Historia Ferroviaria
Entre 1907 y 1970, operó en el sector noroeste de San Miguel de Tucumán,
el ramal estratégico ferroviario C-37. Nacía en los Cuarteles militares y se
unía a las vías, de la linea principal, del Ferrocarril Central Norte
Argentino, en el trayecto entre Estación Muñecas y el Empalme Centenario. El
trazado cubría 3.300 metros y atravesaba fincas de citrus y el predio del
hospital Obarrio.
Alguna vez escuche a un catedrático de nuestro pretérito, lejano y
reciente, afirmar que “la historia es la única rama del conocimiento que nos
puede decir qué fuimos en el pasado, qué somos en el presente y qué seremos en
el futuro. Por eso el olvido de la historia nos condena a volver a cometer, mil
veces, los mismos desatinos”.
Hubo un tiempo en Tucumán que los ramales, accesos y desvíos
ferroviarios se multiplicaban por todo el territorio provincial. Por entonces
el transporte del camino de hierro era sinónimo de progreso, comunicación y
conexión. Uno de esos ramales fue el C-37, a los cuarteles militares de San
Miguel de Tucumán, perteneciente a la Quinta Región militar. Por cierto, era de
trocha métrica y empalmaba con las vías de la línea principal del ferrocarril
Central Norte Argentino. Asimismo el, 9 de Julio de 1912, ese desvío fue
recorrido del viaje inaugural del tren presidencial, que se fabricó en los
originales talleres de Tafí Viejo.
En realidad el ramal, que se creó en 1907 y permaneció hasta 1977, fue
autorizado para permitir el transporte de forrajes para la caballería militar y
de provisiones. También se utilizaba para el traslado de tropa y de artillería.
Al noroeste
El consultor en transporte ferroviario e investigador en ferrocarriles,
doctor Víctor Hugo Rossi, especificó que “el predio que cruzaba el C-37
comprendía 24 hectáreas ubicadas al noroeste de San Miguel de Tucumán.
Arrancaba en el kilómetro 801 (+100 m y +551,20 m) a la altura de Colombia al
1.500. Se bifurcaba a metros del apeadero empalme Centenario, de la populosa
Villa Urquiza. Precisamente en ese lugar convergían los raíles del Ferrocarril
Central Córdoba que se dirigían a las estaciones Central Córdoba (Marco
Avellaneda y San Martín), Tucumán N (en El Bajo) y Sunchales del Central
Argentino (ex Bartolomé Mitre, en Corrientes al 1.000). En ésta última se
mezclaba con los tendidos de vías de trocha ancha”.
Más de tres kilómetros
El camino de hierro alcanzaba más de tres kilómetros de longitud. Se
proyectaba en sentido noroeste y al ingresar a los cuarteles se extendía unos
300 m. por el interior del área militar, hasta alcanzar la punta de rieles.
“También la traza del ramal atravesaba una zona de plantaciones de citrus. Las
fincas eran propiedades de Emilio Terán Frías, Juan Manuel Terán y Amadeo
Tonello, que el gobierno nacional las expropió en la década del 40 para
construir el hospital colonia de salud mental “doctor Juan Manuel Obarrio”, en
San Miguel al 700”, describió Rossi, padre de tres varones Hugo (35), Pablo
(33) y Federico (32)
“No obstante ello -añadió- el ramal continuó operando porque pasaba en
forma transversal por los terreno de ese establecimiento hospitalario y del
barrio ´El Sifón´ (Juan Pablo I). En Chile al 2.100 cruzaba el barrio ´La
Bombilla´ (Juan XXIII). Y, al llegar a la avenida Ejército del Norte al 1.200,
antes de acceder a los cuarteles, había un paso a nivel sin barreras”.
Testimonios enriquecedores
Pero cuando se efectuaron los trabajos de ensanche y pavimentación de la
Ejército, desde Italia hasta la avenida Francisco de Aguirre, desapareció el
terraplén donde se asentaban los rieles. A raíz de ello, según el doctor Rossi
-simpatizante de los clubes Central Norte, de esta ciudad, y de Rosario
Central, a nivel nacional- en la actualidad, se puede observar que las casa
quedaron arriba del actual nivel al igual que las paredes o tapias de
cerramiento de los ex cuarteles.
El profesor Aldo Bulacio, de 72 años, que cumplió con el servicio
militar en el Quinto de Comunicaciones y hoy reside en Yerba Buena, recordó que
“había un señor que, montado en un caballo blanco, cuidaba las fincas de
mandarinas y naranjas cercanas al Obarrio. Algunos decían que era un paciente
interno de ese hospital, pero otros aducían que se trataba de un rondín. Lo
cierto es que el jinete galopaba ida y vuelta, apenas despuntaba el alba, el
trazado del ramal. Solía mostrar un látigo, que utilizaba con destreza, cada
vez que intuía que alguna persona que transitaba por las vías insinuaba sus
intenciones de acercarse a los citrus”.
Silbato preventivo
Por su parte, Carlos Celerino (68), jubilado de la Dirección General de
Catastro y vecino de calle Chile al 1.800, en barrio El Bosque, evocó su
experiencia como soldado de los cuarteles, en épocas que el C-37 estaba activo.
“Cuando ingresaba alguna formación ferroviaria al predio militar, era todo un
acontecimiento, por los lugares que atravesaba. Mientras el tren avanzaba había
varios soldados, a lo largo del recorrido de 3.300 metros, provistos de
silbatos. De esa forma advertían a la gente que el convoy se ponía en
movimiento o iba marchando por determinado lugar y de esa manera se podía
prevenir algún percance”, describió con precisión y lucidez.
