CARTAS DE LECTORES
Aunque el
tiempo ha pasado, creo que lo que transcribo, una nota publicada en su
oportunidad en un diario de la ciudad de Concordia, en una gacetilla de la UF y otros periódicos, mantiene
intacto el amor por el ferrocarril que es lo que más me lleva a solicitar sea
inclída en esta sección (Cartas de Lectores). En aquellos días, en que ví la nota, logré contactarme con la autora
vía telefónica.
Esto se
remonta a una huelga en el Ferrocarril General Urquiza, en ese entonces
definido como Mesopotámico, en el año 1999, en que los pueblos se han
solidarizado con ella, en este caso en la ciudad de Concordia, y una vecina
decía así:
¡COMO EL AVE
FÉNIX... DE ENTRE LAS CENIZAS!
Así me
gustaría verte resurgir querido Ferrocarril Nacional Urquiza.
Sintiendo,
como actual docente nacional jubilada, la voz de mi conciencia, señora de
tantas y tantas cosas y como católica, la de mis pastores monseñor Hector
Cardelli y Rvdo. Andres Servín, mis pasos me hicieron llegar a las vías del ferrocarril
y calle Entre Ríos, en la zona sur de Concordia.
Fue en esa
tardecita del lunes 22 de noviembre ppdo. (1999). Ni mis ojos ni mi corazón
podían creer tanta ignominia:
compatriotas míos, hombres de trabajo acompañados de sus esposas y de sus hijos
estaban allí firmes, resistiendo codo a codo, sufrientes, soportando todo lo
que significa un brutal avasallamiento y despojo en su justo deseo de mantener
la fuente que le permita seguir siendo él, el sustento diario de su hogar. Era
como asistir al funeral de nuestro tan útil, tan inolvidable ferrocarril de la Mesopotámia. El
llanto me quebró, no pude con mis lágrimas.
Yo, que había
llegado hasta allí para acercar mi palabra de aliento y mi apoyo material a
tanto padecer argentino, me ví de pronto
superada en mis fuerzas y lloré. Y en ese llanto simplón y sentido, me noté
absolutamente impotente: sólo veía ante
mi la triste realidad de tener que aceptar tan absurda situación de injusticia.
¡Cuánto dolor había en esa gente!
No tengo en
mi familia ningún ferroviario, ni lo he tenido, pero me sentí infinitamente
ligada a ellos porque también yo, como estoy segura muchos de los que habitamos
esta querida Concordia, acuñamos durísimos recuerdos hamacados al transitar de
un tren, con su característico silbato anunciando su llegada a destino y su
señorial deslizarse por las sólidas vías que le marcaban su rumbo.
En esa tardecita miraba todo lo que sucedía a mi
alrededor, mientras se agolpaban en mi memoria las cosas tan lindas que viví en
aquel año 1959 inolvidable cuando, siendo por entonces una joven y modesta
maestrita rural, iba los lunes desde Concordia a Federal en tren, "el
colorido coche motor de las maestras", y desde allí, en sulky, hasta la
colonia "La Marta ",
Distrito Diego López, en cuya Escuela nacional Nº 163 me desempeñaba como
docente con tres grados a mi cargo en forma simultanea, haciendo los viernes el
camino de regreso al hogar de mis padres, mi en hogar en Concordia, para vivir
en familia el fin de semana.
¡Qué tiempos
duros, pero a la vez qué felices! Y vos, querido tren del Ferrocarril Nacional
General Urquiza, eras fiel testigo y hasta cómplice de tanta cosa preciosa y de
recuerdos hermosos que hoy arreo con honda emoción.
¡Cuánta pena
me da que te arranquen de nosotros y que no sigamos siendo los argentinos tus
orgullosos y merecidos dueños!
Quiero pensar
que la cordura y buena voluntad de nuestros hombres harán que vuelvas a existir
siendo airoso Ferrocarril Nacional general Urquiza que ayer fuiste.
Late mi
corazón de argentina acurrucado en ese deseo.
¡Fuerza,
ferroviarios! ¡A no aflojar, compatriotas! Y ¡empuje y sensibilidad en ustedes,
señores Gobernantes, para obsequiarnos a nosotros, simples ciudadanos
argentinos, la dicha de ver que "el río no ha salido de su cauce", de
ese cauce del que, para bien de nuestra Patria, nunca debería haber salido!
Es un sueño
que acaricio y que ojalá pronto se convierta en realidad.". Saludos
María Rosario
Echeverría
Saluda
cordialmente
Aníbal
Horarcio
lu8lw@hotmail.com
Quise transcribir esta Nota, que aunque han pasado ya varios años, mantiene absoluta vigencia y vuelca tanto sentimiento, máxime cuando proviene de alguien que nunca fue y tampoco tuvo o tiene familiares ferroviarios, tal como dice en una parte.
ResponderEliminarDebo confesar que varias veces en que ha querido leerla en voz alta, en alguna parte siempre me he quebrado.
Bonutti