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Redacción Crónica Ferroviaria
Desde hace ya bastante tiempo que el denominado tren de pasajeros "El Rosarino" (Trenes Nro. 277 Retiro - Rosario Norte y Nro. 278 Rosario Norte - Retiro) de la Línea Mitre viene teniendo problemas de grandes atrasos y cancelaciones del servicio ocasionados por distintos motivos: problemas en la locomotora titular, retraso en despachar la formación (tanto de Buenos Aires como de Rosario, pero más de esta última), etc. etc.
Ahora nos enteramos, que dichos trenes de pasajeros los días martes 06 (sólo correrá el Nro. 278, no así el 277), miércoles 07 y jueves 08 no circularán por "trabajos de mantenimiento". Claro, si tienen una sola formación para cumplir el servicio de ida y vuelta durante todos los días de la semana. Milagros no se pueden hacer. Una vergüenza.
Este servicio, que debería ser importante para la empresa Trenes Argentinos Operaciones, ya que cubre la unión por ferrocarril entre dos importantes ciudades del país, tendría que tener más trenes de pasajeros e intentar que el viaje se realice en menos tiempo, para que de esa forma sea competitivo con el sistema de transporte automotor, y ahí seguramente se verá cómo vuelve la gente a tomar al tren como principal medio para viajar.
Lamentablemente, eso no ocurre, a tal punto que desde la estación Rosario Norte en el día de ayer el tren de pasajeros Nro. 267 partió de la misma con 56 minutos de atraso por culpa del operador (la empresa concesionaria Nuevo Central Argentino S.A.) que, como es sabido, nunca les importó los servicios de pasajeros haciéndoles la vida imposible, ya que da prioridad absoluta a sus trenes de carga.
No es solo N.C.A. quien hace estas cosas, mucho nos recuerda, en un viaje que realizamos hace unos años los integrantes de Crónica Ferroviaria, que la empresa concesionaria Ferrosur Roca S.A. cuando el servicio de pasajeros entre Plaza Constitución y Bahía Blanca (vía Coronel Pringles) lo prestaba la ex empresa Ferrobaires, haber parado el tren en estación Peralta una hora y media para que pasen tres formaciones de dicha empresa privada. Sobre esto podemos dar cientos de ejemplos.
Creemos que así no se puede prestar un servicio de pasajeros serio y consistente. Todas estas anomalías hace que el pasajero deje de confiar en el ferrocarril y se vaya definitivamente hacia el transporte automotor. Si las autoridades nacionales quieren que el tren resurja, tendrían que proyectar seriamente qué clase de ferrocarril se quiere, invirtiendo como tiene que ser en material rodante y tractivo, en dar buenos servicios y en hacerse cargo de la vía.