EXTERIOR
El estado de los trenes son algunos de los motivos que les impulsan a
usar otros transportes
La estación de trenes parece fantasma incluso un lunes por la mañana. Es
poca la gente que sale con maletas o entra. Algunos simplemente acuden para
informarse sobre los precios y horarios, y aseguran no haber cogido nunca el
tren. Los extranjeros componen la gran parte del grupo de viajeros en estas
fechas. A pesar de la mala fama que está adquiriendo el ferrocarril de
Salamanca, precisamente los turistas, que tienen una doble percepción de su
calidad, respecto a la de su país de origen, aseguran que son limpios, cómodos,
y nuevos, al menos esa ha sido su breve experiencia.
Cierto es que, el roce hace el cariño, y de igual modo, dicen que donde
hay confianza da asco. Es esta ley natural la que ha debilitado en parte la
relación entre el tren y los salmantinos, que están más familiarizados con su
uso. Se han desencantado de este medio de transporte desde hace tiempo: les
resulta caro, no les compensa, y los horarios no satisfacen sus necesidades. La
mayoría optan por coger el autobús o el coche frente al ferrocarril.
Además, la planificación no parece tener lógica, según dicen algunos.
“Los horarios están muy mal, llegan a unas horas que no tiene sentido, que como
no tengas dónde quedarte a dormir a ver qué haces, no puedes hacer trasbordo”,
se quejan. También indican, en contra de la satisfecha visión de los
extranjeros, que “Nos dan los trenes viejos. Cuando pusieron el Talgo, nos
trajeron los Talgos viejos. No somos de tercera”, dice una ciudadana, con
indignación. Por el momento, sólo los canadienses y los ingleses tienen una
buena impresión del ferrocarril en Salamanca. O al menos, tienen alguna
impresión.Salamanca24.com
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