CARTAS DE LECTORES
Señor
Director de Crónica Ferroviaria
Luego de
saludarlo atentamente, le comento que tuve el irrefrenable deseo de comunicarme
con el portal de Crónica Ferroviaria y expresar lo que siento.
Fundamentalmente,
porque es notorio ver, luego de cada tragedia, la aparición de un sinnúmero de
"expertos" accidentólogos ferroviarios, que en su mayoría, no pasan
de ser ferroaficionados que alguna vez han viajado en la cabina de una locomotora
o el comando de un Toshiba, lo cual no los convierte en "masters" en
la materia.
Conozco
muchos de ellos y algunos son mis amigos, pero no es bueno que cualquiera opine
de cualquier cosa porque confunde a quien lo lee o escucha.
Puntualmente
me refiero a la tragedia de Once y los episodios subsiguientes en Belgrano Sur
y San Martín, al respecto de las cuales se han vertido una catarata de pavadas
dignas de Paparazzi.
Como sabe,
soy conductor, mi viejo también lo fue, inclusive foguista del suyo, y nos han
contado historias de maquinistas que iban y volvían de la línea borrachos como
cubas, sin ser pendejos de menos de 40 años.
Por ende soy
fraternal, lo que quiere decir solidario, pero entiendo que debo serlo con
aquellos que en más de una oportunidad se han perdido algún evento social o
familiar para estar descansados la madrugada subsiguiente al ir a sacar máquina
de depósito y no tanto con quien ha sido fotografiado al pasar por un peaje dos
horas antes de tomar servicio y encima ni siquiera tuvo la picardía de
habilitar el sistema Hombre Muerto, sabedor de que no se hallaba en su mejor
forma.
Dentro de la
parte operativa ferroviaria, el personal de conducción, y no es soberbia, es el
único que debe demostrar sus condiciones ante un ente examinador nacional, antes
de acariciar el controller de un elemento tractivo.
No importa la
edad, conozco muchos pibes que toman esto con la responsabilidad necesaria y
algunos viejos que dejan bastante que desear. Pero puntualmente quiero
referirme al caso de Once.
Es seguro que
los Cirigliano, Jaime, Schiavi y demás, tienen que dar explicaciones y recibir
lo que se merezca por sus iniquidades, pero no perdamos de vista la realidad.
Por lo
anteriormente expuesto, el conductor es el máximo responsable de su formación y
tiene la autoridad necesaria para rechazar un tren con problemas que afecten su
marcha, máxime en los tiempos actuales, en los que los gremios respaldan su
accionar.
JAMÁS UN TREN
SE PUEDE QUEDAR SIN FRENOS, salvo que se detenga la planta impulsora de los
compresores, circulando en pendiente mayor a 1:25, luego de utilizar el aire en
sucesivas e infructuosas aplicaciones de freno. Varios casos se han registrado
en el norte Argentino, inclusive la locomotora modelo GM G12 prototipo de
trocha angosta, desapareció del mapa por esa causa en los años 50.
Fuera de eso,
si faltarían compresores o se detuvieran en una formación de Toshibas, en
terreno parejo, provocaría la aplicación progresiva de frenos y la misma no se
movería de su lugar.
Si el aire
comprimido en la cañería general del tren no llega a 70 psi, el tren no se
mueve, palabra de Westinghouse, y eso lo sabe cualquier conductor.
Seamos
realistas, los familiares de las víctimas, a quienes compadezco y respeto,
influenciados por los abogados que se acercan ávidos de ganancias, insisten en
no involucrar al conductor.
Los letrados
saben que su patrimonio es el de un empleado y no redituará grandes ganancias.
Mejor apuntar a los empresarios y al Estado.
Los
familiares seguramente buscan justicia, ¿los patrocinantes también?.
Atentamente
Jorge Omar
Alonso
jorge_64_73@hotmail.com