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27 de septiembre de 2020

Trenes al futuro

Historias Ferroviarias

Es de noche: el tren Rayo de Sol del Ferrocarril Mitre ha salido de Retiro y en algún momento llegará a Villa María. Aquí, la estación aún está casi vacía, ya que mi padre, según su forma de ser, teme que algún imprevisto le haga perder el ómnibus o un turno o el inicio de la función de cine, y en consecuencia llega siempre antes a todos lados. Yo tendría cuatro o cinco años, y estoy con un conjuntito de salida, dijera mi madre: pantalón corto y una especie de chaqueta o camisa celeste con flecos que me hace parecer un disfrazado. Nos vamos de vacaciones a las sierras. Es mi primer recuerdo de la estación del Mitre, y de un gran susto.

Tren "Rayo de Sol". Foto gentileza: La Eclisa

Mientras esperábamos al tren yo había juntado bumbulas de paraíso y en una distracción de mis padres había saltado hasta las vías y las había colocado en fila sobre uno de los rieles. Con genuina maldad de niño pensé que el tren, al pisarlas, patinaría y descarrilaría. Así que me senté a esperar la catástrofe. El silbato y el reflector precedieron al estremecedor bufido de la mole negra que se acercaba, trocando mis inconfesables propósitos en una silenciosa desesperación por el descarrilamiento: ya era tarde para sacar las bumbulas de la vía. Cuando el tren llegó, estacionó, y mi madre me tironeó apurándose atrás de mi padre, y subimos, yo tenía las mejillas hirviendo e intentaba recuperar mi alegría por irme de vacaciones. Esa fue, también, mi primera aproximación a la culpa y el arrepentimiento.

Con los años, la estación y sus inmediaciones fueron el escenario de aventuras y vagancias y los trenes un componente diario de quienes cursamos el secundario en el Rivadavia. Además, por las vías y entre los yuyos teníamos que bordear la Placita de Ejercicios Físicos hasta un desagüe que atravesaba la pared de la cancha, a la altura de calle La Rioja, para colarnos en los partidos de fútbol.

En uno de los baldíos que rodeaban la estación, junto a mi mejor amigo ejercitamos nuestras aptitudes de negociantes: alguien, un transeúnte ocasional, nos compró un enorme y original barrilete triangular que habíamos diseñado y estábamos intentando hacer volar allí. Entusiasmados por las posibilidades comerciales del invento, al día siguiente hicimos otro y fuimos a mostrarlo, oportunidad en que el inicial comprador cayó a reclamarnos que el artefacto no servía, no remontó, se había desarmado al primer intento y que le devolviéramos el dinero. Ambos, mi amigo y yo, abandonamos el comercio de barriletes como un signo anticipatorio del destino: nunca en nuestras vidas podríamos venderle nada a nadie.

El emprendimiento siguiente también nos llevó al ferrocarril: hicimos fotos que quisimos revelar en un incipiente laboratorio con luces, frascos y palanganas que montamos en una habitación de la casa de mi amigo y que su madre, apenas lo descubrió, desarmó en un santiamén entre quejas y amenazas sobre el orden y la limpieza.

Con poco o nada de plata, sin pertenecer a clubes, grupos o cofradías, con la televisión recién empezando a expandirse, los tres o cuatro amigos de colegio que éramos entonces teníamos mucho tiempo libre, sobre todo en las vacaciones. Estaba el río, aunque lejos, peligroso, sin peces y sin gente los días frescos y con demasiada gente y mosquitos los días calurosos. Entonces vagábamos por la estación de trenes, subiendo a los estacionados, desafiando a los que nos hacían temblar pasando a nuestro lado. En un gesto que sintetizó nuestra sed de aventuras y la rebeldía para con nuestros padres, un día, sin avisar, porque no nos hubieran dejado, nos fuimos en tren hasta Tío Pujio.

El tren se metió también en una prematura experiencia amorosa: en un banco de la plaza Independencia, cerca de la esquina del Palace, frente a las vías, me declaré. Digo así, usando las palabras de entonces, ya que por el atolondramiento que tenía no recuerdo ninguna de las que dije, aunque seguramente las había ensayado; sí, las que me dijeron: “No, estoy de novia con Fulano”. Miré alrededor buscando una escapatoria, vi que bajaban las barreras del paso a nivel y oí el silbato ya cerca: hubiera querido subirme allí mismo al tren, irme a La Quiaca, combinar con el Transiberiano.

