Historia Ferroviaria
El 5 de abril de 1910 partió el primer tren con pasajeros desde Mendoza hasta Los Andes (Chile). Hasta 1984, el Tren Trasandino fue un transporte revolucionario, aunque las tensiones entre Argentina y Chile marcaron su final. Las mejores fotos del ferrocarril y la historia de El Futre, el fantasma ferroviario,
Hace exactamente 114 años, el martes 5 de abril de 1910, partía el primer viaje del Tren Trasandino desde la antigua estación de trenes ubicada en Belgrano y Sargento Cabral (el actual edificio del Archivo Histórico de la Provincia). Fue el broche de oro de una majestuosa y faraónica obra realizada en la Alta Montaña mendocina, que incluyó no solo la colocación de un tendido ferroviario en las localidades más remotas de las villas cordilleranas, sino la perforación de roca para trazar un inédito túnel que vinculara a Argentina y Chile cruzando -literalmente- los Andes y desde Mendoza.
A 114 años del primer viaje del Tren Trasandino, que vinculó durante 74 años a la Ciudad de Mendoza (Argentina) con la de Los Andes (más precisamente la estación Santa Rosa de Los Andes, ya en Chile), la nostalgia y los anhelos de los ferroaficionados no se condicen con la realidad. Y es que, aunque la esperanza es lo último que se pierde y el sueño de volver a ver al Trasandino cruzando la Cordillera de los Andes siempre estará intacto, lo cierto es que la infraestructura de este histórico ferrocarril se encuentra por demás deteriorada y abandonada. Y necesitaría de una renovación integral para que el tren vuelva a correr (con una importante inversión).
Incluso, hace unos días, Los Andes confirmó que las obras que se habían encarado a fines de 2022 para refuncionalizar el Túnel Caracoles (aquel que se perforó en la roca para que el ferrocarril atravesara la cordillera) y convertirlo en un túnel para autos y camiones habían sido abandonadas de forma definitiva.
No obstante, a 114 años de la partida del primer viaje que llegó a Chile y por más que el regreso del Trasandino sea lisa y llanamente una utopía, es una inmejorable excusa para repasar los principales hitos del Tren Trasandino. No solo se convirtió en un medio revolucionario sino que, además, dio vida a uno de los principales -y más aterradores- mitos y leyendas de Mendoza: nada más y nada menos que El Futre.
La historia del Tren Trasandino en Mendoza
Previo al primer viaje completo, que salió de Mendoza y llegó a Los Andes (Chile) el 5 de abril de 1910, este recorrido había tenido tramos intermedios que llegaron hasta Chacras de Coria, Cacheuta y Uspallata. El tramo que vinculaba Mendoza con las Cuevas, por ejemplo, demoraba 5 horas.
Los trabajos previos y que permitieron que el tren corriera en Alta Montaña fueron memorables. Entre 1886 y 1909 se llevaron adelante las obras de ambos lados de la cordillera. Se trabajaba en diferentes cuadrillas –primero para vincular de Mendoza hacia Chile y luego del lado chileno hacia acá-. Y entre esos años, partieron desde Belgrano y Sargento Cabral los primeros viajes que, en un principio, servían para vincular la Ciudad con otros puntos de la provincia.
La idea era ir habilitando los tramos que se completaban. Y, por ello, al principio, se podía llegar hasta Chacras de Coria, luego a Cacheuta y así se iba librando el recorrido. En la medida en que se habilitaba un tramo, se habilitaba el servicio. Lo que hacía el ferrocarril en esos años era llevar cargado el material con el que se iba a seguir construyendo (durmientes, rieles). Entonces, cuando llegaba al final del tramo habilitado, se continuaban las obras a partir de ese punto.
El tren de los dos países
Para el tendido ferroviario, los hermanos Juan y Mateo Clark (de padre inglés y madre sanjuanina) se inspiraron en el mismo tendido que habían ejecutado para la línea del telégrafo. El detalle es que habían completado ese recorrido en verano, pero necesitaban hacerlo de nuevo en invierno, sobre todo para conocer las zonas donde nevaba con mayor intensidad y donde se acumulaba la mayor cantidad de nieve.
Todo esto tuvo lugar a fines de 1800, y los propios arrieros les advertían a los hermanos Clark que era muy arriesgado intentar cruzar la cordillera en invierno, ya que la montaña no dejaba salir con vida a quienes se metían en ella en esa época del año. Pero ellos, que eran emprendedores por naturaleza y tenían ese espíritu, siguieron con su meta y así fue como crearon la Compañía Clark de Ferrocarril Trasandino. Contaban con la iniciativa, pero no con los fondos, por lo que lograron incentivar a inversores ingleses para concretar este proyecto.
