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4 de marzo de 2014

El C-37, el único ramal ferroviario militar que existió en la capital tucumana

Historia Ferroviaria

Entre 1907 y 1970, operó en el sector noroeste de San Miguel de Tucumán, el ramal estratégico ferroviario C-37. Nacía en los Cuarteles militares y se unía a las vías, de la linea principal, del Ferrocarril Central Norte Argentino, en el trayecto entre Estación Muñecas y el Empalme Centenario. El trazado cubría 3.300 metros y atravesaba fincas de citrus y el predio del hospital Obarrio.

Alguna vez escuche a un catedrático de nuestro pretérito, lejano y reciente, afirmar que “la historia es la única rama del conocimiento que nos puede decir qué fuimos en el pasado, qué somos en el presente y qué seremos en el futuro. Por eso el olvido de la historia nos condena a volver a cometer, mil veces, los mismos desatinos”.


Hubo un tiempo en Tucumán que los ramales, accesos y desvíos ferroviarios se multiplicaban por todo el territorio provincial. Por entonces el transporte del camino de hierro era sinónimo de progreso, comunicación y conexión. Uno de esos ramales fue el C-37, a los cuarteles militares de San Miguel de Tucumán, perteneciente a la Quinta Región militar. Por cierto, era de trocha métrica y empalmaba con las vías de la línea principal del ferrocarril Central Norte Argentino. Asimismo el, 9 de Julio de 1912, ese desvío fue recorrido del viaje inaugural del tren presidencial, que se fabricó en los originales talleres de Tafí Viejo.

En realidad el ramal, que se creó en 1907 y permaneció hasta 1977, fue autorizado para permitir el transporte de forrajes para la caballería militar y de provisiones. También se utilizaba para el traslado de tropa y de artillería.

Al noroeste

El consultor en transporte ferroviario e investigador en ferrocarriles, doctor Víctor Hugo Rossi, especificó que “el predio que cruzaba el C-37 comprendía 24 hectáreas ubicadas al noroeste de San Miguel de Tucumán. Arrancaba en el kilómetro 801 (+100 m y +551,20 m) a la altura de Colombia al 1.500. Se bifurcaba a metros del apeadero empalme Centenario, de la populosa Villa Urquiza. Precisamente en ese lugar convergían los raíles del Ferrocarril Central Córdoba que se dirigían a las estaciones Central Córdoba (Marco Avellaneda y San Martín), Tucumán N (en El Bajo) y Sunchales del Central Argentino (ex Bartolomé Mitre, en Corrientes al 1.000). En ésta última se mezclaba con los tendidos de vías de trocha ancha”.

Más de tres kilómetros

El camino de hierro alcanzaba más de tres kilómetros de longitud. Se proyectaba en sentido noroeste y al ingresar a los cuarteles se extendía unos 300 m. por el interior del área militar, hasta alcanzar la punta de rieles. “También la traza del ramal atravesaba una zona de plantaciones de citrus. Las fincas eran propiedades de Emilio Terán Frías, Juan Manuel Terán y Amadeo Tonello, que el gobierno nacional las expropió en la década del 40 para construir el hospital colonia de salud mental “doctor Juan Manuel Obarrio”, en San Miguel al 700”, describió Rossi, padre de tres varones Hugo (35), Pablo (33) y Federico (32)

“No obstante ello -añadió- el ramal continuó operando porque pasaba en forma transversal por los terreno de ese establecimiento hospitalario y del barrio ´El Sifón´ (Juan Pablo I). En Chile al 2.100 cruzaba el barrio ´La Bombilla´ (Juan XXIII). Y, al llegar a la avenida Ejército del Norte al 1.200, antes de acceder a los cuarteles, había un paso a nivel sin barreras”.

