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17 de noviembre de 2025

El norte argentino ante su hora decisiva: tren o atraso

Nota de Opinión

Por: Alejandro F. Safarov (para ElTribunoJujuy.com)

Un momento bisagra a propósito del nuevo trazado del Corredor vial Bioceánico de Capricornio.

El Norte argentino está entrando en su momento bisagra, en un gran dilema. En pocos meses -mediados/ fines de 2026- se inaugurará el puente entre Puerto Murtinho (Mato Grosso do Sul-Brasil) y Carmelo Peralta (Alto Paraguay-Paraguay) sobre el río Paraguay, y con él comenzará a tomar forma real el nuevo trazado del Corredor vial Bioceánico de Capricornio, la nueva ruta comercial que unirá el Atlántico con el Pacífico que impulsa Brasil desde el Estado de Mato Grosso do Sul y que promete acortar tiempos, reducir costos para conectar de manera más eficiente a las regiones más pujantes de los agronegocios con Asia, especialmente con China.

Pero mientras Brasil, Paraguay y Chile se suman a esa cruzada y avanzan con obras y más determinación, la Argentina -y especialmente Jujuy y Salta- tibiamente enfrentan un desafío estructural que puede marcar la diferencia entre el desarrollo o la frustración: la ausencia de un sistema ferroviario moderno y competitivo que pueda ayudar al propósito citado y al propio, es decir poder integrarnos de la manera más competitiva y al mismo tiempo cuidar que nuestras rutas no colapsen con el tránsito de vehículos que se avisora.

Seguimos arrastrando los costos de la decisión de los años '90, se acuerdan de la famosa máxima "Ramal que para, ramal que cierra", consigna que popularizó el expresidente Carlos Menem, refiriéndose a la suspensión y privatización de las líneas ferroviarias, y que literalmente significó el acta de defunción de la red ferroviaria que tanto esfuerzo le costó a los jujeños poder tener y dejó al Norte más aislado, más pobre, más dependiente del camión y más lejos del sueño federal del desarrollo equilibrado.

Jujuy conoce bien lo que un tren puede lograr, el ferrocarril llegó a la provincia en 1903, cuando la línea Central Norte alcanzó la estación de Perico, y en menos de cuatro años los rieles avanzaron por la Quebrada de Humahuaca hasta La Quiaca, en la frontera con Bolivia. En 1905 el tren llegó a Tilcara, en 1906 a Humahuaca, en 1907 a Abra Pampa y en 1908 alcanzó La Quiaca, completando casi 300 kilómetros desde San Salvador de Jujuy. Fue una hazaña de ingeniería y visión política: unió pueblos, trajo inmigrantes laboriosos, movilizó comercio, generó empleo y conectó culturalmente al Norte con el resto del país. Más de un siglo después, esa misma línea, podría volver a ser eje de integración continental y vincular toda esta parte de Sudamérica.

Pensemos que solo el Estado de Mato Grosso do Sul genera un volumen exportador que por sí solo puede saturar el Corredor Bioceánico. En 2024 exportó cerca de 10.000 millones de dólares, con más de 13,4 millones de toneladas de productos -principalmente soja, celulosa, carne bovina y minerales- con destino final al Asia. Suponiendo que todo ese flujo se transportara íntegramente por camión, implicaría más de 1,2 millones de unidades por año, es decir unos 3.400 camiones diarios, atravesando el corazón del continente desde Brasil hasta el Pacífico. Ni hablar si a ese flujo se suma la producción del Chaco paraguayo, donde como ejemplo, las cooperativas menonitas administran más de 6 millones de cabezas de ganado y una pujante industria agroalimentaria que busca las mismas rutas de salida hacia Chile.

Cuando el puente sobre el río Paraguay esté operativo y la ruta PY-15 se conecte plenamente con la red argentina, toda esa carga o un cuarto de la misma -brasileña y paraguaya- buscará atravesar territorio salto jujeño saliendo hacia el pacífico por Jama (hoy el único paso operativo después de Cristo Redentor hacia el norte). Sin un sistema ferroviario que acompañe ese flujo, el norte argentino quedará reducido a un corredor saturado de camiones, con rutas colapsadas, deterioro ambiental y costos logísticos imposibles de sostener.

