Historia Ferroviaria
Emblema de la revolución industrial y de sus expectativas de progreso ilimitado, el ferrocarril fue diseñado en nuestro país al servicio de intereses extranjeros.
Raúl Scalabrini Ortiz fue quien con más profundidad estudió la historia de los ferrocarriles a partir de la penetración británica en el Río de La Plata, en 1950 escribió: “El ferrocarril fue el mecanismo esencial de una política de dominación mansa y de explotación sutil que se ha llamado imperialismo económico”.
El 29 de agosto de 1857, la locomotora La Porteña tuvo su primer recorrido de diez kilómetros entre la estación del Parque -ubicada donde hoy está el Teatro Colón- hasta La Floresta -actual barrio de Flores-. A partir de entonces fue tejiéndose los hilos de una tela de araña en cuyo centro estaba el puerto de Buenos Aires. No se trataba de unir pueblos dentro de un plan de desarrollo nacional, sino de trazar en abanico una red de vías férreas para servir a los intereses del Imperio Británico.
En 1933 el pacto Roca-Runciman garantizó a las empresas británicas la libertad total para fijar las tarifas ferroviarias. El ferrocarril extranjero extendió el área comercialmente cultivable con cereales y el perímetro de las praderas aprovechables para la cría del ganado, pero impidió sistemáticamente el comercio interior y las industrializaciones locales. El ferrocarril fue el arma primordial de que se valieron los extranjeros para sofocar todo progreso que de alguna manera pudiera hacer vacilar su hegemonía.
Esa concepción de los ferrocarriles como un apéndice de los intereses extranjeros viró completamente en 1948, año en que Juan Domingo Perón nacionalizó los trenes, pasándolos de propiedad de las compañías inglesas a bienes del estado. Eran 47.500 kilómetros de vías operativas. El primero de marzo, de 1948, el silbato de la vieja locomotora “La Porteña” anunció, en Retiro, que los ferrocarriles, ahora, eran argentinos. Dijo Scalabrini Ortiz: “Cuando el silbato de la Porteña anunció que volvía a ser argentina se abría un mundo de inmensas posibilidades”.
Desde muchos pueblos y ciudades provino la multitud que se dio cita en la plaza frente a Retiro para vivir ese momento histórico. Las crónicas periodísticas hablan de un millón de personas que escucharon el discurso de inauguración del ministro de Obras Públicas, Juan Pistarini. Perón no pudo estar presente en la ocasión, porque horas antes lo habían operado de apendicitis.
Tal como lo recuerda el historiador Norberto Galasso, en la estatización se pagó el equivalente a 150 millones de libras esterlinas, y se lo hizo en el entendimiento de que se trataba del principal medio de transporte por aquel entonces, eslabón ineludible para llevar a cabo una de las principales banderas del peronismo: la soberanía económica.
Se volvieron a bautizar todas las líneas ferroviarias. Paradójicamente, se siguió una nomenclatura propia de la historiografía nacional. En lugar de recurrir a nombres de caudillos nacionales y populares, se prefirió dar nacimiento al Ferrocarril Bartolomé Mitre, y a la línea Sud se la llamó Ferrocarril Nacional General Roca.
La nacionalización de los ferrocarriles fue acompañada por la conciencia nacional de sus trabajadores. El 24 de marzo de 1976, los trabajadores del Ferrocarril Belgrano se declararon en paro como repudio al golpe cívico-militar, y se formó la comisión interferrocarrilera, que se ocupó de sacar del país a trabajadores perseguidos. Durante el menemismos los trenes fueron privatizados, miles de ramales cerrados y pueblos enteramente aislados. Durante el kirchnerismo, el estado nacional recobró la soberanía en materia de transporte ferroviario. El primero de marzo del 2015, Cristina Kirchner envió al Congreso un proyecto para crear de nuevo la empresa Ferrocarriles Argentinos.
La actual estación de trenes de La Plata fue inaugurada el 1 de octubre de 1906, reemplazando la anterior estación ubicada donde actualmente funciona el Pasaje Dardo Rocha. En tanto el Ferrocarril Provincial tenía como cabecera la estación de Meridiano V ubicada en 17 y 71. Obras que formaban parte de un proyecto de país, en el que los rieles llevarían los frutos de la economía regional atravesando grandes latifundios improductivos.Fuente: HoyenlaNoticia.com
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