A la siesta o a la noche íbamos a la estación a esperar los coches que venían repletos de porteños y rosarinos gritones y sobradores. Habrán sido decenas, cientos de llegadas y partidas a las que asistimos desde los bancos de madera de la estación. En esos trenes partían también nuestros sueños y proyectos: a Córdoba o Buenos Aires, a las grandes capitales donde creíamos sucedían todas las cosas importantes. Irnos, viajar, a esa edad, era ante todo ir a buscarnos a nosotros mismos, a saber qué iríamos a ser.

Años después me radiqué en Córdoba y cada regreso temporario a Villa María incluyó una recorrida por los lugares emblemáticos que marcaron aquella infancia y adolescencia: las casas de mis abuelos, el José Ingenieros y el Rivadavia, la calle Mendoza por la que iba o volvía del colegio y la Placita, hasta desembocar, siempre, en la estación de trenes.

Ahora, más de una vez, me he parado en la moderna pasarela que cruza las vías a mirar la estación, extrañando al túnel. Hasta he tenido la suerte de que pasara algún carguero. No sé si los bancos de madera son los mismos. El entorno, por cierto, ya no lo es. Menos aún aquel muchacho que vuelvo a entrever allí, en la brumosa distancia del tiempo: estoy con mis amigos esperando el tren que nos lleve al incierto futuro, a encontrarnos a nosotros mismos. Cargaremos para siempre el equipaje vital que subimos en Villa María.Por Jorge Piva Mendiolaza para el ElDiario.com

11 de marzo de 2011

ENCUENTRO DE ACTORES DE LAS REGIONES NORTE Y ESTE POR EL FERROCARRIL DE PASAJEROS

Gacetilla de prensa de la ASOCIACIÓN DE PROFESIONALES FERROVIARIOS (AFESEPA)

AFESEPA (Asociación de profesionales ferroviarios) promotora de las gestiones que se realizan, con el apoyo del CIC (Centro de Ingenieros de Córdoba) y del IAF (Instituto Argentino de Ferrocarriles) avanzan en el proceso de constitución del ente que se hará cargo de diseñar, administrar y operar este sistema de transporte de pasajeros.

La iniciativa cuenta con el consenso de la mayoría de los intendentes y jefes comunales que tienen relación directa o indirecta con la traza ferroviaria más factible para su puesta en funcionamiento.  La misma es desde Quilino hasta Córdoba y desde esta hasta San Francisco.  Asimismo cabe mencionar que el proyecto cuenta con el apoyo de los legisladores departamentales Mario Vazquez (Ischilin), Cesar Seculini (Colón), Hugo Pozzi (Río Primero), Carlos Giaveno (San Justo) y Evelina Feraudo (San Justo).

Otro importante apoyo lo manifestó el Diputado Nacional por Córdoba, el Dr. Daniel Asef.

El Plan prevé avanzar por etapas.  Estamos superando la primera que implica una planificación consensuada del sistema ferroviario.  Para ello se realizaron encuentros por región: el 21/12/09 en la Municipalidad de Deán Funes, el 11/05/10 en la Municipalidad de Jesús María, el 29/07/10 en la Municipalidad de San Francisco y el 23/02/11 en la Municipalidad de Arroyito.
En esta oportunidad se reunirán todos los actores de la Región Norte y de la Región Este, con el propósito de conformar el Ente Asociativo Intermunicipal Ferroviario.

Con el ente conformado se avanzará en gestionar este servicio de transporte interurbano ante autoridades provinciales y nacionales.

Por otra vía se han iniciado acciones para que este proyecto se presente en el Congreso de la Nación, para lo cual se trabaja en interesar a los diputados y senadores por la Provincia de Córdoba.

AFeSePa y el CIC se han reunido el día 9 de marzo con autoridades del IPLAM (Instituto de Planificación del Área Metropolitana) a los efectos de establecer un trabajo conjunto.

El encuentro se realizará el viernes 11 de marzo, a las 15:00 horas en la sede del CIC, Vélez Sarsfield 1600, Ciudad de Córdoba.

