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En
la ciudad porteña abundan los pasajeros diarios del subte, expuestos a los
ruidos de este medio de transporte que causa daños auditivos, estrés, entre
otros síntomas.
Las
formaciones de los subterráneos porteños de la Ciudad de Buenos Aires registran
picos y hasta promedios de viaje total mayores a los topes sugeridos por la
Organización Mundial de la Salud (OMS). De acuerdo con la medición que realizó
la Mutualidad Argentina de Hipoacúsicos (MAH), los ruidos de la línea C llegan
a intervalos de 102,5 decibeles. La OMS estima que las máximas recomendables de
exposición al sonido diarias son 80 decibeles. Los estudios que encabezó el
Ingeniero Horacio Cristiani con el MAH revelaron que las líneas B,C,D,E y H
tienen un promedio sonoro de viaje mayor a los 80 dcb que recomienda la OMS. El
caso de la formación A, mejoró en 2013 tras cambiar los coches por unos más
herméticos, aunque sigue registrando lapsos de 88,5 dcb, siendo aún la menos
ruidosa. El ramal que recorre Retiro-Constitución (C) es el que más excesos
muestra, con un promedio de 87 dcb y picos de 102,5 dcb. El 61% de los
pasajeros de este trayecto califican entre ruidoso y muy ruidoso a sus viajes.
“Sueño
con los ruidos del subte, aunque algunos trabajadores de acá tenemos
protectores en los oídos, estar 6 horas acá te hace mal igual, y muchos otros
ni siquiera tienen esta protección”, señala un empleado de Metrovías.
Para
aquellos que viajan cotidiamente en el subte, es una costumbre someterse a los
picos de sonido que emite el transporte, y hasta es aceptado por la sociedad.
¿Qué es lo que no saben de estos ruidos? Alteran la presión sanguínea, el ritmo
cardíaco y el sistema nervioso central. Además, producen dolores de cabeza,
mareos, estrés y falta de concentración, según un estudio de la Universidad
Nacional de Tres de Febrero (Untref).
“Siempre
en los viajes a Constitución tengo que ponerme los auriculares hasta que salga
de la estación, aunque a veces ni escuche música”, denuncia Mercedes Braña,
pasajera de la Línea C y estudiante de Comunicación en la UBA.
Pablo
Masson, profesor de la carrera de Ingeniería de Sonido en la cátedra
Psicoacústica de la Untref, afirma los que ruidos vienen del roce con rieles desformados,
butacas con tornillos flojos y ventanas mal cerradas y propone arreglar las
instalaciones para reducir los ruidos.
Este
problema ha sido denunciado desde 2001, y si bien se han hecho reformas que
disminuyeron el daño auditivo, todavía no se llega a números que salgan de los
riesgos, especialmente a los trabajadores de este medio de transporte, que a
pesar de tener jornadas reducidas de trabajo (seis horas diarias), son los más
afectados.Perfíl.com