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Obstruido
por sus miembros oficialistas y con varias investigaciones aplazadas, el
principal organismo de control público vive un momento de dilaciones derivado
del año electoral y las internas propias. Un informe crítico sobre Jaime y
Schiavi será clave esta semana.
Nadie
sabe bien qué pasó. Pero a juzgar por los resultados es más que evidente que la
armonía dentro de la Auditoría General de la Nación (AGN), el vital organismo
encargado de revisar a la administración pública, se quebró. Y si la lupa se
posa sobre las últimas maniobras internas, la respuesta es concluyente: el
bloque oficialista, conformado mayoritariamente con cuatro miembros, fanatizó
mucho más su simpatía oficial.
La
ruptura en la sinergia entre los miembros del bando peronista –conformado por Vicente
Brusca, Vilma Castillo, Javier Fernández y Oscar Lamberto- y el radical –la
minoría, integrada por el presidente, Leandro Despouy, Alejandro Nieva y
Horacio Pernasetti- volvió a quedar desnuda la semana anterior, tras la
decisión de la mayoría oficialista de aplazar la votación de un informe sobre
la compra de material rodante a China, vinculada con la política ferroviaria
del Gobierno.
Los
auditores del radicalismo se sorprendieron por partida doble. No solo porque el
aplazo empieza a volverse una constante, algo inédito en los últimos años,
acostumbrados a avalar casi todas las auditorías realizadas. Sino porque el
informe sobre la administración ferroviaria machacaba con más énfasis en las
gestiones de Ricardo Jaime y Juan Pablo Schiavi, ya condenadas al desastre, y
no tanto en la labor de Florencio Randazzo, actual ministro del Interior y
Transporte. El propio Randazzo, por caso, envió a la Auditoría un descargo
demasiado light, casi sin darse por aludido.
Para
el termómetro interno será clave la reunión del último miércoles de mayo, el
27, en la que los siete auditores volverán a reunirse para redundar en dicho
informe. Algunas fuentes de la AGN aseguran que un sector del bloque
oficialista –"peronista", como prefieren rotularse, por las dudas- trabaja
contrarreloj en la confección de un nuevo borrador, mucho más benévolo con la
gestión de compra de trenes del Gobierno.
Pero
también será fundamental la postura adoptada por los cuatro auditores
peronistas de cara a un trabajo que los especialistas del organismo terminan de
delinear y que está relacionado a Ferrobaires, la empresa de transporte del
estado bonaerense, solventada en diversas inversiones con presupuesto nacional.
Dicho documento, con diversos cuestionamientos, según adelantaron a Infobae,
alcanzaría a Daniel Scioli, con importantes chances de suceder a Cristina
Kirchner a partir de diciembre próximo.
Más
allá de los resultados, tanto radicales como oficialistas lo visten con el sayo
de la ruptura a Brusca, un veterano del peronismo porteño cuyo mandato finaliza
a fin de año. Dentro del organismo abundan las versiones que dan cuenta de que
el auditor busca revalidar su legajo profesional. Qué mejor que congraciarse
con el kirchnerismo.
Brusca
ya había enviado señales en noviembre del año pasado: fue el único en reprobar
el duro informe que dejó al descubierto un déficit de casi 1.000 millones de
dólares en la estatal Aerolíneas Argentinas. No se contentó solo con eso.
Defendió públicamente la gestión de La Cámpora al frente de la aerolínea.
El
auditor volvió a reincidir a mediados del mes pasado, luego del escandaloso
archivo de la auditoría preliminar sobre el contrato entre el Estado y la AFA
por el Fútbol Para Todos, una medida inédita de la AGN. Fue la primera vez, en
muchísimos años, que el colegio de auditores manda un borrador al archivo, para
colmo cerca de ser aprobado. Fue la gota que rebasó el vaso. La piedra
fundacional de la nueva Auditoría que sucumbió en un estado de parálisis
permanente. "No hay irregularidades que haya detectado la Auditoría que
justifiquen una denuncia penal. El Fútbol Para Todos es bueno, llega, hace
campañas y suple las limitaciones de comunicación que tiene el Gobierno",
se habló encima Brusca en los estudios de Infobae TV. "Está más convencido
de ser funcionario del Gobierno que auditor de la Nación", respondió
Nieva, en los mismos estudios.
El
informe preliminar relacionado a la vinculación entre el Gobierno y el fútbol
había sido enviado a la jueza María Romilda Servini de Cubría, que investiga
diversas irregularidades del contrato. Era lapidario en cuanto al manejo
discrecional de los fondos que solventan ese programa.
El
sincericidio brutal de Brusca provocó un cimbronazo interno, que se materializó
con una supuesta carta de renuncia de Lamberto al bloque, en la que lamentó la
forma en que el oficialismo defendió la gestión estatal en el Fútbol Para
Todos. "Es una carta privada. Sería una deslealtad al amigo y compañero
peronista, con el que disiento", explicó Brusca a Infobae en aquel momento.
Es que Lamberto es un añejo dirigente peronista que no comulga demasiado con el
kirchnerismo. Al revés de Castillo, que participó en la génesis de la gestión
estatal en Aerolíneas Argentinas, y cuya lealtad al Gobierno es su carta de
presentación.
Lo
de Fernández, el restante auditor del bloque mayoritario, es un tanto más
complejo. Lobbista judicial por excelencia, simpatizante del echado Horacio
Antonio Stiuso, las versiones en torno al futuro de Fernández en la AGN, tras
el desplazamiento del espía, arreciaron hace un mes y medio atrás. En el
entorno del auditor ventilaron, por las dudas, que el radicalismo no
acompañaría con los votos en el Senado, donde se define la suerte de los
auditores. Ahora, la permanencia de Fernández parece más que garantizada.
Lo
que nadie garantiza por estos días es cómo continúa el funcionamiento del
organismo, atravesado como nunca por la política. Es que en época de campaña,
para colmo, el trabajo suele mermar. Como para no confundir los tiempos
electorales.InfoBae.com
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