Nota de Opinión
Por: Gustavo Trigo (para Huarpe.com)
¡Liberá la vía! ¡Liberala carajo, viene el tren! – grita desaforado el auxiliar de la estación
¡Es que de Control Central me ordenan no darle vía libre! –contesta el jefe de estación
¡Liberala cagón! Lo mismo nos va a rajar….
Este es un extracto de uno de los muchos diálogos que se fueron dando a lo largo de aquel sábado 14 de noviembre de 1992, el día en que se robaron un tren
Pero para entender que fue lo que ocurrió hacen 30 años atrás, es preciso poner en contexto cual era la situación del país y más precisamente de la empresa Ferrocarriles Argentinos.
En agosto de 1989, la ley 23.696 de Reforma del Estado proponía la privatización o concesión de las empresas estatales. Luego, el decreto 666/89 daba cumplimiento a la ley anterior privatizando los ferrocarriles de carga y de pasajeros. Para el caso de los trenes de pasajeros, el decreto 1168/92, ordenaba una abrupta disminución de los servicios a partir del 31 de julio de 1992
Los servicios de pasajeros que llegaban a San Juan, tales como “El Sanjuanino” o “El Aconcagua” (por mencionar a algunos), fueron reemplazados por un único servicio llamado “El Cuyano” el que pronto también seria suspendido
La cancelación del tren “El Cuyano”, afectaba a San Juan, Mendoza, San Luis, sur de Córdoba y sur de Santa Fe.
Personal de los distintos gremios ferroviarios, respondieron del mismo modo ante la cancelación de los servicios de trenes de pasajeros: DESCONOCEMOS QUE LOS TRENES GENERALES SE HAYAN CANCELADO, POR LO QUE ACTUAMOS CON LA REGULARIDAD HABITUAL
Es aquí donde un grupo de ferroviarios, deciden correr ese tren de pasajeros, pero para lo cual, arriesgaban mucho más que el trabajo: sabían que podrían quedar detenidos.
Hacer que un tren de pasajeros circule, no es algo sencillo: la locomotora tiene que tener combustible, aceite, arena para el frenado, personal de conducción y personal que luego será relevo de los conductores, autorizaciones para poder circular por la vía, autorización para el ingreso a cada estación, etc…
Este tren se armó el día anterior con cinco choches de pasajeros y para este fin también se falsificaron telegramas internos que anunciaban que ese día iba a correr el tren (tren que ya había sido suspendido). Hasta los boletos que se emitieron eran de cartón ya que no se podía usar la máquina expendedora de pasajes electrónicos.
Fue así que se vendieron todos los pasajes…
El sábado 14 de Noviembre de 1992, el parlante de la estación Retiro del ferrocarril General San Martin, anunciaba a los pasajeros que el tren N° 511 “El Cuyano”, partiría con destino a Mendoza.
Con la formación ya lista esperando en la vía, guardas, mozos, cocineros y camareros listos para salir, “El Cuyano”, con vía libre, partió una vez más de la estación Retiro, pero esta vez, sin autorización.
En la estación José C Paz, ya los esperaba la policía. El guardia de la estación se acercó a la locomotora y les dijo a los conductores: “sabemos que el tren es trucho, pero nos solidarizamos con su lucha” y el tren pudo seguir.
Cada estación representaba un nuevo desafío y en cada estación se negociaba para poder continuar
En la estación Pilar, nuevamente la policía. Aquí es donde los conductores deciden contarles a los pasajeros que el tren era “trucho” y que sabían que estaban cometiendo un delito federal.
Parecía que nos quedábamos ahí nomás, pero los pasajeros se sentaron en la vía a pedir que siga el tren, ¡y nos dejaron seguir!
En las distintas oficinas de control de trenes, los teléfonos no dejaban de sonar, mientras que, en las estaciones, los teléfonos sonaban y sonaban sin ser atendidos. A lo largo de todo el trayecto, la solidaridad de todos los ferroviarios fue fundamental, vecinos de todos los pueblos colmaban los andenes de las estaciones, situación que ningún político pudo impedir
El personal ferroviario de ese tren, sabía que Villa Mercedes podía ser el punto final de ese recorrido y así fue. Gendarmería los esperaba en dicha estación. Unos metros antes de ingresar y advertidos por los ferroviarios locales, los conductores bajaron de la locomotora y fue la pareja de uno de ellos quien ingreso la formación a la estación.
Este hecho tan significativo, que pasó casi desapercibido en su momento, permitió que “El Cuyano” siguiera funcionando por tres meses más, sin embrago, también es una prueba irrefutable del amor de muchas personas por el ferrocarril.
El ferroviario es una raza rara, un tipo de trabajador que ama su oficio y llora cuando recuerda el tiempo pasado...
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