Celerino también se refirió al predio que ocupa el Obarrio “en esas
tierras -enfatizó-, por la cual también pasaba el ramal, estaba prevista la
construcción de la ciudad hospital, durante el gobierno de Perón. Pero al final
no se materializó el proyecto y sólo se concretó la edificación del hospital
colonia”.
Doble tarea
Eduardo “Lalo” Coronel, que a los 73 años, aún reside en el barrio Juan
XXIII, se autodefine como protagonista y usuario del ramal C-37. “Yo hice el
servicio en 1960. Estuve en el Batallón de Comunicaciones. Estaba de guardia en
el acceso ferroviario de la avenida Ejército Argentino al 1.200 cuando arribó
un tren cargado con mobiliario y maderas destinado a la construcción del casino
de oficiales. Primero tuve que usar el silbato para cortar el tránsito -por
entonces no era tan fluido como ahora- en la cuadra comprendida entre Chile y
Uruguay. Y después me tocó descargar la madera, junto a otros colimbas”, contó.
Asimismo Edgardo “Pila” Cuevas, aún mantiene nítido en su memoria, a los
73 años, sus días de soldado en los cuarteles. “Una noche llegó el tren.
Estábamos en invierno, si mal no recuerdo. En tres vagones plataformas cargaron
las piezas de artillería, el instrumental de comunicaciones, la cocina y las vituallas.
A la tropa la acomodaron en ocho o nueve coches, que eran todos de madera y nos
llevaron de maniobras a Jujuy. Regresamos a los 15 días con cansancio y un
hambre irracional. No me olvidaré nunca de esa experiencia porque mis
compañeros me apodaron Obituario, porque después de que leía los avisos
fúnebres de LA GACETA, de ejemplares que no eran del día, les comentaba a ellos
que conocido había fallecido”, se explayó en su testimonio.
La remodelación
Cuando en 1977 se iniciaron los trabajos de la remodelación
ferrourbanística en Tucumán, Ferrocarriles Argentinos desafectó la utilidad del
ramal C-37. Cedió al gobierno provincial las tierras que ocupaban los cuarteles
militares -delimitadas por las calles Italia, Viamonte, Colombia, Chile y
avenida Ejército del Norte-, para que se construyeran viviendas. Lo curioso es
que el predio se había adquirido originariamente para la construcción del
parque General Roca, que nunca llegó a concretarse.
Los rieles fueron levantados y algunos se encuentran debajo de las
viviendas que en algunas partes se erigieron. Varios sectores de las tierras
que cruzaba el desvío hoy son habitados por familias y barrios que pujan por
salir de la marginalidad y la pobreza. Aunque las calles que delimitaban el
perímetro fueron pavimentadas, iluminadas, parquizadas y hasta modernizadas.
Además, los citrus son ahora una quimera.
Es que “el tiempo -como decía el talentoso compositor francés y figura
destacada del romanticismo, Louis Héctor Berlioz (1803-1869), autor de la
extraordinaria sinfonía Fantástica- es un gran maestro, pero desafortunadamente
mata a todos sus alumnos”.
Desde el arcón del altillo
Razones.- El ramal ferroviario C-37 de uso militar fue construido por
razones estratégicas, al poco de tiempo de instalarse los Cuarteles. Había que
dotarlos de un transporte de uso oficial exclusivo que lo vincule con otros
lugares ferroviarios.
Autorización.- Las tierras para el trazado ferrocarrilero fueron cedidas
por Ley 911 del 16 de enero de 1907 y la autorización para la construcción se
implemento por expediente 01853/S/1907.
Estudios.- Los ingenieros Víctor Spota, Manuel M. García y José J.
Sarthy, del Batallón de Ferrocarrileros, efectuaron los estudios técnicos de la
topografía, planimetría y perfil longitudinal .
Licitación.- Una vez aprobado el proyecto se autorizó la construcción
del desvío a los Cuarteles y el 31 de mayo de 1907 se llamó a licitación
pública, conforme a lo publicado en el Boletín Oficial de la Nación de ese mes
y año.
Prueba.- A través de consultas realizadas en la Dirección de Catastro y
Edificación de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán y en la Dirección
General de Catastro, en planchas cartográficas de esos tiempos se observa el
trazado de las vías del conocido desvío o ramal, hoy desparecido, pero que en
el papel quedó plasmado como un testimonio del pasado.
El Sifón.- El barrio en realidad se denomina Juan Pablo I, pero en la
jerga popular es más conocido como El Sifón. El apelativo nació a raíz de una
tubería subterránea que que arrancaba desde el depósito de Aguas Corrientes
-Ejército del Norte y Diagonal-, atravesaba por debajo de los raíles del ramal
y aparecía entre las calles Ecuador y Colombia. Allí el agua caía en una
especie de píletón o sifón, que la gente del lugar la utilizaba como
natatorio.-
Construcción.- La empresa Hume G. Hnos ganó la licitación para ejecutar
la obra de construcción del terraplén y tendido de los rieles, del ramal C-37.
El presidencial.- Entre estación Muñecas y los Cuarteles se realizó el
bautismo del maravilloso tren presidencial de trocha angosta. El vicepresidente
Victorino de Plaza fue la máxima autoridad de esa experiencia.LaGaceta