Testimonios enriquecedores

Pero cuando se efectuaron los trabajos de ensanche y pavimentación de la Ejército, desde Italia hasta la avenida Francisco de Aguirre, desapareció el terraplén donde se asentaban los rieles. A raíz de ello, según el doctor Rossi -simpatizante de los clubes Central Norte, de esta ciudad, y de Rosario Central, a nivel nacional- en la actualidad, se puede observar que las casa quedaron arriba del actual nivel al igual que las paredes o tapias de cerramiento de los ex cuarteles.

El profesor Aldo Bulacio, de 72 años, que cumplió con el servicio militar en el Quinto de Comunicaciones y hoy reside en Yerba Buena, recordó que “había un señor que, montado en un caballo blanco, cuidaba las fincas de mandarinas y naranjas cercanas al Obarrio. Algunos decían que era un paciente interno de ese hospital, pero otros aducían que se trataba de un rondín. Lo cierto es que el jinete galopaba ida y vuelta, apenas despuntaba el alba, el trazado del ramal. Solía mostrar un látigo, que utilizaba con destreza, cada vez que intuía que alguna persona que transitaba por las vías insinuaba sus intenciones de acercarse a los citrus”.

Silbato preventivo

Por su parte, Carlos Celerino (68), jubilado de la Dirección General de Catastro y vecino de calle Chile al 1.800, en barrio El Bosque, evocó su experiencia como soldado de los cuarteles, en épocas que el C-37 estaba activo. “Cuando ingresaba alguna formación ferroviaria al predio militar, era todo un acontecimiento, por los lugares que atravesaba. Mientras el tren avanzaba había varios soldados, a lo largo del recorrido de 3.300 metros, provistos de silbatos. De esa forma advertían a la gente que el convoy se ponía en movimiento o iba marchando por determinado lugar y de esa manera se podía prevenir algún percance”, describió con precisión y lucidez.

Celerino también se refirió al predio que ocupa el Obarrio “en esas tierras -enfatizó-, por la cual también pasaba el ramal, estaba prevista la construcción de la ciudad hospital, durante el gobierno de Perón. Pero al final no se materializó el proyecto y sólo se concretó la edificación del hospital colonia”.

Doble tarea

Eduardo “Lalo” Coronel, que a los 73 años, aún reside en el barrio Juan XXIII, se autodefine como protagonista y usuario del ramal C-37. “Yo hice el servicio en 1960. Estuve en el Batallón de Comunicaciones. Estaba de guardia en el acceso ferroviario de la avenida Ejército Argentino al 1.200 cuando arribó un tren cargado con mobiliario y maderas destinado a la construcción del casino de oficiales. Primero tuve que usar el silbato para cortar el tránsito -por entonces no era tan fluido como ahora- en la cuadra comprendida entre Chile y Uruguay. Y después me tocó descargar la madera, junto a otros colimbas”, contó.

Asimismo Edgardo “Pila” Cuevas, aún mantiene nítido en su memoria, a los 73 años, sus días de soldado en los cuarteles. “Una noche llegó el tren. Estábamos en invierno, si mal no recuerdo. En tres vagones plataformas cargaron las piezas de artillería, el instrumental de comunicaciones, la cocina y las vituallas. A la tropa la acomodaron en ocho o nueve coches, que eran todos de madera y nos llevaron de maniobras a Jujuy. Regresamos a los 15 días con cansancio y un hambre irracional. No me olvidaré nunca de esa experiencia porque mis compañeros me apodaron Obituario, porque después de que leía los avisos fúnebres de LA GACETA, de ejemplares que no eran del día, les comentaba a ellos que conocido había fallecido”, se explayó en su testimonio.

La remodelación

Cuando en 1977 se iniciaron los trabajos de la remodelación ferrourbanística en Tucumán, Ferrocarriles Argentinos desafectó la utilidad del ramal C-37. Cedió al gobierno provincial las tierras que ocupaban los cuarteles militares -delimitadas por las calles Italia, Viamonte, Colombia, Chile y avenida Ejército del Norte-, para que se construyeran viviendas. Lo curioso es que el predio se había adquirido originariamente para la construcción del parque General Roca, que nunca llegó a concretarse.