El ramal ferroviario C14 del ferrocarril General Belgrano, que conecta Salta con Antofagasta, está operativo actualmente con una capacidad de carga limitada, estimada en unas 120 mil toneladas anuales.

Si bien se ha recuperado su regularidad y ha experimentado un crecimiento en la carga transportada, este volumen es muy bajo en comparación con las necesidades logísticas de la región.

Con obras de mejoramiento y recuperación de infraestructura, los expertos estiman que el ramal podría mover entre 1,3 y 2 millones de toneladas anuales para 2045, un volumen muy superior al actual, lo que demuestra la brecha existente. La industria minera, en particular, ve este corredor como clave para reducir costos y mejorar la competitividad de las exportaciones hacia los puertos chilenos del Pacífico (Antofagasta y Mejillones), con destino a mercados de Apec y la costa oeste de EEUU.

El Corredor Bioceánico vial y un futuro ferrocarril por Jama (de cargas y pasajeros), sin embargo, no debe pensarse solo como una vía de salida, sino como un camino de ida y vuelta. Así como Mato Grosso do Sul y el Alto Paraguay proyectan exportar su producción agroindustrial al Asia, también representa un mercado inmediato para el Norte argentino y chileno vis a vis.

Las provincias de Jujuy y Salta además de salir al Pacífico con su oferta exportable pueden proveer a ese estado brasileño y a otros, una amplia gama de productos que hoy ingresan por circuitos más largos y costosos: entre otros productos hablamos de legumbres, vinos de altura, frutas y hortalizas, equipos solares, minerales procesados y servicios tecnológicos, sin olvidarnos del intercambio en el marco de la industria del turismo en todos los territorios del corredor.

Es paradójico que gran parte del poroto negro que consume Mato Grosso do Sul provenga de la Argentina, pero llegue por otros estados, encareciendo los precios y restando competitividad. Con una conexión vial y ferroviaria directa, que podría hacerse a través del ferrocarril de Bolivia que llega desde Pocitos hasta Puerto Suarez o el ramal de Güemes a Barranqueras para utilizar las ventas del transporte multimodal por la hidrovía Paraguay Paraná.

La ruta nacional 52, que sube a Jama, ya muestra desgaste; el centro de frontera aún espera obras de ampliación y muchas mejoras (¿podremos esperar anuncios el 9 de diciembre cuando se cumple un nuevo aniversario del Paso?). En el límite argentino paraguayo, la ruta provincial 54 de Salta (conecta con la ruta PY15 paraguaya), sigue sin pavimento casi completamente y falta construir el nuevo puente sobre el río Pilcomayo. A esto se suma otra paradoja: parte del corredor atraviesa la Quebrada de Humahuaca, Patrimonio Mundial de la Unesco y corazón turístico del NOA.

¿Qué ocurrirá cuando convivamos en las mismas rutas con camiones proveedores mineros, familias en automóviles, motoqueros, ómnibus turísticos y camiones con cargas de agro alimentos? Aunque más no sea 1/4 de las exportaciones de Mato Grosso do Sul que transiten por nuestras rutas. (RP 54 -Salta-, RN 34, RN 66, RN 9, RN 52), 810 km. En territorio argentino, entre Misión la Paz y el Centro de Frontera del Paso Internacional de Jama.

Desde hace tiempo nos quejamos y somos conscientes que el costo logístico sigue siendo el talón de Aquiles del Norte; aún el sistema político no se anima o no sabe resolver, repartiendo culpas y responsabilidades sin soluciones ni planes. A nivel global, la logística representa 8-10 % del valor de exportación, en Sudamérica asciende a 15-18 %, y en regiones alejadas como el NOA puede superar 25 %.

