Cristina Fernández llegó a nuestro país en tren. Hubo bombos, alegría, curiosos y discursos. Y para muchos eso fue un poco lo que pasó, una visita simbólica; para algunos mal pensados, una visita preelectoral. Para nosotros fue simbólica sí, en el mejor sentido de la palabra.
En primer lugar, el hecho de restablecer una conexión de infraestructura, una de transporte, entre dos países que hace un año tenían los puentes cortados, es una señal contundente. No sabemos si para la transportista la línea a Paso de los Toros le resultará redituable o no, pero es significativo que quiera estar ahí para cuando lo sea.
La Presidenta de la República Argentina, Dra. Cristina Fernández de Kirchner y Presidente de la República Oriental del Uruguay, señor José Mujica
En segundo lugar, el retorno del tren se asemeja mucho al retorno del Uruguay al camino del progreso. Un economista que integró el elenco del gobierno dijo, luego de las últimas elecciones, que consideraba que lo más significativo de la gestión de Tabaré Vázquez había sido el Plan Ceibal. "¿Y en el período que viene?, le preguntaron. Luego de pensar un momento contestó: "Que pase algún trencito", contestó.
El tren en Uruguay nació a escala industrial con inversiones extranjeras que firmaron un convenio por el que la empresa pasaba al Estado cuando acumulara determinada ganancia. Por supuesto, pasaron las décadas sin que diera ganancia. Ya estaba atrasado técnicamente cuando Uruguay recibió el ferrocarril magnánimamente, parcialmente en pago de la deuda que el Reino Unido había acumulado durante la Segunda Guerra Mundial. Éramos así de buenos.
Pero el tren precisaba inversiones y poco después comenzaba a hacer agua el modelo de sustitución de importaciones y entrábamos en una crisis crónica. A la salida de la dictadura, el servicio estaba tan deteriorado y la empresa daba tal déficit, que el gobierno decidió cerrar el transporte de pasajeros, dejando a varias poblaciones virtualmente incomunicadas. Fue una reacción típica de los gobiernos anteriores al Frente Amplio: apostar al achique, no a potenciar.
El ministro de Transporte, Enrique Pintado, explica que el tramo Rivera-Paso de los Toros y otras millonarias reconstrucciones de vías permitirán recorrer esos tramos a unos 40 kilómetros por hora. Es que los tendidos tienen muchas curvas y si se manda un tren con miles de kilos a más velocidad, descarrilaría con vía y todo. Para permitir mayor velocidad se precisaría expropiar un sinfín de tramos a costo millonario y con una demora considerable.
Mientras tanto, en el mundo el ferrocarril se había ido electrificando y, a partir de la crisis del petróleo de los 70 los trenes se automatizaron, se integraron a los transportes urbanos, los tranvías y subtes, y comenzó a experimentarse con trenes de alta velocidad. ¿Dan ganancia? En muchos países no directamente. Pero están subsidiados porque el país y el propio Estado ahorran en desgaste de carreteras, consumo de combustible en el transporte de tonelada por kilómetro y en contaminar menos.
Este gobierno está empeñado en que "pase algún trencito". Será caro y no serán trenes bala, pero se ha diseñado el modelo de negocios con cuidado para que no tenga déficit.
La visita de Cristina Fernández fue un símbolo, sí. Y hay que saber leerlo.(Fuente: Diario La República del Uruguay)