1993-10 de Marzo-2011, 18 años sin trenes interurbanos de pasajeros.
El regreso de los trenes de pasajeros del Ferrocarril Belgrano en el centro del país.

La vuelta de los trenes regionales a Córdoba será un trabajo conjunto entre municipios y asociaciones civiles, una propuesto de AFeSePa, asociación decidida a construir sobre el consenso y el compromiso de todos.

Cuando el Gobierno Nacional hizo famosa, a principios de los ’90, la frase “ramal que para, ramal que cierra” la suerte de nuestros ferrocarriles ya estaba echada.

Los servicios ferroviarios masivos de pasajeros del Gran Buenos Aires fueron entregados a manos privadas, y en las vías del interior sólo hubo interesados en los servicios de carga.

Los trenes suburbanos entre Capital Federal y el conurbano bonaerense siguieron funcionando con resultados muy dispares bajo administraciones privadas encabezadas por grandes grupos empresarios, algunos del sector del autotransporte.  

Renombradas empresas se adueñaron de concesiones de servicios de carga justamente donde el tren les garantizaba fletes extremadamente baratos para sus respectivas producciones.

Bastan como ejemplos: la necesidad de transporte de aceites y cereales entre Córdoba y los puertos y el ex Ferrocarril Mitre se combinaron en la concesión obtenida por AGD; y en Buenos Aires la empresa Loma Negra se hacía cargo de los trenes cargueros del ex Ferrocarril Roca que le abarataron en forma extrema el costo del flete de los minerales y productos elaborados para la construcción.

Pocos servicios e inversión mínima fue el factor común de estos trenes que siguieron en carrera.

Pero el interior del país se llevó la peor parte cuando no hubo acuerdo entre el Gobierno Nacional y las provincias para que estas se hicieran cargo de los “deficitarios” trenes interurbanos, y los mismos fueran suprimidos, en su mayoría, el 10 de marzo de 1993.

No es fácil resumir un proceso que implicó tensiones entre provincias y Economía, servicios que se suprimían según el avance o retroceso de las negociaciones, cifras de déficit contradictorias y sin fundamentos, etc.
Córdoba recibió el golpe más duro cuando se suprimió el servicio de “El Cordobés”, el tren de pasajeros que durante el diagrama de emergencias resumió los servicios del “Serrano” y el “Rayo de Sol” en la trocha ancha del Mitre.

En la trocha angosta, el Ferrocarril Belgrano deja de correr su “Panamericano” el 10 de marzo del ’93, y en Córdoba la vuelta de los trenes de pasajeros sólo sobrevino con los sobresaltos de la Cooperativa Ferrocarriles Mediterráneos y la concesión al Ferrocarril Córdoba Central del, ya abandonado con anterioridad, Tren de las Sierras.  Resultados dispares, plazos eternos en materia de planificación, burocracia extrema, negocios poco transparentes, falta de apoyo de las comunidades y poca experiencia en materia ferroviaria fueron elementos comunes hasta que la provincia pierde nuevamente los trenes de pasajeros.  La vuelta a cargo de la privada Ferrocentral (ligada a NCA y AGD), implicó primero un servicio semanal entre Córdoba y Buenos Aires para los trenes del ex Mitre, que hoy alardea, con razón, de su prolijidad y estado de sus formaciones, mientras sus dos frecuencias semanales y el estado de la vía principal distan de un servicio como merece la verdadera demanda; no olvidemos que en temporada se deben comprar los pasajes con varios meses de anticipación.

Y luego, el regreso definitivo del Tren de las Sierras, con unos pocos trenes diarios, un proyecto de integración a un fallido ferro-urbano y la idea de que los vecinos de Punilla y los turistas aún pueden esperar más de un ferrocarril que esta lejos de entregar su verdadero potencial.

El servicio social del ferrocarril en Córdoba.

Pero el Ferrocarril Belgrano en nuestra provincia, sí bien mantuvo su servicio social con el “Cinta de Plata”, luego “Panamericano”, hasta el ’93, muchos años antes ya había perdido la capacidad de servir a los pueblos y ciudades intermedias (recordemos que este tren sólo se detenía en Deán Funes, Córdoba y San Francisco).  La política económica de fines de los años 70 ya había dado fin a un complejo sistema de coches-motores que comunicaban la capital provincial con Mendoza, La Rioja, Tucumán, Deán Funes y San Francisco, entre otros destinos.