Transportar por tren cuesta US$ 0,03-0,05 por tonelada-km, mientras que por camión cuesta US$ 0,12-0,18. El tren es entre cuatro y seis veces más barato, emite 75 % menos CO y un convoy moderno reemplaza 250-300 camiones. Cada 1 % de reducción en costo logístico puede aumentar el PBI 0,3-0,4 %, según la Cepal y el BID.

No existe país que haya salido de la pobreza pagando fletes caros. El flete barato es condición sine qua non para desarrollar el Norte, atraer industrias, transformar materias primas y generar empleo genuino. Sin logística ferroviaria, el Norte seguirá exportando tres cosas: alimentos primarios o procesados de la primera revolución industrial, minerales con poco valor agregado y jóvenes que buscan oportunidades en otro lado.

El desafío no es técnico: es político y moral. ¿Queremos un país integrado o resignado? ¿El Norte va a ser plataforma estratégica o simple pasillo de tránsito?¿Vamos a repetir la historia o vamos a escribirla? El mundo nos ofrece una ventana. Brasil invierte, Paraguay se transforma, Chile abre sus puertos y China compra. Y el Norte argentino -con minerales estratégicos, energías renovables, agronegocios, turismo y talento joven- tiene todo para sumarse ser protagonista. Solo falta lo esencial: voluntad de hacer lo que hay que hacer. Estados Unidos construyó su destino sobre rieles en el siglo XIX. Sudamérica debe completar su integración multimodal y Argentina tiene una última oportunidad para no quedarse viendo pasar los trenes; el futuro no espera, pasa rápido, y si nos ocupamos puede pasar sobre rieles.

Reactivar el tren a La Quiaca (en 2004, la CAF había aprobado una operación financiera que incluía estudios para la rehabilitación del ferrocarril Jujuy-La Quiaca), buscar financiamiento para ese tramo y para el ferrocarril por Jama desde Abra Pampa para que se una al sistema ferroviario chileno-como lo señala el estudio del Colegio de Ingenieros de Jujuy-,un buen intento debería ser través del Nuevo Banco de Desarrollo del Brics y organismos como Fonplata, el Banco de Desarrollo de América Latina,etc.

Salta persigue el sueño de la pavimentación para que el paso de Sico complemente a Jama; Jujuy debe pensar que el proyecto del ferrocarril por Jama será la solución para la producción de todo el centro oeste de Sudamérica y descomprimirá las rutas.

Brasil y China son los primeros interesados en resolver la ecuación de volumen que necesitan transportar, por eso la urgencia de proyectar por parte de ambos países, el llamado Corredor Ferroviario Bioceánico que busca conectar el Océano Pacífico (a través del puerto de Chancay en Perú) con el Océano Atlántico (en Brasil) mediante un tren transcontinental. Este proyecto, aunque todavía está en fase de estudios y definición de rutas. Si fuimos capaces de tomar deuda para una nueva matriz productiva provincial, con más razón deberíamos pensar en restablecer el ferrocarril, una política de Estado necesaria para pensar en el desarrollo de la provincia.

Como decía el gran Atahualpa Yupanqui: "los tiempos cambian, yo también puedo cambiar, el que se queda se atrasa y a mí me gusta puntear".

(*) El licenciado en Relaciones Internacionales Alejandro G. Safarov es director de la carrera de Relaciones Internacionales de la Ucse Jujuy, miembro del Departamento de América Latina y el Caribe del IRI- Universidad Nacional de La Plata e integrante del Consejo Federal de Estudios Internacionales (Cofei).

23 de agosto de 2019

Exijamos a los gobernantes por la vuelta del tren a todo el país

Cartas de Lectores

Señor Director de Crónica Ferroviaria

Me dirijo a usted por el interés que tengo por los trenes. Siempre fui un defensor del ferrocarril, por eso me indigna cuando veo por revistas o internet estaciones abandonadas, usurpadas, pueblos aislados y sin progreso.

Por ello, me pregunto qué hicieron los gobernantes de turno que no tomaron caso a este grave problema, que comenzó a surgir desde el año 1961 con el gobierno de Arturo Frondizi, con cierre de ramales y una huelga de trabajadores ferroviarios que duró más de 40 días, con el consiguiente despido de personal idóneo.