Los rieles fueron levantados y algunos se encuentran debajo de las viviendas que en algunas partes se erigieron. Varios sectores de las tierras que cruzaba el desvío hoy son habitados por familias y barrios que pujan por salir de la marginalidad y la pobreza. Aunque las calles que delimitaban el perímetro fueron pavimentadas, iluminadas, parquizadas y hasta modernizadas. Además, los citrus son ahora una quimera.

Es que “el tiempo -como decía el talentoso compositor francés y figura destacada del romanticismo, Louis Héctor Berlioz (1803-1869), autor de la extraordinaria sinfonía Fantástica- es un gran maestro, pero desafortunadamente mata a todos sus alumnos”.

Desde el arcón del altillo

Razones.- El ramal ferroviario C-37 de uso militar fue construido por razones estratégicas, al poco de tiempo de instalarse los Cuarteles. Había que dotarlos de un transporte de uso oficial exclusivo que lo vincule con otros lugares ferroviarios.

Autorización.- Las tierras para el trazado ferrocarrilero fueron cedidas por Ley 911 del 16 de enero de 1907 y la autorización para la construcción se implemento por expediente 01853/S/1907.

Estudios.- Los ingenieros Víctor Spota, Manuel M. García y José J. Sarthy, del Batallón de Ferrocarrileros, efectuaron los estudios técnicos de la topografía, planimetría y perfil longitudinal .

Licitación.- Una vez aprobado el proyecto se autorizó la construcción del desvío a los Cuarteles y el 31 de mayo de 1907 se llamó a licitación pública, conforme a lo publicado en el Boletín Oficial de la Nación de ese mes y año.

Prueba.- A través de consultas realizadas en la Dirección de Catastro y Edificación de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán y en la Dirección General de Catastro, en planchas cartográficas de esos tiempos se observa el trazado de las vías del conocido desvío o ramal, hoy desparecido, pero que en el papel quedó plasmado como un testimonio del pasado.

El Sifón.- El barrio en realidad se denomina Juan Pablo I, pero en la jerga popular es más conocido como El Sifón. El apelativo nació a raíz de una tubería subterránea que que arrancaba desde el depósito de Aguas Corrientes -Ejército del Norte y Diagonal-, atravesaba por debajo de los raíles del ramal y aparecía entre las calles Ecuador y Colombia. Allí el agua caía en una especie de píletón o sifón, que la gente del lugar la utilizaba como natatorio.-

Construcción.- La empresa Hume G. Hnos ganó la licitación para ejecutar la obra de construcción del terraplén y tendido de los rieles, del ramal C-37.

El presidencial.- Entre estación Muñecas y los Cuarteles se realizó el bautismo del maravilloso tren presidencial de trocha angosta. El vicepresidente Victorino de Plaza fue la máxima autoridad de esa experiencia.LaGaceta

18 de octubre de 2011

TUCUMÁN: LA DESTRUCCIÓN DEL PATRIMONIO FERROVIARIO


El desapego por el pasado, la indolencia por conservar parte de nuestra historia pareciera estar en la idiosincrasia de los tucumanos. La destrucción del patrimonio no cesa. Tras el levantamiento del ferrocarril, su infraestructura y su legado edilicio comenzaron a ser saqueados minuciosamente. Ello viene ocurriendo desde hace años sin que ninguna autoridad provincial o nacional haya emprendido acciones concretas.

