10 de marzo de 2016

Scalabrini Ortíz: Con tristeza ve pasar los trenes, ninguno se detiene

Actualidad

Redacción Crónica Ferroviaria:

Raúl Scalabrini Ortiz fue un pensador, historiador, filósofo, periodista, escritor, ensayista, y poeta argentino, agrimensor de profesión, pero principalmente, fue un luchador de la causa ferroviaria, sobre todo de su nacionalización allá por el año 1948.

Por la década del 70 del siglo pasado a la ex parada Balneario (Ferrocarril General Belgrano) se le pone el nombre de Scalabrini Ortíz a la estación ferroviaria que se encuentra ubicada en el barrio de Belgrano (C.A.B.A.). En el año 2015 fue clausurada, siendo reemplazada por la estación Ciudad Universitaria/Monumental construida unos ochocientos metros más al norte.


La estación se encontraba emplazada en el barrio de Belgrano entre las avenidas Cantilo y Lugones, principales arterias viales de acceso a la Zona Norte del Gran Buenos Aires. Entre los sitios de interés cercanos a dicha estación, se encontraban la Ciudad Universitaria, el estadio de River Plate, la costanera del Río de la Plata, el Aeroparque Jorge Newbery y el balneario Parque Norte (Fuente Wikipedia)

Quien dijera: La nacionalización de los ferrocarriles que aquí postulo implica no solamente la expropiación de los bienes de las empresas privadas y extranjeras. Ese acto reducido a sí mismo, produciría un beneficio nacional indudable. Trocaría el propietario privado y extranjero por el gobierno nacional, en quien debemos sentir representados nuestros mejores anhelos. Pero el cambio debe ser más profundo. El ferrocarril debe cesar de estar al servicio de su propio interés. Debe dejar de perseguir la ganancia como objetivo. Debe cambiar por completo la dirección y el sentido de su actividad para ponerse íntegramente al servicio de los requerimientos nacionales.

Casi diría que el ferrocarril nacional deberá combatir, ante todo, contra sí mismo, contra su propia política. En busca de la ganancia el ferrocarril aniquiló a las industrias del interior.

La liberación de los ferrocarriles nacionalizados de la mole abrumadora de los compromisos financieros, redituaría, de modo indirecto, inmensos, incalculables, beneficios al país… (…) Dije que el nudo gordiano tiene un rostro áspero pero se abre sobre un camino de grandes perspectivas. De nosotros depende su realización. No esperemos que otros hagan lo que no somos capaces de hacer. Los gobiernos no pueden realizar sino aquello que los pueblos saben pedir con autoridad y con firmeza.

Hoy este luchador del medio de transporte ferroviario se encuentra con una estación donde los trenes no paran, está sujeta a demolición y donde su nombre desaparecería del nomenclador de estaciones ferroviarias.

¿Se quedará este ilustre hombre sin que su nombre figure en una estación ferroviaria en actividad?