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El ministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro, enfatizó la participación privada, pero el secretario de Bioeconomía, Fernando Vilella, había propuesto una iniciativa de perfil más estatista
En aparente contraposición al modelo que plantea Ferraro y un gobierno de impulso privatizador, el nuevo secretario de Bioeconomía, Fernando Vilella, participó en la elaboración de un estudio sobre el sistema ferroviario que a su juicio “debiera ser una política de Estado.
En abril de este año, junto a Claudio Molina, investigador y estudioso del sector agropecuario y, en particular, de los biocombustibles, presentó un estudio en el que los autores afirmaron la necesidad de que en el Congreso de la Nación se discuta y sancione un proyecto de ley de reparación histórica de los ferrocarriles argentinos.
El plan Vilella-Molina apunta a un plazo de 40 años, incluido un tramo inicial de 10 años para el desarrollo de la infraestructura y material rodante, y los restantes 30 para concretar inversiones que permitan la consolidación de la recuperación de participación relativa de los ferrocarriles en el transporte argentino.
“Nuestro país presenta una bajísima densidad de cargas en relación a su extenso territorio y ramales originalmente construidos, y en la medida que el ferrocarril participe en porcentajes tan bajos del transporte de las mismas, ese problema se agrava, hasta un punto en que se tornan inviables, una parte importante de las operaciones”, había indicado el funcionario en diálogo con enelSubte.
“En cualquier modelo estratégico nacional que busque una integración al mundo desde una perspectiva de desarrollo territorial equitativo, el ferrocarril recupera un rol sustantivo. Esto no está sostenido en cuestiones afectivas sino en datos concretos y fehacientes. Conseguir consensos para lograr una política de estado en torno a la reparación histórica de los ferrocarriles es central y debe intentarse que sea parte del debate político en este año bisagra. Hay mucho trabajo técnico ya hecho, lo que da sustento a un cauto optimismo en el sentido que esta vez podemos estar nuevamente a la altura de las necesidades vitales y futuras de nuestra gente”, agregó.
Énfasis diferentes
Las visiones de Ferraro y Vilella no son necesariamente incompatibles, pero tienen énfasis diferentes. Vilella, por caso, enfatiza la importancia del Ferrocarril para el transporte de la producción agroindustrial argentina. De hecho, el estudio con Molina destaca que en la Argentina la participación ferroviaria en el transporte de cargas fue en 2022 de solo 4,4 % en toneladas y 6,3 % en tonelada-kilómetro y cita datos del Centro Tecnológico de Transporte, Tránsito y Seguridad Vial de la UTN que precisan que la máxima carga ferroviaria histórica en la Argentina se obtuvo en 1927, con poco más de 44 millones de toneladass y la máxima participación ferroviaria en el total de carga nacional en términos de tonelada-kilómetro en 1944, coincidente con los picos históricos en superficie y producción de trigo y de exportación de carne vacuna.
No es el único sector que demanda un mejor servicio ferroviario. A principios de noviembre Liljana Sekerinska, especialista senior en Transporte del Banco Mundial, expuso ante la Cámara Argentina de Empresas Mineras (CAEM) un trabajo sobre las inversiones de infraestructura necesarias para sostener el aumento proyectado de la producción de carbonato de litio, a 260.000 toneladas anuales hacia 2027/28. “El transporte asociado al litio dentro la Argentina cubre largas distancias y depende principalmente de transporte vial y ferroviario que enfrentan desafíos de calidad del estado, deficiencia de conectividad y costos altos”, dijo la experta.
Las necesidades de los sectores agroalimentario y minero quizás justifiquen inversiones rentables en infraestructura y parque rodante ferroviario, pero es más difícil que eso ocurra en el transporte de pasajeros. El propio Ferraro reconoció este sábado, en la entrevista radial, que el transporte de pasajeros por ferrocarril “en todo el mundo siempre se subsidia”, pero aclaró que la idea es “subsidiar la demanda, no la oferta”. En otras palabras, explicó, “no se va a subsidiar la obra ni la concesión, vamos a subsidiar al pasajeros, que dé equilibrio en el negocio. Acá es inversión, es empleo y mejora en la productividad”.Infobae.com