En nuestra edición de ayer, dimos cuenta de la destrucción de la estación ferroviaria de Villa Muñecas, como viene sucediendo con la Estación Mate de Luna, los talleres de Tafí Viejo, con el predio Ferial Norte (en El Bajo) y con El Provincial, en la avenida Roca al 600. Ubicada en Viamonte y Francisco de Aguirre, fue una terminal intermedia muy importante. Llegó a contar con 10 vías para el cambio de formaciones. Tenía el brete, lugar para alimentar a los animales que llegaban en los vagones y que debían seguir viaje al norte, o bien, pasar a los camiones para continuar camino hacia las bocas de consumo. Actualmente, hay un asentamiento de casas precarias. Una vecina contó que "vendían los ladrillos, los durmientes... todo", comenta. "En menos de dos años sólo quedaron un montículo de tierra y escombros", acotó.

"Los buenos tiempos viven en la memoria" se titulaba la crónica del 17 de junio de 1991. Y el sumario agregaba: "Las ansias de progreso entraron en vía muerta después del cierre de los ramales ferroviarios. La falta de cloacas, la baja iluminación son algunas de las preocupaciones de los vecinos de Villa Muñecas". Cuatro años más tarde, nuestro diario registró el cono de sombras que se insinuaba sobre la estación. "También pasan algunos trenes de carga que sólo dejan vibraciones en el andén vacío, mientras el encargado de la estación ondea una bandera verde. Nadie se acerca a ver el paso del convoy", apuntaba la nota. La cobertura del diario del 24 de octubre de 1998 se titulaba: "Una estación que extraña el tren" y la crónica decía: "La zona se pobló al abrigo del ya desparecido ferrocarril Central Norte. De esa época quedan nada más que unos vagones inútiles y el viejo edificio que alberga actualmente a cinco familias. Son muchas pero, aunque apretadas, se sienten seguras bajo esos techos todavía sólidos.

En poco más de una docena de años, el edificio fue reducido a escombros, ante la pasividad de los responsables de su conservación. Curiosamente, la estación Muñecas figura dentro del listado de bienes integrantes del Patrimonio Cultural de la Provincia (Ley 7535, sancionada en 2005). El inmueble era una copia fiel de la estación de Las Cejas, que afortunadamente aún sigue en pie y que habría que evitar que sufra el mismo destino.

El edificio abandonado podría haberse destinado a una biblioteca, de alguna entidad barrial u ONGs con fines sociales o quizás a un comedor o a un CAPS. De ese modo, se hubiera editado el saqueo y el exterminio. La ex estación El Provincial parece seguir ese triste camino porque cuestiones burocráticas y jurisdiccionales sirven de argumento a las autoridades para no hacer nada y dejar que el patrimonio sucumba inexorablemente y con él un pedazo de nuestro pasado. Esta actitud de indiferencia se sustenta posiblemente en el desconocimiento de la historia de tucumana y en la falta de amor por esta tierra, no sólo de la clase dirigente, sino también de la sociedad que tampoco hace nada para evitar estos estragos a nuestra identidad.(Fuente: La Gaceta)

DE A PEDAZOS DESGARRARON LA ESTACIÓN MUÑECAS

Desde 2008 la fueron saqueando sin tregua; hoy apenas queda una palmera y una casa que está ocupada

De a poquito, lentamente. Así fueron consumiéndose las paredes, los techos, las escalinatas y los pisos de la Estación Muñecas. El trabajo fue intenso y sin interrupciones. Desde 2008, los vecinos aseguran que los carros fueron llevándose todo lo utilizable: ladrillos, baldosas, mármoles, chapas.

Estación MUÑECAS

Parece un déjà vu, pero los hechos demuestran que este es el destino triste de casi todos los inmuebles que pertenecieron al ferrocarril. Lo mismo sucedió con la Estación Mate de Luna, y está pasando con los talleres de Tafí Viejo, con el predio Ferial Norte (estación El Bajo) y con El Provincial.

Donde estaba la Estación Muñecas hay un asentamiento con casitas muy precarias. Los únicos rastros del tren son una emblemática palmera y el testimonio de los vecinos; sus recuerdos del pasado.