El coche-motor que dejó de correr en 1977 ofrecía, por ejemplo, el furgón que significaba muchas veces un flete alternativo y económico para pequeños productores.

El tren que no reparaba en “déficit” ni en cantidad de habitantes era capaz de dar un servicio digno, y sí hubo motivos para acrecentar su mala fama, ellos sólo fueron producto de manejos impropios e intencionados, cómo por ejemplo, despachar un tren casi vacío después de haberse negado la venta de boletos… por “tren completo”.

Una modalidad poco transparente se adueñó de nuestros ferrocarriles por esos años, para quedarse.

El proyecto del tren social y eficiente.

Cuando se buscan en el pasado las razones para explicar la caída de un sistema tan complejo y útil como fue nuestro ferrocarril, cuesta distanciarse de aspectos que poco ayudan a encontrar motivos y formas de recuperarlo.  Se apela a la nostalgia, cuando aparece el recuerdo del tren por el sólo hecho de haber formado parte de la vida de mucha gente.  Desde lo económico es fácil justificar la decadencia con el simple argumento de la falta de rentabilidad, los gastos desmedidos y el calamitoso estado del sistema que no fue modernizado.

Pero nada de esto es suficiente argumento para minimizar la importancia de un modo de transporte que se impone en las naciones más desarrolladas, mostrando en forma clara sus ventajas: ecología, confort, seguridad, ahorro de espacios y más.

Se debe evaluar la rentabilidad del ferrocarril incorporando a la fórmula “egresos – ingresos = resultado” el concepto de “externalidades”, la variable que considera beneficios monetarios derivados de aspectos tales como seguridad, integración y desarrollo regional, flete económico para grandes volúmenes y producciones locales, y aprovechamiento de infraestructura ya existente.

Recuperar el rol indiscutido del ferrocarril es la tarea de AFeSePa junto a otros actores que se suman a su proyecto, como el Centro de Ingenieros de Córdoba y el Instituto Argentino de Ferrocarriles.

La propuesta es avanzar con pasos firmes, sobre objetivos realizables, sin pretender obras desmedidas, y garantizando la transparencia en cada acción.
Por eso apelamos a los municipios, para integrar con ellos un consorcio de cooperación que sea el órgano capaz de diseñar el servicio, administrarlo y operarlo.

Los gobiernos municipales ya han aportado datos concretos sobre la necesidad de un transporte económico y masivo, sobre posibilidades concretas de mover gente de un punto a otro, sobre la importancia que el ferrocarril tiene para un obrero o para un estudiante.

118 kilómetros separan a Córdoba con Deán Funes y 208 kilómetros hay entre Córdoba y San Francisco.

Las vías que unen estos puntos son parte de la columna vertebral del Ferrocarril Belgrano (un ferrocarril que nació por la vocación del Estado de fomentar el asentamiento de las poblaciones y el desarrollo de las economías regionales).

La línea CC del Belgrano se extiende entre Buenos Aires y Tucumán, y especialmente en nuestro territorio provincial cuenta con una infraestructura de vías que, mediante un mantenimiento adecuado y elemental permitiría la circulación de coches motores, que son vehículos ferroviarios muy ágiles, de bajo peso y mantenimiento más económico que un tren convencional.
Las estaciones de la línea, custodiadas por los municipios, se encuentran en buen estado, y, en general, se ubican en pleno casco urbano de los pueblos y ciudades.

En la misma Ciudad de Córdoba, el servicio propuesto se enlazaría al diseño del transporte urbano, potenciando las ventajas del ferro-urbano y del posible subterráneo, como partes indivisibles de un complejo y eficiente sistema de transporte integral, desarrollado de acuerdo a las exigencias del crecimiento urbano y de la explosión demográfica de la capital y sus alrededores.

Compromiso.

La viabilidad del proyecto es responsabilidad de todos, y el mayor desafío es trabajar en forma conjunta sin hacer reparos en partidismos o jurisdicciones.  Definir una política ferroviaria eficiente, social y federal es un compromiso de las autoridades tanto provinciales como nacionales, y esta asociación con los municipios, acompañada del protagonismo y conciencia de todos los actores la hacen más que factible.

Seguimos trabajando por la vuelta del tren.