EXTERIOR
El Gobierno brasileño se ha trazado la meta de que el primer tren de
alta velocidad del país, que unirá las ciudades de Río de Janeiro y Sao Paulo,
comience a funcionar en 2018 o, como máximo en 2020, informó este viernes una
fuente oficial.
El proyecto, que tendrá un costo de 33.000 millones de reales (16.500
millones de dólares), ha sido dividido en dos etapas y la primera será licitada
el próximo 29 de mayo, ratificó el presidente de la Empresa de Planificación y
Logística (EPL, estatal), Bernardo Figueiredo, en una rueda de prensa con
corresponsales extranjeros.
En esa primera fase saldrá a concurso la construcción de los trenes y la
operación del sistema, que será concedida durante un plazo inicial de 30 años,
y posteriormente, a inicios de 2014, se licitará toda la construcción de la
infraestructura, que supone los tendidos ferroviarios y las estaciones, entre
otras obras.
Esa segunda etapa se dividirá en por lo menos diez trechos a fin de
"acelerar las obras", que se pretende tener concluidas y en operaciones
para el 2018, "aunque se dará plazo hasta 2020", indicó.
Figueiredo confirmó que el 60 % de la inversión prevista será financiada
por el estatal Banco de Desarrollo Económico y Social (BNDES), que para evitar
el riesgo de variaciones cambiarias dará su apoyo crediticio en reales y con
tasas de interés preferenciales.
El presidente de EPL, una estatal creada para el desarrollo de grandes
obras de infraestructura, señaló que Brasil desea "el máximo de empresas
extranjeras" posible en el proyecto del tren de alta velocidad.
En ese sentido, afirmó que se cuenta con el interés de empresas de
Alemania, Francia, España, Corea del Norte y Japón, que son los países
"con la mayor y mejor experiencia en alta velocidad en el mundo" en
los aspectos tecnológicos y de gestión.
Figueiredo aseguró que el Gobierno ha "eliminado" riesgos que,
en tres ocasiones durante los últimos tres años, llevaron a declarar desiertas
sendas subastas para la concesión de las obras.
Entre los factores que hicieron dudar a los inversores señaló el
"riesgo de demanda", que para muchas empresas no estaba garantizada.
Para minimizar ese factor, el Gobierno se comprometerá ahora a que el
operador del tren sólo comenzará a pagar una vez que el sistema sea rentable,
con lo cual asumirá por completo ese riesgo y hará el proyecto más atractivo
para el sector privado, dijo.
Ese plazo de rentabilidad, según cálculos de la EPL , no pasará de diez años,
aunque se prevé que por la población que será beneficiada directamente con las
obras será "mucho menor", indicó.
Según las previsiones del Gobierno, el que sería el primer tren de alta
velocidad de América Latina transportará a unos 33 millones de personas en su
primer año de operaciones y llegará a 100 millones para 2030.
Sao Paulo y su periferia tienen alrededor de 20 millones de habitantes,
una población similar a la que sería atendida en Río de Janeiro, por lo que la
rentabilidad del tren "está asegurada", dijo Figueiredo.
El presidente de EPL rebatió las críticas que muchos sectores del país
hacen al proyecto por su precio y porque no lo consideran una prioridad, cuando
el país tiene serias deficiencias en las áreas de transporte urbano.
"Ese es un debate político", pero desde el aspecto técnico el
proyecto es "fundamental", sostuvo.
Argumentó que el eje Río de Janeiro-Sao Paulo necesitará "en un
futuro cercano" una "intervención en el área de transporte",
para atender la demanda creciente entre las dos ciudades más pobladas del país.
"Si tenemos que invertir, debemos hacerlo con la tecnología más
moderna y no con la del siglo pasado", explicó.
El tendido ferroviario tendrá un total de 510 kilómetros entre
Río de Janeiro y Sao Paulo, de donde saldrá un segundo tramo de 97 kilómetros hasta
la vecina Campinas.
El proyecto es considerado complejo, pues implicará construir 90,9 kilómetros de
túneles y otros 107,8
kilómetros de puentes y viaductos para salvar ríos y
desniveles de relieve que presentan dos sierras que separan a Sao Paulo de Río
de Janeiro.MisFinanzas.