Nora Olea vive a 100 metros de la ex estación y fue testigo de cómo la estructura iba siendo desmantelada. "Vendían los ladrillos, los durmientes... todo", comenta. En menos de dos años sólo quedaron un montículo de tierra y escombros.

"Un comedor, un destacamento policial, cualquier cosa podrían haber puesto allí", agrega indignada. Nora cuenta que se juntó con varios vecinos hablaron con un legislador para que impidiera la desaparición del inmueble, pero sólo recibieron promesas. Nada más.

Lo que hay

Al frente, cruzando las vías se ve una sencilla casa que pareciera del ferrocarril por su característica galería con cenefas caladas y columnas de hierro.

"Esa era la casa del cuidador, pero ahora está ocupada", explica Ramona de Gramajo, otra vecina de las vías. ¿Es lo único que sobrevivió? "Eso, nada más", dice poniéndo las manos sobre las caderas en señal de resignación.

La Estación Muñecas fue una terminal intermedia muy importante. Llegó a contar con 10 vías para el cambio de formaciones. Tenía el brete, lugar para alimentar a los animales que llegaban en los vagones y que debían seguir viaje al norte, o bien, pasar a los camiones para continuar camino hacia las bocas de consumo.

En 1995, una crónica publicada por LA GACETA advertía sobre la preocupación de los vecinos. Sin el tren, la estación estaba siendo ocupada a la noche por malvivientes. En esa época todavía había un jefe y un empleado durante el día.

En 1998 la estación ya había sido ocupada por cinco familias. El edificio todavía estaba en pie y había un par de vagones abandonados. Diez años más tarde, todo terminó.

Arribo a Tucumán.- "Apenas llegó el ferrocarril, en 1876, comenzó a planearse la prolongación hasta Bolivia. En 1880 se dispuso construir el tramo Muñecas-Río Tapia, siguiendo hacia el norte. En 1885 se llegó a Vipos, a Rosario de la Frontera en 1888 y a San Salvador de Jujuy en 1891", cuenta Carlos Coronel.

Un punto clave.- La Estación Muñecas fue parada obligada de muchos taficeños que viajaban en el tren local.

Un solo testimonio.- En la casilla, que aún existe pero está ocupada, funcionaba un consultorio médico y la guardia de la policía ferroviaria, que dependía de la Policía Federal Argentina.

El camino.- Desde esta estación, a la altura de la avenida América nacía un desvío que pasaba por el ingenio San José y cruzaba el cañaveral (actuales diagonales norte y sur de Yerba Buena) para llegar hasta el Ingenio San Pablo.(La gaceta)

20 de octubre de 2010

"EL QUE NO LLORA NO MAMA"

Señor Director:
El tren de pasajeros (el coche motor Apolo) que espera herrumbrándose en la Estación Central Cordoba de Tucumán, tiene vías que llegan hasta Avenida Roca Y Bernabé Aráoz, para transportar a los estudiantes de la Universidad Nacional y otros establecimientos importantes.
Este tren, puede llevar estudiantes de Tafí Viejo, Villa Carmela, El nuevo barrio Lomas de Tafí (Estacion Muñecas), Pozo de Vagas y todo el recorrido con sus paradas.
En nuestro país todo se consigue con Lucha. Sugiero que hagamos desde Tafí Viejo a San Miguel de Tucumán, una Marcha de Estudiantes y Pueblo, ya que estamos entrando al año electoral, por lo que la dirigencia que busca poder se pone "buenita" (es la Navidad de los Pobres)
Hagamos "Astronáutica" (usar la gravedad de los astros), o mejor dicho Sinergia, para utilizar eficazmente la energía que se libera en estos tiempos electorales. Hay que movilizarse, y todo ser posible.
Si continuamos siendo pasivos, siempre Buenos Aires gozará mejor de los dineros públicos del Estado de los Argentinos. Saludos
Miguel Ángel Herrera
ferromaherrera@uolsinectis.com.ar