NOTA DE OPINIÓN
Por: Norberto
Rosendo (Para CRÓNICA FERROVIARIA)
¿Cómo se
sentiría usted, si supiera que en un plazo más o menos breve morirán 50 tal vez
100 compatriotas en un accidente que hará empalidecer de envidia al de Once, y
que están los recursos para evitarlo pero que la desidia, la inacción y la mala
praxis de los que son los responsables tientan al diablo para que produzca una nueva tragedia?
Para darnos
una idea más cabal de la realidad que todos los días los usuarios y los
trabajadores del Sarmiento viven, digamos que la formación mas nueva en esa
línea, el prototipo de dos pisos, acumula nada más y nada menos que muchos
miles de kilómetros sin haber pasado por el taller.
La falta de
repuestos y herramientas sigue tal cual antes del accidente y nada nuevo ha
pasado.
Pero eso si,
se perfilan nuevos negocios en torno al casi cadáver del Sarmiento y del Mitre;
se habla que pasarán los negocios de la traza a manos de los intendentes de la
zona con la escusa de que los mismos se ocupen de cortar el pasto y gestionar
las barreras.
Ninguna de
las dos cosas es conveniente que las hagan los municipios, ¿se imagina una
cuadrilla de operarios de alguno de los
planes, trabajando en un área de vías electrificadas con trenes en movimiento?
La gestión de
barreras está íntimamente ligada al señalamiento y las comunicaciones que le
son propias a la empresa ferroviaria, por lo tanto, ¿cómo hará el municipio
para hacer esas cosas, o simplemente estamos hablando aquí de volver a poner
guardabarreras?
Guardabarreras
seguramente poco disciplinados que a la hora señalada abandonarán su puesto de
vigilancia dejando un palo que trabe la barrera y reeditando la posibilidad de
algún otro colectivo sea arrasado por un tren.
¿Cuando
decimos que los negocios de las estaciones se los pasaremos a los municipios en
realidad queremos decir que se los daremos para que los regenteen los punteros
de la zona?
¿No sería más
fácil recaudar los alquileres de los locales que se encuentran en las
estaciones, y con ellos, que no son poca plata, digamos un 30% del negocio de
las líneas, armar una cuadrilla de cortar pastos y otra de mecánicos de barrera
perfectamente equipados, como alguna vez tuvo el ferrocarril antes de las
privatizadas?
¿No sería más
fácil organizar una gerencia de las líneas desde el Estado en lugar de rogarles
a Metrovias y Ferrovias que se hagan cargo de algo que no quieren ni regalado,
en función de que ese algo más que pudieran significar los ingresos extras de
administrar esas líneas pueden significar perderlo todo en caso de un nuevo
accidente catastrófico como el de Once?
No tenemos
plata para comprar los tornillos de vía que son indispensables para una
circulación segura por la línea, pero trajimos la tuneladora que hará el
trabajo del soterramiento de la Línea Sarmiento.
La pregunta
que inmediatamente surge es ¿de dónde sacaremos la plata para hacer la obra?
Pero antes de
eso debemos preguntarnos: ¿cuál es el extraño virus que está afectando a
nuestra clase dirigente que ha hecho que todos simultáneamente se vuelvan cada
vez mas idiotas?
¿O acaso nos
estarán queriendo convencer para que digamos "¡volvé Claudio!.Te
perdonamos?