ACTUALIDAD
Las
formaciones habían sido descartadas ya en España; nunca se formuló un plan
concreto para usarlas en Salta.
El Tren
Urbano salteño es otro proyecto que circula de papel en papel, y de anuncio en
anuncio, pero no se lo ve en las vías.
El 18 de
junio de 2009, pocos días antes de las elecciones legislativas de medio
término, la presidenta Cristina Fernández lanzó en el tren que iba a
transportar pasajeros entre la ciudad de Salta y Cerrillos.
Unas semanas
atrás había llegado una formación con capacidad para 120 pasajeros (ochenta,
sentados) y que iba a recorrer en una hora el tramo entre Cerrillos y la Universidad Católica.
El gobernador Juan Manuel Urtubey y el intendente Miguel Isa se mostraron
optimistas: iban a modificar los recorridos de todas las líneas de ómnibus de
la ciudad capital y levantarían siete estaciones para crear un sistema mixto de
transporte urbano.
Claro que una sola formación parecía insuficiente.
Todo formó
parte de las operatorias de exsecretario de Transporte de la Nación Ricardo
Jaime, quien invirtió 700 millones de pesos -del Estado- en la compra de
material ferroviario descartado en España. El tren destinado a Salta fue
comprado a las empresas “Red Nacional de Ferrocarriles Españoles” (RENFE) y
“Ferrocarriles de Vía Estrecha” (FEVE). Inversiones ferroviarias para un
ferrocarril que no existe.
Voceros del
Gobierno informaron en ese momento que “la compra se enmarca en al Acuerdo de
Cooperación para Provisión de Material Ferroviario 2005/2010 en el que se
destaca que la Argentina
adquirirá más de 400 unidades, entre locomotoras, coches remolcados y coches
motor”.
En ese
momento se informó que habían llegado 24 coches motor Fiat/Caf 593 (8 triplas),
12 coches motor Apolo 2400 (6 duplas) y 10 locomotoras modelo 319, para
fortalecer los servicios en el interior del país, ya que los coches Apolo se
sumarán a los servicios metropolitanos de Salta y Tucumán, también para
reforzar los servicios ferroviarios del Chaco.
De aquella
ceremonia realizada en la ciudad de Salta, con la presencia de Cristina, solo
quedan los sueños.
Pero no es el
sueño del tren urbano, sino del transporte ferroviario. En aquel entonces se
auguraba el retorno del ferrocarril, con una inversión cercana a los mil
millones de dólares para la recuperación del Belgrano Cargas, que conllevaría
la revitalización de los históricos talleres de Córdoba y Tafí Viejo, la
incorporación de nueve mil empleados y la reactivación de centenares de
pueblos.
Como garantes
aparecían los inversores chinos, asociados a capitales nacionales. Parecía todo
demasiado lindo.
Un
ferrocarril funciona cuando existe un sistema ferroviario completo, que se
complementa con el servicio de ómnibus y de camiones.
Para la Argentina sería el
transporte natural, y para Salta, el despegue definitivo de su economía.
Hoy no hay
tren urbano, interurbano ni de larga distancia.
Mientras
tanto, dos formaciones vegetan desde hace tres años en nuestra provincia (una
de ellas fue prestada a Chaco, por cierto).
El
sindicalista Hugo Moyano explicó todo con brutal sinceridad: “No vamos a dejar
que un tren funda a las empresas de camiones”, le dijo a El Tribuno, justamente
cuando Néstor Kirchner le encomendó la administración del Belgrano.ElTribuno.com.ar
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