferrocarril cumpla con su cometido
    Y ya con rieles... Los paises limitrofes o muy cercanos que comenzaron a construir subterraneos, ya tienen mas del doble de Km que nos. Son Metros, si
    pero aca Por ej; se mencionaba desde 1974 que el subte "B" podia seguir por las vias del FFCC Urquiza, Siempre hay un pero. Seria interesante de una vez por todas encarar las cosas en serio.

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