15 de abril de 2015

La Pampa: Los trenes luego de larga ausencia hacen milagro

Cartas de Lectores

Señor Director:

La cámara de Diputados terminó de convertir en ley lo que por el momento es el paso que cierra esta etapa de recuperación y retorno de los ferrocarriles.

Se puede hablar de milagro al menos por dos motivos. El primero es la amplitud el voto positivo. El segundo es que pocos creían que habría un retorno del ferrocarril en recorridos de larga distancia. Languidecían las estaciones de tren, algunas de ellas asignadas para otros fines muy distantes del original. Se veían las líneas telegráficas que acompañan a las vías despojadas de sus cables, algunos de ellos cortados y colgantes, como un testimonio de abandono. En lugares cercanos a las carreteras podía verse cómo algunos vagones de carga y coches de pasajeros cedían al desgaste del tiempo. Es triste presenciar el espectáculo del abandono y el trabajo de desgaste que inician los rateros y prosiguen las lluvias y los vientos. Los nostálgicos del tren seguían con su pena y poco a poco se iban resignando.


Como columnista he sido uno de esos nostálgicos y es seguro que se puede contar por decenas las veces que llené este espacio para hablar de los trenes, en ocasiones para reclamar el retorno y en otras para juntar recuerdos acumulados desde una infancia que se desarrolló cerca de las vías. Recuerdo en particular una nota en la que hablaba del Santa Rosa que estaba muriendo en la memoria de los pobladores, cuya edad los acercaba a la despedida final. Sabían que esa memoria y ese tiempo moriría con ellos.

En mi caso, aparte de los momentos de penosa evocación, escribía sobre el retorno de los trenes por saber que no son un medio de transporte que haya sido totalmente superado. Andando por el mundo, había podido ver en las naciones desarrolladas la vigencia del ferrocarril y su empeño por seguir el ritmo de los procesos de cambio, cada vez con marchas más veloces y con mejor oferta de comodidades para los pasajeros. La ausencia de los trenes y las estaciones casi fantasmales eran señales de una traición o de nuestra incompetencia para defender el bien común necesario.

En Santa Rosa gustaba yo acercarme a los señaleros y en no pocas ocasiones presencié absorto el trabajo de los bolseros que se afanaban en el sector de galpones. Y los días martes yo estaba en la estación porque era el día de llegada de mi revista de historietas y relatos y me colocaba de manera de poder comprarla apenas bajada del furgón. Y los miércoles fui infaltable en la casa de una familia amiga de la mía que compraba un diario que, ese día, traía una sección de historietas.

Ahora siento que mi propia duración ha sido una espera del tren, no para atarme al pasado ni a la ilusión del eterno retorno, sino como certidumbre de que la recuperación del ferrocarril es un acontecimiento que gratifica la voluntad que tuvimos tantos para no renunciar a este medio de transporte con cuya instalación comenzó el demorado y lento proceso de la integración argentina y con cuyo abandono en los años noventa pareció que borrábamos toda la cercanía de una población escasa distribuida en un territorio extenso. El noroeste y la Patagonia volvían a quedar demasiado lejos y cada vez nos distanciábamos más de la región, de los antiguos territorios de los virreinatos y gobernaciones hispanos.

El retorno del ferrocarril y la recuperación del papel del Estado nos restablece en el demorado punto de partida para ser una nación y para avanzar en la integración regional. El corte de esta comunicación (y el de la aerolínea y el de la flota mercante) fueron tajos para dividir y alejar. Ahora tenemos también la revolución de las comunicaciones y el desarrollo de la red de carreteras y nos vamos quedando sin pretextos para poner en marcha la voluntad de ser una nación integrada y al mismo tiempo convocante de toda la región para completar de una vez el proceso de la independencia y avanzar en la demorada ruta que buscaron los libertadores.
Atentamente:
JOTAVE
Fuente: La Arena

1 comentario:

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