NOTA DE OPINIÓN
Por: Norberto Rosendo (Para Crónica Ferroviaria
La frase favorita de uno de los protagonistas principales del genial film de Spielberg era “no repare en gastos”, sin embargo a los protagonistas les sucedían tragedias y eran expuestos a acontecimientos cada vez más escalofriantes de la mano de los monstruos creados por el autor de la frase.
La película muestra una y otra vez cómo el destino guía los desatinos y donde son escuchados los que en forma inconsciente aplauden muchas veces lo que no entienden, y finalmente en un acto de cobardía o de incontensión, el aplaudidor es devorado por el monstruo al que un rato antes aplaudía.
La corrupción y el delito desenfadados son los que disparan la tragedia en una trama que se muestra que no es posible jugar a ser dios y salir indemne del proceso con la única condición de tener el dinero suficiente.
Hoy en el Sarmiento nos pasa más o menos lo mismo, un interventor que no ha cometido más que desatinos y la reiteración de una fórmula que no nos sirvió en el pasado y no nos servirá en el futuro.
Hoy el problema de TBA, al igual que ayer y antes del accidente y en los últimos diez años, por lo menos, es el mecanismo de la concesión, es la voracidad del grupo Cirigliano, es la falta de controles por parte del Estado y es la organización, o mejor dicho desorganización, en la que se maneja dicha empresa.
Es la falta de repuestos para los mantenimientos; es la falta de personal para los mantenimientos de vías y barreras; es en definitiva la falta de mantenimiento sistemático, debido a la forma de organización y a la necesidad de generar ganancia de la empresa concesionaria, lo que provocó la tragedia y lo que provocará las tragedias futuras si no se corrige.
No es con obras millonarias que se conseguirá recuperar el Sarmiento, si no más bien con trabajo diario e inversiones en los lugares que haga falta hacerlas y no donde generen el mayor rédito a sus gestores.
No se necesitan 900 millones de dólares para reconstruir el Sarmiento, si no el coraje político para echar a los Cirigliano y la inteligencia necesaria para transformar un botín de guerra que se ha transformado en un presente griego, en una empresa moderna y eficiente, y para ello, es necesario ponerla en manos de sus usuarios y trabajadores asesorados por un grupo profesional estable, y en lo posible, no partidario.
Pero al igual que en la película, lo más probable es que nos coma el monstruo que nosotros mismos hemos creado.
Gestión pública YA!!