Exterior
Las
penurias económicas que atraviesa Brasil no parecen ser obstáculo para llevar a
cabo un ambicioso proyecto de infraestructura: la Transoceánica, una gran vía
de ferroviaria que uniría Río de Janeiro con Perú para unir el Atlántico y el
Pacífico y que podría costar 30.000 millones de reales (casi 10.000 millones de
dólares).
Según
publica el diario 'Folha de São Paulo' el proyecto se incluirá en el plan de
infraestructuras que anunciará en junio la presidenta Dilma Rousseff, que la
semana que viene recibirá al primer ministro chino, Li Keqiang, para tratar de
la financiación de la obra.
Hay
trayectos de esta gran vía de tren que ya estaban previstos en un programa de
concesiones de 2012, pero que hasta hoy no han sido licitados. Se prevé que el
tren pase por los estados de Río de Janeiro, Minas Gerais, Goiás, Mato Grosso,
Rondônia y Acre, hasta llegar a Perú. El principal obstáculo son los altos
costes de construcción es la cordillera de los Andes.
El
empuje definitivo a la infraestructura podría venir del interés que tiene China
en que Brasil tenga una salida a sus productos por el Pacífico. Hasta ahora,
los productos agrícolas y ganaderos que consumen los chinos salen de los
puertos de Santos (São Paulo) y de Belém (Pará), y los barcos que zarpan de
este último puerto pasan por el canal de Panamá, bajo la influencia de Estados
Unidos.
La
vía de tren sería una alternativa a esos recorridos que ahora duran entre 30 y
35 días, y además el tren pasaría por una de las principales regiones
productoras, como Mato Grosso, lo que ayudaría a que algunos de los productos
más exportados por Brasil, como la soja, fueran más competitivos.
La
red ferroviaria brasileña posee apenas 30.000 kilómetros, una cifra modesta
teniendo en cuenta las dimensiones del país. La mayoría de desplazamientos de
realizan por carretera o avión y el tren ha quedado relegado a algunas regiones
metropolitanas y al transporte de mercancías, sobre todo después de la crisis
que vivió en los años 80.
Un
intento de dar un vuelvo a la situación fue el proyecto de crear un tren de
alta velocidad que uniera los poco más de 500 kilómetros que separan Río de
Janeiro de São Paulo. El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva lo prometió
hace ocho años al calor de los macroeventos deportivos que estaban por venir,
el Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos de Río 2016.
Sin
embargo, pronto empezaron los problemas, pocas empresas querían asumir el coste
de las obras, que el Gobierno presupuesta en 33.000 millones de reales (15.000
millones de dólares) y que éstas alzaban hasta casi el doble, 60.000 millones
de reales (27.100 millones de dólares). Los desacuerdos generaron retrasos y el
proyecto se quedó en un cajón.
Finalmente,
el Tribunal de Cuentas de la Unión (TCU) decretó el pasado mes de agosto que
los estudios de viabilidad técnica y económica que la Agencia Nacional de
Transportes Terrestres (ANTT) hizo en 2009 son inservibles porque han quedado
desfasados, ya que en todo este tiempo han surgido nuevas tecnologías y
materiales con mejor relación coste-beneficio. Tan sólo los informes previos a
la realización del proyecto costaron a las arcas públicas 29 millones de
reales, alrededor de 13 millones.Notimerica.com