El 5 de abril de 1910, cuando las obras de los dos lados de la cordillera estuvieron terminadas, ambos extremos se juntaron entre sí. Y ese día fue histórico, ya que se libró el servicio y se completó el primer viaje completo del Ferrocarril Trasandino, que unió Mendoza (Argentina) con Los Andes (Chile).
Su tendido, que partía de la estación de Belgrano y Sargento Cabral, incluía las estaciones Paso de los Andes (en Chacras de Coria), Blanco Encalada, Cacheuta, Potrerillos, Guido, Uspallata, Río Blanco, Polvaredas, Punta de Vacas, Puente del Inca y Las Cuevas, momento en que llegaba al límite internacional. Del lado chileno, en tanto, tenía estaciones en Los Caracoles, El Portillo, Hermanos Clark, Guardia Vieja, Río Blanco, Salto del Soldado, San Pablo y finalmente Santa Rosa de Los Andes.
Los lunes y viernes salía el tren internacional, ya que eran los días que tenía combinación con los que llegaban de Buenos Aires. Sin embargo, los recorridos troncales –que habían operado desde antes de que se habilite todo el recorrido- operaban durante toda la semana con viajes a Potrerillos y Uspallata (por este medio se trasladaba a los soldados). Además, salían viajes turísticos y trenes a demanda. En una oportunidad vinieron jubilados ferroviarios de Alemania y alquilaron el tren para viajar hasta Puente del Inca
En 1984 partió el último viaje del tren Trasandino y fue un doble deterioro el desencadenante de esta triste situación. Por un lado, las relaciones diplomáticas entre Argentina y Chile habían quedado más que heridas y tensionadas luego del conflicto por el Canal de Beagle (que vivió sus momentos más críticos 1978 y llegó a su fin recién en 1984). A ello se sumó el deterioro de la infraestructura ferroviaria, en muchos casos intencional.
Entre tantas versiones que circularon, se llegó a mencionar que el Gobierno de Chile tenía la hipótesis de que el Ejército argentino iba a cruzar en tren para comenzar una posible invasión, por lo que del lado chileno se hicieron voladuras intencionales del tendido de vías.
Si bien el Trasandino hizo su último viaje a Chile en 1984, el tren que partía de Mendoza y llegaba hasta Alta Montaña (siempre del lado argentino) hizo sus últimos viajes a principios de la década del 90.
Conflicto con Chile y los últimos viajes
Una de las particularidades del Ferrocarril Trasandino es que no llegaba directamente a la villa de Uspallata. Y es que el tendido venía de manera directa por la cañada del río después de pasar los túneles, y las principales estaciones tenían que ver con la necesidad de repostar agua de las locomotoras de vapor, que hacían mucho esfuerzo y un gran consumo. Entre las más importantes estaban las de Guido (debajo había barracas para el de personal de obras) y la de Las Cuevas, que tenía casa de locomotora y puente giratorio.
Si bien los últimos viajes de este tren datan de principios de los 90, ya no eran tramos internacionales. Y es que después de 1978 y el conflicto diplomático entre Argentina y Chile por el Canal de Beagle –que estuvo a punto de derivar en una guerra-, las conexiones entre ambos países quedaron suspendidas.
Quienes llegaron a viajar en el Tren Trasandino coinciden en que fue siempre lo mejor que hubo en transportes para cruzar a Chile. Incluso, con nevadas muy intensas, nunca hubo más de 3 o 4 días de espera para poder cruzar. Había un tren arado que empujaba y abría la nieve acumulada para que el viaje pudiera seguir.
El Futre, el mito mendocino que llegó con el Tren Trasandino
La historia de El Futre es una de las más repetidas en Mendoza, sobre todo entre quienes alguna vez han viajado por la noche en zonas cordilleranas o quienes han acampado en el lugar, fogón mediante. Es el fantasma autóctono de Mendoza, por excelencia, y llegó junto con el Tren Trasandino.
Sobre su origen, hay distintas versiones y cada una cuenta con sus defensores y detractores. Pero de lo que no quedan dudas es de que, mientras estuvo vivo, era un ciudadano inglés, de apellido Foster y quien se encontraba en Mendoza en los años en que las vías del Trasandino se estaban instalando en los Andes, tanto del lado mendocino y como del chileno.
Tampoco hay dudas de que fue asesinado en los siempre misteriosos Andes mendocinos.
¿Un pagador decapitado?
