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Redacción Crónica Ferroviaria
Lamentablemente, volvemos a asistir a que los antiferrocarril ganen con esa costumbre que el tren molesta en sus ciudades, cuando fue ese medio de transporte que las engrandeció.
Parecería ser que los intendentes municipales de la ciudad de Santa Fe, de cualquier signo político, odian al ferrocarril. Consiguieron alzarse con la monumental estación terminal del Ferrocarril General Belgrano, ahora lo hacen con la del Ferrocarril General Bartolomé Mitre y también con las vías que recorren por toda la ciudad llevándolas en un futuro a la periferia con el proyecto Circunvalar.
Pero claro, la culpa no es del chancho, sino del que le da de comer, dice el refrán. Acá los grandes culpables fueron los distintos gobiernos nacionales que teniendo a su cargo la dirección de los ferrocarriles y su infraestructura en general, regalaron y siguen regalando terrenos ferroviarios que hoy impiden la llegada de ese medio de transporte a las ciudades y localidades donde tal vez los ramales estén clausurados, pero no cerrados, lo que hace que con un proyecto serio de rehabilitación pueda llegar nuevamente el tren.
Qué bueno hubiese sido, de confirmarse la compra de los coches motores de origen ruso que ayer Crónica Ferroviaria informara, tener un tren regional que una las dos grandes ciudades santafesinas como Rosario y Santa Fe.
No sería descabellado que con una buena inversión en la infraestructura de vía hoy sería de suma importancia y competencia del sistema de transporte automotor, que sabiéndose que es el único que brinda servicio entre ambas ciudades, cobra el boleto al valor que le place.
Pero bueno, donde en un país que no se ponen de acuerdo entre los partidos políticos para tener políticas de Estado en temas esenciales, el transporte ferroviario hoy pasa a segundo plano, por ser benévolo.
Puede haber un gobierno que se interese por los ferrocarriles, pero mañana, si en el poder está otro de distinto pensamiento ideológico, ¿qué sabe uno si todo lo que hizo el primero, el segundo tira todo para atrás?. Ya lo hemos vivido y no hubo reacción de casi nadie, salvo de aquellos que se jugaron por el tren y todos sabemos quienes son.
Por eso, es muy triste volver a ver en la ciudad de Santa Fe que otra terminal ferroviaria vuelva a convertirse en "Centro Cultural", ¿disfrazada de emprendimiento inmobiliario?. Veremos.