Exterior
China no sólo es el país más poblado del mundo; es también uno de los
con mayor territorio. El integrarlo ha sido uno de sus grandes desafíos. Últimamente,
sus trenes rápidos, los así llamados “trenes bala”, han potenciado la movilidad
y capacidad de desplazamiento de su población a lo largo y ancho del Imperio
del Centro.
De los 100.000 kilómetros de líneas ferroviarias en el país, 11.000
kilómetros son de trenes bala. Se espera que lleguen a 18.000 kilómetros en el
2015 y 21.000 kilómetros en el 2020. Con una velocidad superior a los 200
kilómetros por hora, estos trenes cambian la experiencia de viajar en tren.
Dejan atrás lo lento y pintoresco de otrora, por algo moderno y a tono con el nuevo siglo.
Para viajes de distancias medias, son una alternativa superior al avión. No hay
necesidad de llegar horas antes al aeropuerto, generalmente lejos del centro.
Se evitan los antipáticos controles de seguridad propios de los viajes aéreos ,
y el desagrado de viajar como sardinas en lata en asientos cada vez más
estrechos e incómodos. Se viaja en forma civilizada, algo que el avión ofrece
cada vez menos.
Y la historia de cómo China ha desarrollado sus trenes bala es casi tan
fascinante como el logro mismo. A partir del 2007, el proyecto surge como una
manera de reactivar la economía ante la crisis financiera internacional. Para
ello se firman acuerdos de transferencia tecnológica con países como Alemania,
Francia y Japón, pioneros en la materia. Sin embargo, a poco andar, China ha
llevado esta tecnología a un nuevo plano. Por una parte, ha bajado los costos
de construcción a una cifra muy inferior a la media. Por otra, el precio de los
pasajes también es bastante más bajo que los que se cobran en Europa,
poniéndolo al alcance del ciudadano chino medio. La seguridad, confiabilidad y
puntualidad también son altas. El resultado ha sido una verdadera explosión en
el uso de estos trenes. Entre el 2011 y el 2014, el tramo Beijing-Shanghai tuvo
220 millones de pasajeros.
Más de medio centenar de países han manifestado su interés en adquirir
esta notable tecnología de punta, lograda gracias a ambiciosos programas de
I&D. ¿Por qué no Chile?
En el siglo XIX, Chile fue pionero ferroviario en Sudamérica. Ahora que
en el nuevo siglo el tren resurge como una alternativa de transporte tanto más
cómoda y conveniente que el avión y el bus, ¿por qué dejarla pasar?
El hacerse cargo e integrar de lleno nuestra larga y angosta franja es
una tarea-país. El auge del Metro en Santiago, de Merval en Valparaíso y (en
menor grado) de Biotrén en Concepción, demuestra el grado al cual los chilenos,
si tienen alternativa, prefieren una distinta a micros y buses. Un tren bala
Santiago-Valparaíso permitiría vivir en Viña del Mar y trabajar en Santiago.
Uno entre Santiago y Temuco descongestionaría la Ruta 5 Sur, recuperaría
nuestro legendario “tren al Sur” y daría un gran impulso al desarrollo
regional.LaTercera
Dennis Salvador dijo...
ResponderEliminarNo le conviene a la Mafia ( Buses- Camiones) operada por políticos en Chile.
Domingo Kauak dijo...
ResponderEliminarSi el Estado está dispuesto a cubrir la pérdida, dale. Valparaíso - Santiago - Concepción a 180-220 Km/h es más barato, funcionaría mejor y logra el mismo resultado: bajar gente de los buses, autos particulares y, eventualmente, aviones.