Foster era empleado de la compañía que había llegado a Mendoza a fines del siglo XIX para concretar la construcción del tendido ferroviario que vincularía la Ciudad de Mendoza (Argentina) con la de Los Andes (Chile), proyecto que había sido impulsado por los hermanos Clark. Su función era la de pagarles a los trabajadores que montaban el tendido en un plazo preestablecido y por el trabajo realizado.
Puesto que no era uno de los hombres que pasaba horas y horas instalando durmientes y rieles, la apariencia y la forma de vestir de Foster eran diametralmente opuestas a la de los trabajadores ferroviarios. Un traje azul impoluto, un rostro liso y limpio y otros rasgos que contrastaban de sobremanera con los trabajadores del lugar eran sus rasgos distintivos. Y por ello es que, en tono burlesco, los trabajadores chilenos que trabajaban del lado mendocino lo llamaban “Futre”. Y es que ‘Futre’ es una palabra que suelen usar los chilenos para referirse a la gente que es muy elegante y que siempre está bien vestida.
Pero también hay otra versión sobre el origen de su nombre, y que sostiene que ‘Futre’ terminó siendo una palabra inventada que surgió de la deformación al momento de pronunciar el apellido de Foster.
Lo que varía, según la versión escuchada, son las circunstancias en que Foster falleció –por supuesto- decapitado. La versión más verosímil es la que sostiene que Foster era un pagador de la compañía que llevaba adelante la construcción del Ferrocarril Trasandino. Según esta historia, su trabajo consistía en viajar a caballo a lo largo de los distintos puntos del camino cordillerano donde estaban trabajando los operarios para pagarles el jornal. Y, siempre de acuerdo a esta versión, fue asaltado en medio del camino y lo mataron cortándole la cabeza.
¿Un tesoro escondido?
También hay otras voces que sostienen que al Señor Foster (o Mister Foster, dado que era inglés) lo interceptaron en su periplo para asaltarlo. Y que, aunque luego fue decapitado, no lograron quedarse con el dinero, puesto que Foster llegó a esconderlo en alguna cueva o parte de la cordillera. De acuerdo a esta versión, hay algún lugar de la Cordillera de los Andes donde quedó escondido ese dinero y nadie lo ha encontrado todavía.
Una tercera versión –y que también encuentra sus adeptos- ubica a Foster en un lugar más de villano, ya que sostiene que fueron los propios trabajadores quienes lo asesinaron. Y es que hay quienes dicen que Foster había apostado ese dinero y lo había perdido. Entonces, cuando llegó sin plata para poder pagarles, los trabajadores lo mataron.
¿Un ladrón en vez de un pagador?
En una recopilación llevada adelante por la investigadora del Conicet, Gloría Videla de Rivera en su trabajo “Tres formas literarias de una leyenda: El Futre”, se cita al conocido escritor radicado en Mendoza, Juan Draghi Lucero y su versión sobre la leyenda de El Futre. De acuerdo a esta versión, que tampoco está entre las más propagadas, el protagonista no era quien le pagaba a los jornaleros precisamente, sino todo lo contrario: un elegante ladrón que asaltaba a los trabajadores chilenos ni bien había cobrado por su trabajo y en el lado mendocino del camino de la cordillera.
“Los sábados, cuando se hacía el pago quincenal, en Uspallata sobre todo, se producían muertes y muchos hechos de sangre. Poco a poco, se fue generalizando la popularidad de este personaje extraordinario que hoy se conoce con el nombre de El Futre. El vocablo proviene de un chilenismo que significa ‘hombre elegante’. Precisamente la leyenda cuenta que un hombre muy elegante desvalijaba a los peones chilenos de su cobranza semanal. Este ladrón robaba con tal maestría que no era advertido por sus víctimas (...) Con el tiempo ocurrió que alguien mató o creyó matar a este famoso Futre. Se dice por ahí que lo enterró en la parte trasera del cerro Tolosa, junto con el dinero que había robado. Desde entonces quedó viva su leyenda”, describió Draghi Lucero.
Sus apariciones
Haya sido como haya sido su muerte, ya sea si se tratara de un pagador o de un asaltante, de lo que no quedan dudas es de que El Futre (o el señor Foster) murió decapitado en la zona cordillerana de Mendoza.
De acuerdo a la leyenda, a quienes pernoctan en la zona se les suele aparecer la figura de un hombre elegante, vestido de traje y que sostiene su cabeza con su mano derecha. Sin inmutarse demasiado, le pregunta a quien se encuentra cara a cara por “el dinero de la partida” y, luego de hacerlo, desaparece dejando únicamente sus huellas.DiarioLosÁndes.com