Nota de Opinión
Víctor José Colombano (*) para Diagonales.com
La historia argentina y mundial demuestra que cuando se prioriza la inversión en obra pública, los países crecen con más empleo, más integración y mejores oportunidades.
Argentina atraviesa uno de los recortes más duros de su historia, pero lo que está en juego trasciende las cifras del déficit o el ajuste fiscal: estamos condenando el futuro del país. Desde diciembre de 2023, el gobierno de Javier Milei paralizó más del 71 % de la obra pública nacional. Según cifras oficiales, de 2.337 obras en ejecución, solo 183 siguen activas, mientras 1.668 fueron suspendidas o directamente abandonadas (según datos del Sistema Nacional de Inversiones Públicas).
No hablamos solo de edificios. Hablamos de hospitales inconclusos, rutas intransitables, pueblos aislados y trenes que dejaron de pasar. La obra pública es mucho más que cemento: es integración territorial, acceso a derechos, empleo genuino y competitividad productiva. Sin rutas no hay campo que exporte; sin trenes no hay economías regionales que sobrevivan.
La desintegración ferroviaria
El caso del sistema ferroviario es paradigmático. En siete meses, el gobierno redujo en un 98 % la inversión ferroviaria y despidió a más de 1.300 trabajadores. Se cerraron programas como Trenes Argentinos Capital Humano, con un recorte de 42.000 millones de pesos, y se frenaron todas las obras de modernización.
Las consecuencias son dramáticas: pueblos que vuelven al aislamiento, servicios metropolitanos al borde del colapso, choques y accidentes como los ocurridos en la línea San Martín. En nombre de la eficiencia, el Estado destruyó un servicio esencial para el país productivo.
Mientras tanto, el PBI creció 7,6 % interanual, pero ¿de qué sirve crecer si no hay infraestructura básica para sostenerlo? Lo más paradójico es que hasta los gobiernos de derecha, tan admirados por Milei, invierten en obra pública como eje de desarrollo.
Polonia con gobiernos nacionalistas y conservadores, renovó más de 2.800 km de vías, incorporó trenes de alta velocidad y moviliza más de 300 millones de pasajeros por año.
España bajo el Partido Popular, construyó la red de alta velocidad más grande de Europa con más de 4.000 km de vías AVE y mantiene inversiones ferroviarias superiores al 1,3 % del PBI.
Chile con un modelo económico liberal, sostiene un proceso de expansión ferroviaria entre Santiago, Valparaíso y Rancagua, e impulsa trenes regionales.
Italia bajo gestiones de derecha, continúa expandiendo la red de alta velocidad (Frecciarossa), alcanzando picos de 300 km/h con una red moderna y eficiente.
Incluso el Banco Mundial señala que los países competitivos destinan entre 0,4 % y 0,9 % de su PBI en infraestructura ferroviaria. Argentina, bajo la lógica del recorte extremo, apenas llega al 0,1 %.
Sin trenes, sin rutas, no hay país productivo
Mientras los números macro son usados como propaganda, los números reales de obra pública muestran un país que se desintegra. No existe desarrollo posible con trenes clausurados, rutas rotas y pueblos aislados.
Más de 100.000 trabajadores de la construcción fueron expulsados del mercado laboral en los primeros meses de gobierno, mientras los indicadores sociales siguen mostrando pobreza estructural y un sistema productivo estrangulado por la falta de infraestructura.
Es un error pensar que el crecimiento se sostiene solo con disciplina fiscal. Sin un Estado que invierta estratégicamente en infraestructura, lo que se construye es una economía débil, vulnerable y desigual.
La historia argentina y mundial demuestra que cuando se prioriza la inversión en obra pública, los países crecen con más empleo, más integración y mejores oportunidades. Alemania lo hizo tras la posguerra. España tras la crisis del 2008. Chile tras décadas de inestabilidad.
Argentina puede salir de este círculo vicioso. No será recortando escuelas, hospitales, rutas y trenes como lograremos ser una potencia. Será apostando a la infraestructura inteligente, al desarrollo ferroviario, al federalismo productivo y a la obra pública como motor de movilidad social.
Podemos recuperar el rumbo. Para eso hay que dejar de destruir lo que nos permite avanzar.Diagonales.com
(*) Secretario administrativo de ALAF (Asociación Latinoamericana de Ferrocarriles). Congresal Nacional PJ. Dirigente del NEP| Twitter: @VictorColombano
Querían libertad ahí tienen debe ser el único país en el mundo donde no se le da importancia al ferrocarril
ResponderEliminarWalter Demasi
TODO GRACIAS AL CORRUPTO DE MENEM ...SE ACUERDAN LO QUE DIJO.,.RAMAL QUE PARA RAMAL QUE SIERRO Y LES SIGUERON VOTANDO LO MAL QUE HIZO Y SACAR EL SERVICIO MILITAR HOY NO HABRIAN TANTOS MENORES CHORROS...!!! Y APARECIERON LOS CORRUPTOS DE LA HISTORIA ALGUN DIA TENDREMOS UN GOBIERNO QUE NOS MERECEMOS LOS ARGENTINOS...???
ResponderEliminarMARTÍN RUIZ
País arrasado por La decidía y la corrupción !!!
ResponderEliminarCarlos Oscar Maurette
Muy buena nota.
ResponderEliminarAgregaría que si a la gente apenas le alcanza para sobrevivir y comer no esperemos un milagro con este gobierno nefasto respecto a la economía , producción, trabajo, rutas y trenes. El verso de la timba financiera acaba pronto.
GABRIEL MERCOLLI (HAEDO)