Exterior
Los grandes intereses de los Estados no se determinan por políticas
contingentes mezquinas
El anuncio del presidente peruano, Ollanta Humala, de que el trazado del
tren transcontinental que uniría Brasil con Perú no contempla pasar por
Bolivia, “por razones de interés nacional”, ha causado gran desilusión en
nuestro país. Se ha llegado a creer que esta decisión habría sido provocada por
el enfriamiento en los últimos años de nuestras relaciones con Perú y Brasil.
Pero la realidad es otra. Los grandes intereses de los Estados no se determinan
por cuestiones de mezquinas políticas contingentes.
La verdad es que era imposible que el Brasil y Perú, que son
fronterizos, hubiesen aceptado que una línea ferroviaria tan costosa y que va a
mover miles de toneladas de carga pase por un tercer país, ajeno a ellos. Hay
que agregar además que Bolivia está considerada como una de las naciones más
inestables del continente, donde surgen huelgas, paros y bloqueos en forma
constante. Habría que imaginar ¿qué ocurriría si se produjera en nuestro
territorio, uno de esos consabidos bloqueos y se levantara una muralla de
piedras en la vía ferroviaria, poniendo en peligro la vida de cientos de
personas y de miles de toneladas de carga? A ello hay que agregar la cuestión
del puerto de Ilo. Ya lo dijo el presidente Humala, su país no utilizará dicho
puerto, sino uno de los del norte. El fundamento
principal es que Ilo es el peor puerto internacional que tiene el Perú.
Cuando se determinó la privatización de los puertos peruanos, el único
que no fue adjudicado fue precisamente Ilo, el cual ha quedado bajo la ineficaz
administración estatal. Lamentablemente su bahía es muy abierta, y eso
determina la existencia de una corriente marítima muy fuerte. Mientras que los
puertos del norte son amplios y modernos, además, pueden ser incrementados
hasta convertirse en megapuertos, susceptibles de recibir la enorme exportación
de granos procedentes de Brasil.
Queda por último considerar un punto fundamental: la imposibilidad de
construir un ferrocarril internacional desde Bolivia, a través de Tacna, hasta
Ilo, sin la aquiescencia chilena. Se debe recordar que en el Protocolo
Complementario al Tratado de Lima de 1929 se determinó no solo el previo
acuerdo de Chile y Perú para la cesión de ese territorio a una tercera
potencia, sino también para “construir, al través de ellos, nuevas líneas
férreas internacionales”. Por tanto, el mentado ferrocarril transcontinental,
luego de pasar de Santa Cruz a Cochabamba, no podría continuar la vía hacia el
mar, sino que debe subir a La Paz, y de aquí continuar hacia el río
Desaguadero, Puno e Ilo; es decir, una ruta muchísimo más larga.
Evidentemente existe un anhelo nacional de levantar Ilo a favor de
Bolivia. Hasta hay gentes que proponen que se debiera trasladar la mayor parte
de nuestro comercio exterior por el Pacífico de los puertos chilenos hacia este
puerto del sur peruano. Pero, lamentablemente, todos los esfuerzos que se hagan
en el puerto de Ilo están condenados al fracaso. Cabe reiterar que éste es el
peor del Perú, y sería muy difícil convertirlo en uno moderno y bien
construido. Además, cabe la pregunta: ¿si se cree firmemente en que Chile tarde
o temprano nos concederá una salida al mar por el corredor al norte de Arica,
el cual ya nos fue ofrecido en varias oportunidades, entonces para qué
preocuparnos de Ilo y gastar nuestro dinero en habilitarlo si luego tendríamos
un puerto propio? En el futuro, cuando se haya solucionado el problema marítimo
nacional, entonces sí podríamos concebir la posibilidad de instalar un corredor
ferroviario transcontinental desde Brasil, cruzando Bolivia, hasta el puerto de
Arica y también al puerto boliviano. Estos dos puertos podrían constituirse en
un verdadero megapuerto; y, de este modo, el Brasil podría contar con dos
corredores, ya sean ferroviarios o carreteros, para sacar sus millones de
toneladas de grano por el océano Pacífico, uno hacia el norte peruano, y el
otro hacia el megapuerto chileno-boliviano de la zona de Arica.LaRazón.com
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