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En 2014
comenzaría la carrera de grado en ingeniería ferroviaria, instancia para
promover el desarrollo local de los trenes. Proponen que la reconstrucción sea
igual a la iniciada con YPF.
Carlos
Rosito, decano de la Facultad
de Ingeniería, adelantó en diálogo con Página/12 que el año que viene se
lanzará la carrera de grado en ingeniería ferroviaria. El especialista agregó
además que el Gobierno va en buena dirección para recuperar el sistema de
ferrocarriles argentino. Y precisó que la industria de los trenes local puede
apuntar al autoabastecimiento. “La filosofía de la reconstrucción en el sector
ferroviario debe ser igual a la de YPF: una empresa estatal con fuerte control
del negocio”, afirmó Rosito.
–¿Cuándo
arranca la nueva carrera? ¿Cómo surgió la iniciativa?
–La idea es
que se lance el año que viene. La
UBA y otras universidades plantearon la necesidad de que
exista una carrera de grado en ingeniería ferroviaria, porque permite evitar
que el alumno haga otra orientación y después se tenga que especializar.
Tenemos muy buena predisposición de la secretaria de Políticas Universitarias
del Ministerio de Educación, que ha prometido el financiamiento. Ese es el
puntapié que faltaba para largar la carrera. Otra de las universidades que
seguramente está por lanzarla es la Tecnológica de Haedo. Existen todos los
estándares internacionales para poner en vigencia el plan de estudios y es
necesario promocionarlo para convocar la atención de los estudiantes.
“Faltan 1000 ingenieros ferroviarios para sostener un sistema funcionando”, afirmó Carlos Rosito.
–¿En algún
otro momento hubo una carrera de ese estilo?
–Los cursos
para ingeniero ferroviario se dictaron de 1957 a 1990. A partir de ese
momento, con la privatización de los ferrocarriles, la Facultad de Ingeniería
perdió el financiamiento de Ferrocarriles del Estado y la carrera se cerró.
Entonces, desde los noventa hasta el 2009 el país no tuvo producción de esos
expertos. Hace algunos años arrancamos de vuelta con una especialización en
trenes. En estos momentos, el Departamento de Transporte de la UBA , único en el país, cuenta
con unos 50 docentes que dan clases sobre sistema ferroviario, vial y marítimo,
mientras que ya se han formado alrededor de 1500 especialistas. Claro que esto
es posgrado. La idea ahora es recuperar la carrera de grado. En el país harían
falta cerca de 1000 de esos ingenieros para sostener un sistema funcionando en
buenas condiciones.
–El sistema
ferroviario argentino muestra fuertes deficiencias. ¿Cuándo empezó el proceso
de vaciamiento?
–El gobierno
de Menem fue darle un golpe de gracia a la destrucción de los trenes. En
realidad, la descomposición del sector ferroviario argentino empezó en 1958,
con un plan que se llamó Plan Larkin. Ese año el ministro de Economía del
presidente Frondizi citó a los directivos de Ferrocarriles y en un rato tachó
con un lápiz rojo 11.000
kilómetros de ramal. Es decir, bajó la red de 45.000 a menos de 34.000 kilómetros .
No hubo ningún estudio socioeconómico ni nada en el medio para justificar ese
comportamiento. Lo que hizo fue eliminar los ramales que consideraba
secundarios. Eso generó enormes problemas para todo el sistema, porque le pasa
lo mismo que a una planta a la que no le llega la savia. Con el tiempo, las
redes troncales del ferrocarril se quedaron sin alimento de las zonas
suprimidas y empezaron a dar pérdidas. Así empezó el deterioro. Ese retroceso
se fue profundizando, hasta que llegó el menemismo y privatizó los trenes. El
resultado fue que nadie sabe bien qué es lo que quedó operativo y qué no.
–¿Cómo se
encaran esos problemas en la actualidad?
–Por primera
vez en muchos años hay un intento serio de reactivar el sistema ferroviario. La
intención de la UBA
es apoyar desde el aspecto técnico. Comprendemos que las prioridades del
Gobierno son recuperar el Belgrano Cargas (toda la red que trae producción del
norte) y el tren de pasajeros del área metropolitana (la Ciudad de Buenos Aires y el
conurbano). Este último espacio tiene grandes ventajas respecto de otros
núcleos urbanos del mundo. Eso es porque nosotros teníamos un trazado muy
antiguo y la ciudad creció respetando la superficie del ferrocarril. Por
ejemplo, si en San Pablo quisieran tener una red metropolitana que se abra
radialmente deberían expropiar los terrenos, algo que resulta prácticamente
imposible. El punto es que nosotros ya tenemos el trazado y hay que mejorarlo.
Las vías están en malas condiciones, pero ahora se han empezado a cambiar.
Además, comprando nuevo material rodante se convierte en una red envidiable,
que no la tienen Bogotá ni Ciudad de México ni Estambul.
–¿Considera
entonces que se avanza en dirección correcta?
–El Gobierno
está encaminado. Hoy tiene que resolver una situación a muy corto plazo porque
existen problemas gravísimos. Para atacar esas contingencias está haciendo lo
único que se puede: importar el material rodante y cambiar las vías a toda
velocidad. En la actualidad, por más que no guste, es imposible que los
fabricantes locales abastezcan esa demanda. Tampoco es posible que lo hagan en
el corto plazo. Pero el próximo paso sin dudas debería ser el de avanzar hacia
una industria ferroviaria que sea totalmente argentina.
–¿Existe
posibilidad de lograr autoabastecimiento ferroviario?
–En la
historia hubo una industria que nos puso cerca del autoabastecimiento. Hoy
también se puede lograr, dejando de lado algunos componentes críticos. No
existe ningún motivo para que la producción ferroviaria no crezca como lo hizo
la de maquinaria agrícola en los últimos años. Es el mismo tipo de idea. No se
producen millones como en el caso de los autos, sino que se hacen de a decenas
o centenas. Por caso, montar una fábrica de vagones de carga no es una
inversión monstruosa. El Gobierno por ahora los está consiguiendo en China a 1
millón de dólares cada vagón, un buen precio si se tiene en cuenta que en
Europa cuestan el doble. Pero el punto es que hacerlos acá tiene un efecto
multiplicador muy grande sobre los distintos fabricantes de bienes de capital.
Es una forma de dinamizar la producción local, generando inversiones, empleo
calificado, demanda de ingenieros. Y sería una locura hacer todo el reemplazo
del sistema ferroviario con material rodante importado. El otro disparate sería
seguir sacando indefinidamente la carga del país en camiones. En líneas
generales, tomando grandes distancias, el costo de mover la cosecha en
ferrocarril es de un tercio a un cuarto respecto del camión. Entonces recuperar
el tren irá en favor de productores y de la economía en su conjunto.
–¿Cuál debe
ser el rol del Estado en ese proceso?
–Entiendo que
la filosofía de la reconstrucción debería ser la misma que la de YPF. Debería
ser una compañía de control estatal, que subcontrate, pero que tenga una fuerte
participación en el sector. El Estado tiene que dar las directrices. Fomentar
la puesta en marcha de fábricas de componentes específicos. No existen
impedimentos para que aparezca una Invap ferroviaria. El punto es que en
ninguna parte del mundo la administración de los ferrocarriles queda en manos
del mercado. En Europa, en Asia, o incluso en Estados Unidos con el ferrocarril
de pasajeros, la administración la tiene el Estado.Fuente: Página 12