Luego después de 30 años, con el gobierno de Carlos S. Menem (autor de la recordada y triste frase "ramal que para, ramal que cierra") con un país grande como Argentina si por la política impuesta en ese momento, ¿era necesario abolir los trenes, o fueron permisivos a los intereses del transporte automotor?. ¡Por favor!, si en otros países tanto un  transporte como otro trabajan sin problemas.


Habito en la ciudad de Merlo (Provincia de San Luis) y veo (porque viajo constantemente a esa ciudad) como en Villa Dolores donde han transformado la estación de trenes en cualquier cosa.

Por este intermedio, arengo a que la sociedad se una para exigir a los gobernantes por la vuelta del tren, y sigo siendo reiterativo que con impuestos nacionales, provinciales y municipales podremos acarrear los gastos del mantenimiento de las vías para poder tener un buen servicio ferroviario. Atte.
Alfredo Angel Ricardi
alfredoaricardi@gmail.com

7 de febrero de 2011

RECUPERAR LOS FERROCARRILES

Argentina tiene una tarea gigante por delante: recuperar los ferrocarriles tanto de carga como de pasajeros. Llama la atención que un país tan extenso y tan diverso, todavía no haya a nivel de ningún gobierno un proyecto para contar con un Ministerio de Transporte, máxime teniendo en cuenta que el transporte implica comunicación, comercio y principalmente desarrollo integral.

Lo otro que es necesario consignar es que recuperar el ferrocarril también implicará una decisión política de primer orden, dado que se le restaría de manera directa el inmenso poder que hoy ostenta el gremio de los camioneros y especialmente el titular de la CGT, Hugo Moyano.

Si el Sindicato de Camioneros así lo deciden, están en condiciones de paralizar a todo un país. Ese poder es demencial y perverso. De la misma forma, hay que reconocer que fue demencial y perverso privatizar los ferrocarriles.


La importancia que tiene el ferrocarril en el transporte de personas y mercaderías y en la integración del territorio nacional, no la tiene ningún medio de transporte.

Por eso el ferrocarril –especialmente cuando estaba en manos del Estado- fue una de las herramientas fundamentales para la expansión de las economías regionales y la ocupación de territorios. Todos los pueblos, a través del ferrocarril, podían tener acceso a los puertos y con ello a una mejor competencia en materia de comercialización. Esto era así incluso más allá de las distorsiones del esquema agroexportador que convergía en el puerto de Buenos Aires y la falta de vinculación transversal, salvo en tramos aislados, de los pueblos del interior.

En las últimas décadas del siglo XX, el ferrocarril padeció un progresivo como deliberado deterioro por mala administración y falta de inversiones.

Y cuando se decidió su clausura de hecho, se utilizó una frase que aún hoy es un insulto a la racionalidad: “Ramal que para, ramal que cierra”. Se privatizaron, se otorgaron –aún hoy es así- millonarios subsidios a las privadas, pero los ramales siguen parados si se mira el mapa del país completo

Nada importó que el ferrocarril fuera de vital importancia geoestratégica para los pueblos del interior. Nada importó que esos pueblos sufrieran aislamiento e incluso en algunos casos hasta su completa desaparición. Mientras ocurría esto, los ferrocarriles en el mundo se revalorizaban y se expandían con una decisiva y fuerte presencia del Estado. No es casual que en Europa, en Japón, en Estados Unidos, los ferrocarriles hoy sean más veloces y económicos –reduciendo los costos de transporte- e incluso en media distancia hasta compiten con el avión. Y ya se sabe, ferrocarriles circulando como corresponde, son menos camiones en las rutas y con ello hasta menos accidentes viales y menores costos comerciales.

El ferrocarril debe volver a rodar para beneficio de pueblos y ciudades, para abaratar los costos de los fletes, reducir el tiempo de traslado y bajar las estadísticas de accidentes.

Por eso este planteo clama para que las perspectivas del ferrocarril sean contempladas como una política nacional de transporte vinculado con los proyectos de crecimiento a largo plazo. (Editorial del Diario El Argentino)