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Redacción
Crónica Ferroviaria:
Raúl
Scalabrini Ortiz fue un pensador, historiador, filósofo, periodista, escritor,
ensayista, y poeta argentino, agrimensor de profesión, pero principalmente, fue
un luchador de la causa ferroviaria, sobre todo de su nacionalización allá por
el año 1948.
Por
la década del 70 del siglo pasado a la ex parada Balneario (Ferrocarril General
Belgrano) se le pone el nombre de Scalabrini Ortíz a la estación ferroviaria
que se encuentra ubicada en el barrio de Belgrano (C.A.B.A.). En el año 2015
fue clausurada, siendo reemplazada por la estación Ciudad
Universitaria/Monumental construida unos ochocientos metros más al norte.
La
estación se encontraba emplazada en el barrio de Belgrano entre las avenidas
Cantilo y Lugones, principales arterias viales de acceso a la Zona Norte del
Gran Buenos Aires. Entre los sitios de interés cercanos a dicha estación, se
encontraban la Ciudad Universitaria, el estadio de River Plate, la costanera
del Río de la Plata, el Aeroparque Jorge Newbery y el balneario Parque Norte
(Fuente Wikipedia)
Quien
dijera: La nacionalización de los
ferrocarriles que aquí postulo implica no solamente la expropiación de los
bienes de las empresas privadas y extranjeras. Ese acto reducido a sí mismo,
produciría un beneficio nacional indudable. Trocaría el propietario privado y
extranjero por el gobierno nacional, en quien debemos sentir representados
nuestros mejores anhelos. Pero el cambio debe ser más profundo. El ferrocarril
debe cesar de estar al servicio de su propio interés. Debe dejar de perseguir
la ganancia como objetivo. Debe cambiar por completo la dirección y el sentido
de su actividad para ponerse íntegramente al servicio de los requerimientos
nacionales.
Casi diría que el ferrocarril
nacional deberá combatir, ante todo, contra sí mismo, contra su propia
política. En busca de la ganancia el ferrocarril aniquiló a las industrias del
interior.
La liberación de los ferrocarriles
nacionalizados de la mole abrumadora de los compromisos financieros,
redituaría, de modo indirecto, inmensos, incalculables, beneficios al país… (…)
Dije que el nudo gordiano tiene un rostro áspero pero se abre sobre un camino
de grandes perspectivas. De nosotros depende su realización. No esperemos que
otros hagan lo que no somos capaces de hacer. Los gobiernos no pueden realizar
sino aquello que los pueblos saben pedir con autoridad y con firmeza.
Hoy
este luchador del medio de transporte ferroviario se encuentra con una estación
donde los trenes no paran, está sujeta a demolición y donde su nombre
desaparecería del nomenclador de estaciones ferroviarias.
¿Se
quedará este ilustre hombre sin que su nombre figure en una estación
ferroviaria en actividad?